Wednesday, December 07, 2005

Fin del racionamiento?

ECONOMIA
¿Fin del racionamiento?

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - La Libreta de Control de Ventas para Productos Alimenticios, conocida popularmente como "la libreta", instrumento utilizado para el racionamiento de los comestibles y otros artículos de amplio consumo desde marzo de 1962, parece tener contados sus días.

Esto podría efectuarse de acuerdo con recientes pronunciamientos oficiales, en los cuales se ha reconocido, después de casi 44 años de estricto racionamiento, las ventajas para el ciudadano de poder elegir los artículos a comprar en lugar de estar sometido a la decisión centralizada sobre la adquisición y consumo de alimentos y otros productos.

El racionamiento cubano, por su larga duración, quizás un récord mundial, desde hace algún tiempo muestra una evidente tendencia a la desaparición. No por una mayor abundancia de productos, sino debido a la falta de disponibilidades para cumplir con las cuotas autorizadas a vender.

A diferencia de China, donde el engrosamiento de la riqueza creada hizo superfluo mantener el racionamiento, en Cuba la paulatina desaparición responde al aumento de la menesterosidad provocada por la pérdida de las colosales subvenciones de la extinta Unión Soviética y otros países del Este europeo a fines de la década de 1980. En este marco, pasó a mejor vida el racionamiento de la ropa y el calzado, ahora fundamentalmente adquiribles en las tiendas de venta en divisas o en moneda nacional en las llamadas "shopitrapos", establecimientos estatales donde se ofertan confecciones "recicladas" (usadas), adquiridas por lotes en el exterior. Por supuesto, siempre está presente el mercado negro, donde con divisas o pesos cubanos en abundancia puede comprarse cualquier cosa en Cuba.

El abastecimiento racionado de combustible terminó hace años. Cuotas pequeñas sólo continúan entregándose a médicos, deportistas e intelectuales ilustres, a quienes se ha considerado "idóneos" para venderles vehículos. El resto de la población está obligada a comprar el carburante en estaciones de servicio a 94 centavos de dólar estadounidense el litro de diesel (1 galón = 3.785 litro) y las gasolinas tipo regular a un dólar y especial a 1.19 US$ el litro. En el sector estatal pervive una distribución normada (racionada) con garajes especiales, mediante la entrega de bonos, un sistema históricamente fuente inagotable de descontrol y corrupción.

En cuanto a los comestibles y otros artículos de amplio consumo, desde marzo de 1962 paulatinamente han ido desapareciendo los renglones a vender, y otros han disminuido las cuotas comprometidas. La carne de res, la manteca de cerdo, el detergente, el papel sanitario, las frazadas para limpiar el piso, y muchos otros finiquitaron su presencia en la libreta. Otros, como el aceite vegetal, el azúcar, los frijoles, los huevos, el pollo, el pescado, las viandas, hortalizas, pastas alimenticias y dentífrico disminuyeron grandemente las asignaciones.

Oficialmente se ha reconocido que el racionamiento a precios subsidiados "garantiza aproximadamente la mitad del consumo de calorías per cápita diarias de los cubanos y las cubanas" (Segundo Informe de Cuba sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU). Aún este criterio se considera demasiado optimista por algunos especialistas, quienes valoran que el racionamiento sólo alcanza para satisfacer únicamente las necesidades perentorias de una familia cubana para los primeros diez días del mes.

Por otra parte, el prolongado racionamiento ha sido una de las causas promotoras de los altos niveles de corrupción existentes. De por sí, la escasez facilita la especulación, pero en el caso cubano a esto se agregan las deficiencias del sistema de racionamiento, sustentado en una libreta donde se anotan los productos vendidos, sistema altamente fácil de burlar y que, a diferencia de los métodos basados en cupones, no permite un control adecuado entre los productos vendidos y las existencias por distribuir. En un país donde hay una enorme variedad de precios para un mismo artículo en los diversos tipos de tiendas, el mecanismo imperante resulta un verdadero paraíso para el enriquecimiento ilícito, el robo y la especulación.

Por ejemplo, en la privilegiada ciudad de La Habana, se venden por la libreta 5 libras de arroz a 25 centavos cada una, mientras otros dos adicionales se expenden a 90 centavos. El propio Estado comercializa ese mismo arroz de forma liberada a 3.50 pesos la libra, y en el mercado campesino la cotización puede oscilar alrededor de cinco pesos. Paralelamente, la libra del cereal ofertado en las tiendas de venta en divisas, ciertamente con mejor calidad y presentación, tiene un precio equivalente a 12 pesos. Esto se reproduce en prácticamente todos los productos, lo cual deja un margen apreciable para la especulación, ya que resulta muy fácil tener apreciables márgenes de ganancia únicamente con desviar los productos destinados a distribuirse en el marco del racionamiento hacia el mercado libre.

En adición puede decirse que el sistema de racionamiento ha conllevado una enorme burocracia, consumidora de fuerza de trabajo y recursos materiales y financieros, una pesada e innecesaria carga que durante muchos años ha dañado la economía nacional y promovido engorrosos procedimientos para la simple adquisición de artículos de uso corriente, con la consiguiente pérdida de tiempo para los ciudadanos, obligados también a comprar en un único establecimiento independientemente del trato y servicio que se reciba.

Además, el supuesto igualitarismo ha redundado en el acrecentamiento de desigualdades sociales, pues las cuotas distribuidas para todos los ciudadanos no han tenido en cuenta las diferencias en los niveles de ingreso. Así, los productos altamente subvencionados se han entregado por igual a las personas realmente necesitadas de la protección del Estado como a aquéllas que disfrutan de altos emolumentos y beneficios económicos, lo cual resulta injusto e inaceptable desde el punto de vista ético. Situación que pudo haber estado justificada en un determinado momento, pero inexplicable por un período de casi medio siglo de existencia.

La solución a esta problemática sólo podría encontrarse en una economía dinámica, con aceptables tasas de crecimiento de la riqueza nacional. Un nuevo escenario donde fuesen motivadas las capacidades creadoras del ciudadano, complementadas las iniciativas públicas y privadas en beneficio de toda la sociedad y utilizados el mercado una competencia sana en busca del desarrollo de la eficiencia productiva y la calidad de los bienes y servicios creados. Metas imposibles de obtener sin la radical transformación del antinatural modelo totalitario imperante, bloqueador del progreso y la facilidad del pueblo cubano. Una concepción en modo alguno en contradicción con la solidaridad hacia los sectores poblacionales menos favorecidos. Por el contrario, sería creada la necesaria sustentación económica indispensable para materializar políticas de apoyo social a los más débiles sobre bases justas y equitativas.

En ese contexto, debería sustituirse el inoperante mecanismo de racionamiento vigente, que favorece a muchos ciudadanos que no lo necesitan, por subvenciones financieras a las familias que sí lo requieran. Así, los ahorros que se lograrían por dejar de subvencionar a personas con ingresos suficientes para vivir podrían dirigirse a elevar las pensiones, la asistencia social, el salario mínimo o subvencionar determinados servicios a personas con ingresos bajos que lo precisen. Por supuesto, todo bajo un estricto control y el desarrollo de políticas sociales responsables, cuando sea posible, encaminadas a elevar la calificación de los menos favorecidos para que puedan estar mejor preparados, y así eleven sus ingresos y autoestima.

El sistema de racionamiento vigente, al mismo tiempo que, en el plano de los valores del individuo, ha facilitado la corrupción, ha promovido el concepto de mendicidad y la falta de responsabilidad social del ciudadano, al esperar todo del Estado. Ahora, si se le quita de pronto, sin una política que brinde alternativas, la situación que tendrán que afrontar muchos compatriotas será dramática con consecuencias individuales terribles, con sensibles perjuicios para toda la sociedad.

http://www.cubanet.org/CNews/y05/dec05/06a8.htm

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