Lagunas educacionales al descubierto
La politización en la enseñanza alcanzó y todavía se mantiene a tal
nivel, que la universidad continúa declarándose "un derecho solo de los
revolucionarios"
Oscar Espinosa Chepe, La Habana | 03/08/2011
Durante decenios, la propaganda oficial utilizó como bandera los
llamados éxitos educacionales. En su euforia triunfalista, los máximos
dirigentes llegaron a decir que Cuba era la primera potencia cultural
del planeta. Ciertamente, con posterioridad al triunfo revolucionario de
1959 se dieron pasos positivos en la enseñanza, con el despliegue de una
campaña alfabetizadora en todo el país, erradicando niveles de
analfabetismo que según el Censo de 1953, la fuente más seria de esos
años, alcanzaban al 23,6 % de la población de 10 y más años de edad. Un
problema asentado fundamentalmente en las áreas rurales, pues en las
zonas urbanas, según esa fuente, era de 11,6 %.
Estos datos reflejaban que la situación aunque inaceptable, no era tan
grave como en la mayoría de los países de la región; incluso varios
todavía tenían en 1995 índices de analfabetismo para poblaciones de 15 o
más años sustantivamente superiores a los de Cuba con anterioridad a
1959, de acuerdo a informaciones publicadas por UNESCO y CEPAL. No
obstante, representaba un problema real para el avance del país la
existencia de alrededor de un millón personas analfabetas, a la vez que
era particularmente injusto para el sector poblacional residente en
zonas rurales la carencia de oportunidades para educarse.
Además de la campaña de alfabetización, se hizo un esfuerzo para
establecer en esas áreas una cantidad apreciable de escuelas, donde
antes no existían. Por otra parte, se crearon programas de otorgamiento
de becas, que permitieron que muchos jóvenes de bajos ingresos, no solo
de procedencia campesina, accedieran a distintos niveles de enseñanza,
incluida la universitaria.
Desafortunadamente, el Gobierno utilizó estas positivas medidas para
hacer propaganda dentro y fuera de Cuba, y para controlar toda la
educación, luego de confiscar las escuelas privadas, lo cual le permitió
emprender un adoctrinamiento político masivo, con la implantación de una
enseñanza escolástica, impregnada de dogmas ideológicos que durante
decenios dañaron seriamente la formación de las nuevas generaciones, muy
en especial en los estudios humanísticos.
Así fueron diseñados y puestos en vigor planes educativos para ser
realizados totalmente en el campo con costos enormes y sin condiciones
idóneas, con largos períodos de separación de los jóvenes en edades muy
delicadas de sus familias. El objetivo era "crear un hombre nuevo"
mediante la combinación del estudio con el duro trabajo agrícola. A la
vez, los que permanecían en zonas urbanas, incluidos los universitarios,
estaban obligados a pasar meses en el campo haciendo labores agrícolas.
Todo ello en detrimento de la formación educacional.
La politización alcanzó y todavía se mantiene a tal nivel que la
universidad continúa declarándose "un derecho solo de los
revolucionarios", lo cual significa que cualquier pensamiento
independiente y honesto es incompatible con el acceso a los estudios
superiores, lo que obliga a la falsa moral y la hipocresía desde
temprana edad. Con el objetivo de demostrar la "eficiencia" de la
educación cubana se realizaban falsas promociones de prácticamente el
100 % de los educandos, lo cual por supuesto atentaba contra la calidad
y profundidad de los conocimientos.
Ese esquema se pudo mantener hasta la pérdida de la subvención
soviética. A partir de entonces fueron quedando al descubierto con mayor
claridad las deficiencias en la educación. Con la llegada del Período
Especial ocurrió un enorme éxodo de profesores hacia otros sectores o el
exterior del país para mejorar sus posibilidades económicas. Al mismo
tiempo, sin sustentación económica, el sistema educacional se ha ido
desmoronado paulatinamente. El régimen intentó resolver la carencia de
profesores con los llamados maestros emergentes, jóvenes estudiantes de
secundaria y pre-universitario, captados sin vocación ni experiencia,
preparados en pocos meses para impartir clases a adolescentes de su
misma edad. Otros serían maestros integrales, escogidos y formados en
similares condiciones, destinados a impartir prácticamente todas las
materias de la enseñanza secundaria. De forma triunfalista se
presentaron estos programas como ejemplos al mundo.
Las consecuencias de todas las barbaridades educacionales afloran de
diversas formas. El Gobierno, obligado a frenar la entrada masiva a las
universidades, ha tenido que convocar exámenes de ingreso. Los
resultados reflejan la mala preparación del estudiantado desde la
primaria. En 2011, a pesar de haberse dado oportunidad a repetir los
exámenes, en Matemáticas solamente aprobó el 53,9 % de los aspirantes,
anunciado como un "logro" pues en 2010 solo aprobó el 40,9 %. En Español
fue el 80,7 % frente a 73,7 % del año precedente; y en Historia de Cuba
hubo una regresión, al haber un 69,6 % de aprobados frente a 78,5 % del
periodo anterior.
En 2010 se realizaron exámenes de ortografía a los estudiantes
universitarios, con una considerable cantidad de suspensos. Ello obligó
a desarrollar cursos remediales de obligatorio cumplimiento para poder
graduarse. El Ministro de Educación Superior ha reiterado que de acuerdo
con la experiencia cubana solamente del 30 % al 40 % de los estudiantes
matriculados en las universidades terminan sus estudios, lo cual
representa enormes pérdidas financieras. Ha manifestado que a la
formación de los alumnos se destina de 5.000 a 10.000 pesos per cápita.
La considerable merma en la calidad de la enseñanza impartida ha
obligado a muchos padres preocupados con la formación educacional de sus
hijos, a buscar centros de estudio alternativos. Esto ha promovido el
auge de la enseñanza privada que, sin autorización oficial, crece con
rapidez, aunque con el inconveniente de constituir otro factor de
estratificación de la sociedad, en este caso entre los niños y jóvenes
cuyos padres pueden pagar los costos de la enseñanza particular, en
muchos casos ofrecida con pago en pesos convertibles, y la mayoría que
carece de esta posibilidad.
Paralelamente han existido problemas muy serios con la planificación de
los profesionales universitarios. Oficialmente se reconoció que en el
período 2005-2010 existió un déficit de 110.000 profesionales de las
ciencias técnicas, agropecuarias, naturales, pedagógicas, y matemáticas.
Mientras hay miles de egresados de otras carreras que exceden la
demanda, en particular de humanidades. Además, por muchos años se dejó
de priorizar la formación de técnicos medios y obreros calificados, por
lo que el déficit es grande de albañiles, carpinteros, plomeros,
electricistas, sastres, y otros, mientras los formados carecen de la
calificación adecuada. Se pretende resolverlo con premura, pero
evidentemente ello llevará tiempo.
La situación es aún más complicada, porque muchos profesionales no
tienen incentivo para ejercer sus especialidades debido a los bajos
salarios y las pésimas condiciones laborales. También carecen de
información científico-técnica y de acceso a Internet. Por tanto, existe
un intenso proceso de descapitalización intelectual, al tiempo que
muchos se han marchado del país o están decididos a hacerlo cuando
tengan la oportunidad.
En los últimos tiempos se adoptan medidas rectificadoras como el fin de
la escuela secundaria en el campo, los maestros emergentes e integrales
y las brigadas de estudiantes para laborar durante ciertos períodos en
la agricultura, como las Brigadas Estudiantiles de Trabajo (BET), las
Fuerzas de Acción Pioneril (FAPI), las Brigadas Universitarias de
Trabajo Social (BUTS). Esto responde fundamentalmente a las dificultades
económicas, aunque también podría haber incidido en estas decisiones
cierto sentido pragmático y dosis de racionalidad.
No obstante, se mantienen la intensa politización en la educación y
mientras los estudiantes del mundo entero pueden acceder a Internet y
beneficiarse de los conocimientos que aporta la red de redes, en Cuba se
mantiene prohibida a la juventud con consecuencias altamente dañinas
para su preparación intelectual y técnica, lo cual rebaja el nivel de
competitividad del país a escala mundial.
El futuro de la educación en un marco de aguda crisis económica no es
halagüeño, a pesar de las rectificaciones tomadas por el Gobierno de
Raúl Castro. Será extremadamente difícil mantener los gastos del
Presupuesto dedicados a esta actividad. De hecho, en 2010 prácticamente
no se incrementaron respecto al año anterior, tomando las cifras a
precio corriente, o sea sin tomar en cuenta la inflación prevaleciente.
Las inversiones fueron de 61,8 millones de pesos, 32,4 % del nivel de 2009.
La matrícula inicial total en 2010-2011 por tercer año consecutivo se
redujo. Esta vez en 21,3 % respecto a la del curso 2007-2008. En la
educación superior, la caída fue del 28,1 % con respecto a 2009-2010 y
del 36,4 % en comparación con 2007-2008. A pesar de estas preocupantes
disminuciones de la actividad educacional, el problema más grave
actualmente es dar trabajo a los graduados, en un país cuyo objetivo
inmediato es despedir la cuarta parte de su fuerza de trabajo ocupada,
sin que se permita a los profesionales ejercer por cuenta propia.
La educación, la salud pública y la seguridad social, por la deplorable
situación en que se encuentran y con los enormes recortes en los gastos,
impuestos por la acuciante crisis económica, ya no son ejemplos
utilizables con fines propagandísticos.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/lagunas-educacionales-al-descubierto-266324
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