Sunday, November 04, 2012

Santiago, la bella Santiago

Santiago, la bella Santiago
noviembre 3, 2012
Rosa Martinez

HAVANA TIMES — Todos los cubanos hemos visto las imágenes publicadas por
los medios cubanos relacionadas con el desastre ocasionado por el
huracán Sandy en el oriente del país, especialmente en la ciudad de
Santiago, la segunda más importante del país y la más caribeña de todas.

El que más y el que menos se ha acongojado con la destrucción que dejó
atrás el fenómeno natural que entró en la Isla el pasado día 25 de
octubre y que provocó pérdidas de más de 2000 millones de dólares y dañó
más de 130 mil viviendas, 15 mil de estas destruidas completamente, solo
en Santiago de Cuba.

A las 6 de la mañana del mismo día del desastre traté de comunicarme con
los amigos y familiares de la hermana provincia. Fue difícil y caro, a
través de un celular, pero lo logramos, pudimos averiguar de las
personas queridas que habían sido más afectadas.

"Varios muertos", fue la primera gran mala noticia, "entre ellos un
recién nacido", la segunda peor, y por último, la no menos impactante:
"la ciudad de Santiago está destruida".

"¿Qué quieres decir con eso? ¿Cómo que destruida?", pregunté alarmada.
"Parece que pasó por aquí la tercera guerra mundial y no un ciclón", me
respondieron al otro lado, también desde un teléfono móvil.

Momentáneamente quedé muda, y como el teléfono que usaba tenía poco
dinero, decidimos tratar de comunicarnos nuevamente por otra vía.

Así mismo fue, mi primo Albertico llamó dos horas después desde un
teléfono de línea fija y fue cuando supe bien cómo había quedado la
ciudad de mis sueños.

Durante la segunda comunicación nos informamos primero sobre los daños
ocasionados a familiares y amigos, qué casa había sido afectada, si
había algún conocido entre los fallecidos y otros detalles sobre las
personas queridas en ambas provincias.

Afortunadamente la familia estaba sana y salva. No había ningún muerto
ni tampoco heridos, solo un primo que vive en San Pedrito había quedado
en la calle, ya lo habían acogido y recibía ayuda en lo posible. Entre
los amigos, dos quedaron sin techo y uno de ellos también sufrió
derrumbe de las paredes de su casa.

Después de esos detalles llegó la historia sobre la ciudad. "Bueno, dime
¿cuáles fueron los principales daños?", le pregunté al primo.

"No sé por donde empezar", me comentó. "Rosa, a Santiago hay que hacerla
nueva. Para que tengas una idea sencilla: no quedó ni un solo árbol, ni
uno, en pie; todos están en el piso o encima de las edificaciones o
casas; todos los postes y cables también están en el piso.

"Por arribita, te voy a mencionar las cosas que más recuerdo del
recorrido que hice esta mañana", continuó.

"De los dos coopelias no queda nada, acabó con las dos terminales de
ómnibus, se llevó la cubierta completa del teatro Heredia, afectó el
Guillermón Moncada y el Hotel Santiago, los 18 plantas de Garzón
perdieron ventanales completos, acabó con varios supermercados, la
Universidad de Oriente y la fábrica de ron. Y así, fue mencionando lo
que pudo recordar de lo que había visto o escuchado de otras personas,
fue simplemente horrible.

No me lo podía creer, en Santiago no quedaba nada en pie, la ciudad
había sido destruida completamente. No hubo fábrica, escuela, hospital,
bodega o supermercado, tienda recaudadora de divisa, museo, centro
cultural, institución deportiva, etc, que no sufriera daño.

Después de las palabras de Alberto, quedé inmóvil, sin saber qué decir o
qué hacer. El primer impulso fue salir corriendo para allá aunque no
pudiera hacer nada, ir aunque mi ayuda no sirviera de mucho, aunque mi
situación económica no me permitiera aportar gran cosa, pero estar allí,
para mis familiares y amigos, para la ciudad.

No lo hice ese día, yo también había sido damnificada, y debía colaborar
con la reparación de la casa de mis padres, que están viejos y no pueden
solos. Mi casa tampoco había escapado al huracán e igualmente necesitaba
reparaciones urgentes.

Pero fue solo cuestión de días, en menos de 36 horas fui a Santiago,
para ver con mis propios ojos lo que la furia de Sandy dejó allá, o
mejor dicho lo que no dejó.

http://www.havanatimes.org/sp/?p=74535

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