Publicado el viernes, 10.26.12
Voto negativo
Franklin Reyes / AP
Ariel Hidalgo
Hay palabras que se han gastado entre los labios de tanto pronunciarse y
hasta han perdido su significado original. Un ejemplo es el término
"demócrata", que desde Fidel Castro hasta Pinochet, todos la han
utilizado para autodefinirse. Otro término es el de "socialista".
Autodefinirse así y en nombre de esa ideología acaparar, desde la cúpula
del Estado, todas las propiedades, desde las grandes fábricas de los
capitalistas hasta los chinchales de los más humildes trabajadores, y
luego, como en días pasados, imponer candidatos para cargos públicos que
el electorado sólo tiene que "ratificar" con la excusa de que se trata
de un Estado "obrero" o "revolucionario" controlado por la "vanguardia
del proletariado" o del "pueblo unido", es perpetrar el fraude más
grande de toda la historia.
Vengo de un país así, donde todos los ciudadanos se ven compulsados a
asistir a las urnas cada cierto tiempo a sabiendas de que su voto nada
contará, pues hay un solo candidato para cada posición y ese candidato
ha sido filtrado por comisiones de candidatura o propuesto desde las
altas instancias, y la única opción –aparte de afrontar el riesgo de ser
represaliado por no asistir a las urnas– es dejar la boleta en blanco o
escribir cualquier otra cosa que no sea el candidato asignado por el
oficialismo. Y esta opción, que en los resultados finales sólo cuenta
como "boleta anulada", para nada cuenta, a no ser para hacer ver que hay
un grupo creciente de personas inconformes. Por eso, un insigne cubano
que desde La Habana se autoproclama "socialista democrático
participativo" ha propuesto cambiar este voto negativo por otro
afirmativo. La letra D en las boletas, propone Pedro Campos,
significaría simbólicamente Democracia en su más auténtico sentido,
aunque la conocida bloguera Yoani Sánchez decidió votar con todas las
letras y en gran tamaño: Democracia. Si esta propuesta tuviese amplia
difusión dentro de Cuba, es posible que el voto negativo desobediente
que ha ido creciendo en cada votación –en la del 2008 sumaba ya
1,441,021– se convierta en una votación positiva formidable a favor de
la democracia.
En los próximos días se celebra otro tipo de elecciones del lado de acá
del Estrecho de La Florida, un sistema donde el dinero, en última
instancia, es lo que cuenta en los cabildeos congresionales, en los
tribunales y en las campañas electorales. Con las contribuciones se
atiborra la mente de los electores por todos los medios masivos para que
vote por quien se quiere que se vote, y se soborna por anticipado al
candidato triunfador para que responda a los intereses de quien paga.
Los candidatos quedan así, atados por el partido que impulsa la campaña
y por los poderosos que la financian. Mi primer pensamiento, en otro
tiempo, fue no participar con mi voto en lo que consideraba otra farsa,
y no pertenecer a partido alguno porque ninguno puede alterar un sistema
donde predominan los grandes intereses bancarios –y esto se vio claro en
el 2008, cuando tanto demócratas como republicanos coincidieron en
salvar de la quiebra a los principales bancos en vez de suministrar la
ayuda a los trabajadores para que saldaran sus deudas, ya que es el
pueblo y no los bancos lo que es "demasiado grande para quebrar"– es
factible que uno de esos partidos más que otro se incline a mejorar las
condiciones de vida de los sectores sociales menos favorecidos. Por eso
confieso haber cometido un grave error al votar en el 2000 por el
Partido Verde, que aunque satisfacía en sus demandas muchas de mis
expectativas, no contaba con posibilidad alguna de triunfo, y por tanto
ayudé por omisión al ascenso de una funesta administración que arrastró
al país a una guerra arbitraria de miles de muertes, a un desastre
económico del cual aún no hemos podido salir y al déficit más grande de
toda la historia.
Hoy por hoy mi voto siempre es negativo, siempre un acto de protesta,
nunca a favor de nadie sino en contra de alguien, siempre por el menos
malo para oponerme al peor, hasta que un día aparezca, también aquí, una
propuesta que logre aunar los votos negativos de todos los que votan
como yo y los convierta en una propuesta afirmativa hacia una verdadera
democracia.
Infoburo@aol.com
http://www.elnuevoherald.com/2012/10/26/1330280/ariel-hidalgo-voto-negativo.html
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