Lunes, Octubre 17, 2011 | Por Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -El filósofo polaco Leszek
Kolakowski afirmó que lo más importante en la lucha contra el comunismo
en su país fue el cambio de mentalidad de la gente, que comprendió que
sí se podía luchar contra ese sistema, y que no era inevitable. Ese
mismo sentimiento embargó a buena parte de los cubanos a partir de los
años noventa, lo cual, unido a la crisis económica que padeció la isla,
hizo que se desmoronara el supuesto consenso en torno a la revolución.
Y si una institución puede dar fe de ese desplome, esos son los Comités
de Defensa de la Revolución (CDR). Recorrer las cuadras cada 27 de
septiembre en la noche— vísperas de la fundación de los comités— durante
las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, era toparse con
actividades festivas por doquier. Incluso vecinos que no simpatizaban
con el gobierno, a veces tomaban parte en esas celebraciones, pues más
allá del elemento político, esas reuniones llegaron a propiciar un lugar
de encuentro para la familia cubana.
Todo fue muy distinto la noche del pasado 27 de septiembre. Mientras que
el coordinador nacional de los CDR, Carlos Rafael Martínez Miranda, y su
camarilla se iban hasta la ciudad de Cienfuegos para declarar
"vanguardia nacional" a esa provincia, la mayoría de las cuadras y
barrios de los municipios Cerro, Plaza de la Revolución y Centro Habana—
imagino que los restantes municipios habaneros estarían igual— se
hallaban sumidos en la tranquilidad de los sepulcros. Alguna que otra
caldosa aislada era incapaz de ocultar la apatía general de la población.
El mismo Martínez Miranda, de seguro conociendo que su organización en
la base apenas funciona, quiso ofrecer otro impacto mediático para
justificar la existencia, y por tanto los salarios, de los cuadros
cederistas en los niveles provinciales y nacional. Fue así como días más
tarde apareció en la prensa entregándole el Premio del Barrio al
trovador Silvio Rodríguez. Por supuesto, la ocasión fue propicia para
que los CDR tomaran partido a favor del laureado en la polémica que el
autor de Ojalá sostuvo con Pablo Milanés.
Algunos opinan que la no celebración de las fiestas en los CDR se debió
al hecho de que, debido a la mala situación económica que afronta el
país, el Estado no les pudo suministrar a los comités ningún
abastecimiento. Sin ignorar del todo ese criterio, es más preciso ubicar
la desidia cederista en la inoperancia paulatina que ha venido
experimentando la institución del chivatazo colectivo. En mi cuadra, por
ejemplo, hace ya mucho tiempo que no se celebran reuniones, ni se hace
guardia, ni se dona sangre, ni se recoge materia prima. Solo una vez al
año, por ese temor a señalarse que asalta a muchas personas, se paga la
cotización. Cotización de la que se nutren Carlos Rafael Martínez
Miranda y compañía.
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