Tuesday, December 27, 2011

Noche mala y naviná

Noche mala y naviná
Martes, Diciembre 27, 2011 | Por Frank Correa

LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Entre los malos recuerdos
que guardarán muchos cubanos de este 2011, se contará sin dudas haber
sido testigos de las peores fiestas de Navidad de los últimos tiempos.

Aunque esta vez aparecían en las esquinas los carretilleros parqueados
con sus artefactos fabricados con los más increíbles recursos vendiendo
sus productos, y la carne de puerco no faltaba, la alegría fue la gran
ausente los días 24 y 25 de diciembre.

No fue solo la falta de dinero, ni los precios cada vez más altos de los
alimentos básicos lo que desmotivó al pueblo en estas fiestas
navideñas. Nuestra tristeza es ya existencial; la felicidad se ha
marchado de las casas de los cubanos; es el peso de la familia
destruida, separada lo que se sentía en las tristes felicitaciones y los
augurios de un 2012 mejor, que por puro hábito se trasmitían unos a otros.

La esperanza, que en lugar de ser lo último que se pierde, según el
proverbio, parece ser lo último que llegará para los más de 11 millones
de cubanos que este año se sentaron a la mesa ante un plato medio vacío,
que saborearon con sufrimiento y nostalgia de familiares y amigos
perdidos por tantas leyes injustas y una economía inválida.

Dania y Andrés, un matrimonio que reside en avenida 51, en Marianao,
históricamente festejaban la Noche Buena y la Navidad reunidos con su
numerosa familia hasta el amanecer, con mucha música y bullicio, pero
esta vez cerraron la casa y se fueron a dormir antes de la doce. Y la
falta de música no fue porque tuvieran el equipo de música roto. No
había dinero, porque a Andrés no le pagan su miserable salario hasta el
día 29, y además perdieron al hijo mayor en el estrecho de Florida
hace unos meses, cuando intentaba abandonar el país en una balsa rústica.

Marta, de 56 años y trabajadora de la fábrica del vidrio de La Lisa, a
las doce de la noche rompió a llorar de tal manera que tuvieron que
llevarla al policlínico a inyectarla. Tiene al esposo preso y sus
tres hijos que viven en la provincia Granma la llamaron por teléfono
para decirle que este año no tenían dinero ni siquiera para el pasaje
del viaje a La Habana.

Yamilé, recién graduada de la Escuela Nacional de Arte, tras mucho
esfuerzo logró comida y bebida para dar lo que pensó sería una buena
fiesta de Navidad. Varios de los invitados se emborracharon y la fiesta
terminó en una trifulca, le rompieron el televisor y varios adornos,
además le robaron dinero y unas prendas que guardaba en el escaparate
del cuarto.

Las calles de la ciudad a medianoche, al llegar la Navidad, estaban
vacías, oscuras, casi todas las casas cerradas y apagadas. La amargura
y la decepción fueron los verdaderos platos fuertes en esta Noche Buena
y las Navidades, que en tiempos mejores fueron las más importantes
celebraciones tradicionales de los cubanos. Claro preludio de lo que
serán las fiestas de fin de año y año nuevo para este pueblo, cansado ya
de andar por tan largo y tortuoso camino sin salida.

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