Publicado el jueves, 10.25.12
Atrapados con salida
Alejandro Ríos
A propósito de las nuevas disposiciones del régimen cubano sobre las
salidas del país, donde, finalmente, el permiso del "gran hermano" es
puesto en solfa, estuve leyendo el retórico y cínico editorial del
diario Granma donde se subraya, sin un ápice de vergüenza que, "la
política migratoria de Cuba, a lo largo de todos estos años de
revolución, se ha basado en el reconocimiento del derecho de los
ciudadanos a viajar, a emigrar o residir en el extranjero y en la
voluntad de favorecer las relaciones entre la Nación y su emigración".
También abunda en cómo el llamado "imperio" siempre alentó y politizó la
salida del país, sobre todo desde la instauración de la Ley de Ajuste
Cubano, que ellos insisten en llamar "ley asesina", siguiendo la
costumbre de desacreditar todo lo que no concuerde con sus doctrinas.
Se habla del "robo de cerebros" y de seis mil médicos que partieron al
exilio, así como ingenieros y otros profesionales, alentados por cantos
de sirenas del gobierno de Estados Unidos.
Suprimen el motivo principal de la estampida, pues buena parte de esa
fuerza laboral, de la hoy diezmada clase media cubana, apoyó el albor de
la democracia luego de la leve dictadura batistiana pero cuando las
consultas, firmas de ingeniería y bufetes, entre otras entidades, fueron
intervenidas y la moneda nacional abruptamente cambiada para despojar de
ahorros y fortunas a sus legítimos propietarios, no quedó otro remedio
que partir hacia el vecino del norte, con quien se mantenían,
históricamente, las más preferenciales relaciones económicas y sociales.
Las salidas, sin embargo, comenzaron a ser manipuladas a semejanza del
estilo siniestro puesto en práctica por el llamado socialismo real
europeo donde el chantaje y secuestro de familiares, para mellar la
moral, se volvió una suerte de política migratoria.
El derecho a partir había que ganárselo laborando años en granjas
agrícolas. Otro aspecto del ensañamiento contra los "gusanos" era dejar
que se fuera una parte de la familia y retener al padre o a un hijo, por
ejemplo, en dependencia del nivel de crueldad que en ese momento
quisiera aplicarse.
Son de todos conocidos los desmanes del Mariel y en los años noventa mi
padre y mi madre añoraban escapar de aquel infierno y fueron castigados
durante cinco años, porque mi hermano mayor había desertado durante un
viaje a Nicaragua y así se lo hicieron saber personeros del Ministerio
del Interior.
Cada vez que él iba a indagar sobre el levantamiento de la condena sin
proceso judicial, debido al supuesto delito cometido por un hijo mayor,
recibía la misma respuesta: "Ciudadano, hay una disposición que le
impide salir del país por no haber impedido que su hijo escapara y ya
sabe que la pena es de cinco años". Mi padre les preguntaba que dónde
podía consultar esa ley y ellos insistían en decirle que era una resolución.
Cuando otro de mis hermanos partió para Rusia, con el fin de fugarse a
Estados Unidos durante una de las escalas del viaje, el gobierno cubano
le detuvo por largo rato a su esposa y su hijo, ambos rusos, bajo el
argumento de que no tenían el permiso del padre para regresar a su país
de nacimiento.
Ahora la ansiosa ciudadanía cubana, de cara al mes de enero con las
nuevas leyes, se divide en la arbitraria categoría de "vitales" y "no
vitales" para merecer otra suerte de versión del permiso de salida. Las
decisiones siguen cifradas en algún oscuro rincón del Consejo de Estado.
El chantaje y las tropelías no han terminado; la olla de presión, sin
embargo, está urgida de exhalar vapor.
http://www.elnuevoherald.com/2012/10/25/1330283/alejandro-rios-atrapados-con-salida.html
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