12.12.2005 | Clarín.com | Conexiones
CULTURA
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Música, juego y sexo: la historia de Cuba a través del Tropicana
Un libro recién publicado en los EE.UU. repasa la historia del famoso cabaret de La Habana. En sus páginas revela que por sus noches no sólo pasó la diversión, sino también la política y las costumbres cubanas desde los ´50.
Por primera vez en los EE.UU. un libro sobre Cuba y su cabaret más célebre, el Tropicana, se distancia de los clichés y combina la política con música, danza, juego y sexo, los elementos necesarios para entender su historia. En Tropicana Nights. The Life and Times of the Legendary Cuban Nightclub, recientemente publicado en los EE.UU., Rosa Lowinger cuenta las memorias y anécdotas de la viuda del dueño y fundador del considerado Moulin Rouge cubano, Ofelia Fox, coautora de la obra. Desde 1939, a partir del Tropicana se explica Cuba, dijo la cubano-estadounidense Lowinger, periodista, conservadora de arte y residente en Los Angeles.
Cuando Las Vegas no era más que una parada en el desierto, el Tropicana era ya un paraíso bajo las estrellas (nombre de una de sus más famosas salas) y una joya arquitectónica, donde se dejaban ver Ava Gadner, Marlon Brando, Nat King Cole, un joven John Kennedy o miembros de la realeza europea y africana. Todavía hoy miro hacia atrás y no sé cómo se me ocurrió. Fue una inspiración única, dijo Max Borges, el arquitecto responsable de lo que muchos consideran la construcción modernista más importante del Caribe. Tuve suerte de hacer algo que no se había hecho nunca. Cuando uno es tan joven como yo era no se da cuenta de lo que tiene entre manos, recordó modestamente el arquitecto educado en Harvard y hoy retirado, a caballo entre Washington y Miami.
En la década de los ochenta iban los comunistas del bloque soviético, en los años cincuenta los parientes de Batista y los americanos mafiosos, dijo por su parte la autora, que vio en este casino-cabaret, testigo de tantas pasiones, recuerdos y acuerdos, una oportunidad para explicar la historia desde un punto de vista diferente. Lowinger arranca con la fiesta de Nochebuena de 1958 en el Tropicana: el club recibía a elegantes invitados que descendían de sus Cadillac rumbo al ostentoso cabaret para celebrar el nuevo año a ritmo de mambo y descorche de champán.
Mientras se celebraba el cambio de año, el dictador cubano Fulgencio Batista abandonaba precipitadamente la isla en avión y los revolucionarios de Fidel Castro tomaban La Habana triunfalmente. Desde ese momento, el Tropicana nunca volvió a ser lo mismo. El Gobierno revolucionario de Castro prohibió el juego y la tensión política con los EE.UU. alejó al turismo.
Al principio quise escribir una novela, intenté no hablar de política, pero es imposible. Gracias a mi trabajo viajo a Cuba y creo que el problema es que no se entiende y con el Tropicana de fondo se puede mezclar todo, expuso Lowinger. Fue en uno de sus viajes cuando, junto al director de cine cubano Humberto Solar, visitó el club y entendió los nostálgicos recuerdos de sus padres y la fascinación que despertaba el club entre los cubanos que había conocido.
Me di cuenta de toda la influencia que ejercía Cuba musical y culturalmente y supe que todo eso necesitaba del juego y la mafia para existir. El mundo no es blanco y negro, afirmó la periodista.
Solar dio a Lowinger el teléfono de la viuda de Martín Fox, el hombre que hizo del club una leyenda, y quien defiende que el Tropicana nunca estuvo controlado por la mafia estadounidense, como el resto de los cabarets cubanos. Es cierto a medias. Los administradores de crédito eran la mafia y ningún casino subsistía sin ellos. No había otra manera de controlar quien tenía dinero. Martín pagaba, además, 5.000 dólares al mes al jefe de la policía en La Habana, comentó Lowinger.
La escritora se propone con la obra explicar que los que dicen que Cuba era maravillosa, sin ver el problema político y social, se equivocan tanto como quienes critican la situación obviando la grandeza artística. Para mí es muy importante el equilibrio al hablar de Cuba. Mi libro lo entiendo como una carta de amor a los cubanos, para ver nuestras historias de otra manera, concluyó Lowinger.
Un capítulo interesante del libro es el destino de la considerable fortuna que Fox consiguió sacar de Cuba en 1959 pero que su esposa nunca vio, al morir el dueño del cabaret de un ataque al corazón poco después de dejar la isla. Como tantas otras mujeres en el exilio, Ofelia se vio sin un centavo y obligada a trabajar para salir adelante. ¡El único problema de incluir ese nivel de detalle es que será difícil adaptarla a guión de cine!, exclamó Lowinger, quien confía en que su libro pronto se traduzca al español.
Fuente: EFE
http://www.clarin.com/diario/2005/12/12/conexiones/t-01105950.htm
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