Miércoles, Octubre 26, 2011 | Por Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Desde aquel día de junio de
1958 en que Fidel Castro se juró consagrar su vida a desarrollar una
guerra eterna con los Estados Unidos ese ambiente de confrontación
bilateral entre vecinos ha prevalecido y marcado los derroteros de
nuestra historia en el último medio siglo.
A lo largo de estos años el ex presidente Castro demostró la habilidad
necesaria para garantizar la plena vigencia del enfrentamiento político
para, con la magistral colaboración de sus adversarios de la otra
orilla, sostener el pugilato verbal y el discurso de plaza sitiada, sin
que el desencuentro llegue nunca a concretarse en un enfrentamiento
bélico que podría ser tan catastrófico como definitorio.
Cada vez que se han creado ambientes propicios para operar un cambio más
o menos significativo en la política norteamericana, que pueda redundar
en una mejoría sustancial de las relaciones y de paso restar argumentos
y sentido a la extrema intolerancia de las autoridades de La Habana, el
alto liderazgo se las ha ingeniado para llevar agua fresca al molino de
la confrontación.
En 1980 la crisis generada por los incidentes de la embajada de Perú en
La Habana matizada por el éxodo hacia Estados Unidos de más de ciento
veinticinco mil cubanos y los más abochornantes atentados a la dignidad
de los individuos, echaron por tierra los avances logrados durante la
administración del conciliador presidente Carter. Por otra parte el
derribo de dos avionetas de la organización de exiliados Hermanos al
Rescate, el 24 de febrero de 1996, sirvió para dinamitar los puentes de
distensión tendidos durante la primera administración Clinton, que
habían logrado sobrevivir incluso la crisis de los balseros de 1994.
Tras su abrumador triunfo electoral, el presidente Barack Obama ha
demostrado con medidas y acciones concretas su disposición a abrir el
camino a la normalización de las relaciones bilaterales, sin hacer
concesiones en los principios indeclinables que cimentan la modernidad
democrática.
Estas posiciones y los diseños de la Unión Europea para tender puentes
de comunicación y dialogo crítico, han tenido que enfrentar el arsenal
de inconsecuencias, manipulaciones y provocaciones con que las
autoridades han logrado mantener el muy conveniente ambiente de
crispación e inmovilismo.
La actitud del gobierno cubano de convertir a espías convictos y
confesos en bandera de confrontación política y el ensañamiento con que
ha tratado el tema del contratista norteamericano Alan Gross, condenado
a quince años de cárcel en Cuba, vuelve a demostrar la falta de vocación
de los jerarcas de La Habana para emprender el camino de la distensión
Con pesar podemos apreciar que la gerontocracia irreciclable, empeñada
en eternizar su poder, demuestra muy poca sensibilidad patriótica y
humanista para buscar soluciones consecuentes a los problemas y retos
que plantea el futuro de Cuba, pero además parece carecer de la
capacidad e imaginación necesarias para moverse en un ambiente global de
moderación y relaciones normales.
La sostenida retorica confrontacional y la represión recrudecida hacia
las crecientes manifestaciones de oposición, parecen indicar su
determinación de fortalecer los cimientos de la fortaleza inmovilista.
http://www.cubanet.org/articulos/inmovilismo-y-confrontacion/
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