Wednesday, September 02, 2015

Se buscan maestros en Cuba

Se buscan maestros en Cuba
Iván García Quintero
septiembre 01, 2015

Para este curso escolar, solo en las provincias de Camagüey y Ciego de
Ávila hay un déficit de 1.714 maestros. Bajos salarios, profesores sin
vocación, escuelas sin acceso a nuevas tecnologías y gastos de los
padres en la contratación de maestros particulares para sus hijos son
algunos de los males. El magisterio en la Isla es un auténtico calvario.

Parece que ha pasado mucho tiempo cuando un orgulloso Fidel Castro,
estadísticas en mano, encandilaba a su audiencia con un manojo de
números que resaltaban la calidad de la educación pública en Cuba.

Odalys, 56 años, aún recuerda a Fidel arengando al gentío en un teatro
habanero en 1979, justo el día de su graduación como pedagoga. "Ha
llovido mucho desde entonces. Yo estaba orgullosa de ser maestra. Era
una profesión muy valorada en nuestra sociedad. Pero llegó el 'período
especial' (una guerra sin el rugir de los cañones) y todo se desmoronó",
cuenta en la sala de su casa, en el Reparto Sevillano, a media hora en
automóvil del centro de La Habana.

En 1997 la maestra habanera guardó el título en el desván de su casa.
Comenzó a trabajar como ayudante de repostería en un hotel cinco
estrellas de Varadero.

"El dinero no lo es todo. Pero los 400 pesos que ganaba como maestra de
secundaria no me alcanzaba para mantener a mis tres hijos. No solo es un
problema de salarios bajos, también pasa por el escaso reconocimiento
del Estado y la sociedad hacia el magisterio. Ahora ser maestro es la
última carta de la baraja. Una maldición", explica Odalys.

Si le preguntan a Josuán, un joven que viste un jeans apretado y zapatos
deportivos de punta afilada, por qué trabaja como maestro en una
destartalada escuela primaria del municipio 10 de Octubre, al sur de la
capital, responde:
"Simple. Ser maestro era la única manera de escapar del Servicio Militar
Obligatorio. Cuando terminé el preuniversitario, al quedarme sin carrera
universitaria, tenía dos opciones: ser profesor o estar dos años
limpiando letrinas en un cuartel militar. Soy maestro más por obligación
que por vocación", señala sin afeites.

El declive de la educación pública en Cuba es notorio. A partir de 1959
se convirtió en un sistema de enseñanza altamente doctrinario. La
historia se contaba de una manera tergiversada y para llegar a obtener
un título universitario, aunque fuese solo en apariencias, se necesitaba
ser un ferviente seguidor de Castro.

En sus mejores momentos, la Isla llegó a tener estadísticas
impresionantes en materia educativa. En 1961, miles de alfabetizadores
ayudaron a eliminar el analfabetismo y cientos de maestros voluntarios
abrieron aulas en llanos y montañas. Se edificaron decenas de escuelas
en el campo y de seis universidades que existían antes de 1959, tres
públicas y tres privadas, la cifra se elevó a 49 centros de altos
estudios: 13 universidades, 15 facultades y centros universitarios y 21
institutos y academias superiores.

Pero cantidad no necesariamente significa calidad. En su época de oro,
las universidades, institutos superiores y escuelas tecnológicas,
graduaban profesionales como si fuesen salchichas. En Cuba, un millón de
graduados universitarios saben desarmar en pocos minutos un fusil AK-47,
pero confunden a Mozart con Lecuona y redactan con faltas de ortografía.

Desde luego, la talanquera de un sistema obsesionado con el control
social y la planificación económica frena su desarrollo. Incluso en
aquella etapa, cuando el petróleo, los cañones y las latas de carne rusa
llegaban por montones desde el Cáucaso, el fraude académico en la
educación cubana era un estilo de vida.

El Estado verde olivo, en su intento de demostrar la supremacía de su
ideología, otorgó licencia a los maestros para que se hicieran de la
vista gorda y promovieran a todos los alumnos.

"En las décadas 1970-1980, incluso en la actualidad, un profesor que no
promoviera a más del 95% de sus alumnos era mal visto. Lo políticamente
correcto era que el 100% de los estudiantes pasaran de grado. Y casi
todos con notas de sobresaliente. Ese monstruo creció. Tapábamos las
deficiencias sin rigor académico. Te confieso que ya no recuerdo las
veces que entré al aula durante un examen y le soplé todo el contenido a
mis alumnos. Esas aguas han traído estos lodos", cuenta Ricardo, antiguo
profesor de geografía reconvertido en taxista particular.

Ya a fines de los 90, la educación pública tenía un déficit de 25 mil
maestros. Fidel Castro apostó por lo que mejor sabe hacer: improvisar.
Con urgencia enroló a miles de jóvenes desocupados.

Eran cursos exprés y chapuceros. A estos profesores emergentes los
cubanos les denominan 'maestros instantáneos'. "Yo di un salto tremendo.
De estar bebiendo ron en la esquina del barrio a maestro en una
secundaria. El milagro duró dos años. Con los 20 dólares mensuales que
ganaba no podía salir con mi novia. Dejé la escuela y volví a lo mío,
vender pacotilla en la calle y dormir hasta el mediodía", expone
Yasmani, ex maestro emergente.

La ministra de educación Edna Elsa Velázquez intenta salvar los muebles.
Desde hace un par de años ha puesto énfasis en elevar la calidad de la
educación primaria, secundaria y preuniversitaria. Se han recortado los
turnos de clases y crece el rigor en las calificaciones. Aunque el
fraude académico parece endémico: en muchas escuelas, la venta de
exámenes es un negocio.
Pero en el fondo de armario del sistema de enseñanza hay poco donde
escoger. Queda el menudeo. Profesores mediocres y sin vocación. Migdalia
lleva seis años pagando a una maestra repasadora para mejorar la
instrucción de su hija que comienza la secundaria en el curso escolar
que el 1 de septiembre se inaugura en todo el país.

"Es terrible la mala calidad de la enseñanza. Le pagaba diez pesos
convertibles a una profesora para que le repasara doce días al mes a mi
hija. Ahora en la secundaria tengo que pagar un peso convertible por
cada repaso", dice Migdalia.

Rosa, directora de una escuela primaria, compensa su salario impartiendo
clases a niños menores de 11 años. "Es ilegal. Pero es la única manera
que tengo de ganar un dinero extra". Y confiesa que suele buscarse unos
100 cuc mensuales, seis veces su salario oficial.

En la era de la informatización, las escuelas cubanas, hasta nivel
preuniversitario, no tienen conexión a internet y las computadoras son
de segunda generación. "Qué podemos esperar de los profesionales cubanos
del futuro si muchos de ellos jamás se han conectado a internet", señala
Roger, maestro de segundo grado.

Según el Banco Mundial, en 2010 el gobierno cubano dedicó el 12,8% del
PIB a la educación. Pero las transformaciones no acaban de llegar al
sistema nacional de enseñanza.

Por eso, muchos jóvenes apuestan por cursar estudios universitarios en
el extranjero. Los más optimistas señalan que, al menos en Cuba, todos
saben leer. Y eso les sirve de consuelo.

Source: Se buscan maestros en Cuba -
http://www.martinoticias.com/content/se-buscan-maestros-en-cuba/103410.html

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