¿Integridad o intolerancia?
noviembre 6, 2014 11:23 am·
Cuba actualidad, Lawton, La Habana, (PD) Una vez más, dispongo de la
oportunidad de debatir sobre las nuevas tendencias que alentadas por el
gobierno militar proliferan indetenibles en el espectro político cubano
e incluso en las –no para todos- playas amargas del exilio.
Se trata de los muy novedosos "agentes del no cambio", que de acuerdo
con lo recién etiquetado por otro entre muchos laboriosos promotores de
iniciativas truncas y proyectos frustrados, serían una contrapartida de
los políticamente correctos "agentes del cambio".
La nueva etiqueta puede colgarse por sí sola o puede acompañarse con
calificativos de intolerante, ya que en armonía con las nuevas
tendencias, quienes no estén a la moda dictada desde algún sitio
habanero de accesos restringidos, en lo adelante, podrán ser etiquetados
como "intolerantes".
Como se trata de confundir, engañar y a fin de cuentas, ganar otra
batalla, poco a poco una estrategia política bien diseñada por la
dictadura servirá entre otros fines para etiquetar a quienes se opongan
a ella como intolerantes "agentes del no cambio".
Entonces, quizás vendría bien antes de continuar, definir 'Cambio'.
Cambio, por sí solo, no significa necesariamente que sea bueno. Rusia,
China y Viet Nam cambiaron. Cada una de ellas pasó de las arcaicas
estructuras del socialismo real a novedosas formas de postmoderna
esclavitud política. Que la nueva forma de esclavitud y ausencia de
derechos haya ciertamente promovido pingues ganancias para una exigua
minoría nacional y para poderosos agentes externos del tal cambio, no
pienso que haga bueno un cambio que ciertamente tuvo lugar.
Los cenáculos de poder que desde sus espacios de ventaja y privilegios
los aceptaron y promovieron, quizás se prestaron un servicio limitado y
temporal. Dios quiera no les sorprendan submarinos o algún misil ruso,
chino o norcoreano.
Entonces, y sin temor a ser considerado intolerante, afirmo que no es
este el cambio que quisiera para Cuba.
Legitimar la ingeniería social que ha permitido a un grupo de poder
afirmarse en el mismo por más de cinco décadas con recetas totalitarias
de probada eficacia en Alemania nazi, Unión Soviética, China, Corea del
Norte, etc., no es ser intolerante y muchísimo menos, significa que se
esté "atrapado en la vieja forma de pensar". Se trata de primero aceptar
que ninguno de los pueblos reseñados logró escapar con sus medios de la
red totalitaria y esto no significa o significará que tal red haya sido
o sea del agrado de ninguno de estos pueblos.
Conceptos tales como integridad, jamás pasan de moda.
Entonces y en estos términos, no se legitima lo ilegitimable.
Leemos y es rigurosamente cierto, que se "debe considerar también al
exilio burocratizado, ese que depende de las ayudas federales del
gobierno de los Estados Unidos y cuyo cuerpo está a mitad de camino
entre los intereses de Cuba y los de su patria de adopción".
Solo discrepo, porque se trata de otra verdad a medias, y de forma
específica, en el punto de que no es ni fue nunca estar a mitad de
camino de nada. En realidad, ni les importan los intereses de Cuba ni
los de su patria de adopción, porque simplemente no tienen patria y para
ellos, el término integridad pasó de moda. Ha quedado demostrado -para
todo el que ha querido apreciarlo- que solo les interesa el dinero que
hoy logran sacar de las arcas federales de allá y que mañana piensan
sacar de la futura factoría totalitaria que promueven por acá. Así de
sencillo.
Tanto desacreditan la opción del cambio democrático real, "los que
apoyan con toda vehemencia los llamados -y es solo un ejemplo- a un paro
nacional, aunque sepan que no existen ni las condiciones objetivas ni de
otro tipo para poder realizar tamaña hazaña", como los que promueven lo
peor y enseñan la peor cara de la oposición pacífica interna en el
extranjero.
Luego de conocer personalmente a Laura Pollán y al humilde albañil
Orlando Zapata Tamayo y de saber del sacrificio de Pedro Luis Boitel y
otros de su estirpe, concluyo que mis héroes del panteón post moderno,
Lech Waleza y Vaclav Havel, se habrían quedado a medias en sus afanes de
haber contado con los "aliados" con que contamos en el presente.
Curiosamente, Walesa y Havel, cada uno estuvieron en su momento
exitosamente "atrapados en la vieja forma de pensar".
Sin temor de ser considerado intolerante, me afirmo en que existen
principios que no deben ser negociados. También, insisto en que existe
la marea roja. Afirmo además que cada descalabro que sufre en Cuba la
lucha por el cambio democrático real llega muy bien financiado por el
"exilio burocratizado" y formulado por promotores de un cambio
fraudulento y favorable al régimen a partir de "nuevas formas de pensar".
Estos positivos "agentes del cambio", afirmados en sus nuevas formas de
pensar, en ocasiones demandan desde la libertad de los cinco espías
convictos en USA hasta el levantamiento incondicional del embargo. En su
novísimo argot político, quizás hasta pretendan hacer pasar todo por
tolerancia frente a recurrentes desfasados, "atrapados en la vieja forma
de pensar".
Para Cuba actualidad: j.gonzalez.febles@gmail.com
Source: ¿Integridad o intolerancia? | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/integridad-o-intolerancia/
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