Sobrino del Che acusa a Fidel de complicidad con la dictadura argentina
Por Inés Gaos
"Fue a cambio del dinero soviético", dijo Martín Guevara a Infobae
América. Escribe un libro sobre Cuba, donde vivió años, y sostiene que
Castro llevó al país a la destrucción.
Creció en la isla y hoy vive en España pero el acento todavía denota que
nació en el Río de la Plata. Y en un suburbio de la ciudad de Buenos
Aires escuchó a su padre, Juan Martín, hermano de Ernesto Che Guevara,
hablarle con cuidado de esa figura familiar e histórica al mismo tiempo.
Eran los años de la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse (1971-73) en
Argentina, los años del ascenso de las guerrillas en el Cono Sur, y
Martín Guevara era un niño. Importaba que no dijera algo peligroso en la
escuela. Sus héroes eran los personajes de las novelas de Emilio
Salgari, como Sandokán, el tigre de la Malasia, o Batman. El tío había
sido, en el fondo, sólo el hermano mayor de su papá y había muerto en la
selva boliviana.
Hasta el día que aterrizó en Cuba. "Nos recibe un grupo de personas
vestidas de verde olivo en coches Volga. Nos dan una suite en el Habana
Libre. Nos llevan a restaurantes", recordó. "Así me enteré que tenía un
tío que había muerto para que en ese país todos fueran iguales. ¡Pero
nos trataban como a ningún cubano, con unos privilegios tremendos! Vi
esa enorme contradicción, también."
La vio y la vivió durante diez años. "Papá nos llevó con la intención de
conocer, volver a Buenos Aires y ponerse a militar. Pero como el
panorama argentino se estaba poniendo feo volvió solo, pensando en que
podíamos seguirlo luego. Lo detuvieron durante el gobierno de María
Estela Martínez, la viuda de [Juan Domingo] Perón. Después vino la
dictadura y él siguió preso. Lo liberaron alrededor de mayo de 1983 y
nosotros regresamos el 17 de diciembre de ese mismo año."
Ese tiempo en Cuba agudizó las contradicciones de Martín Guevara. Estaba
exiliado mientras su padre corría peligro en la cárcel, porque la
dictadura secuestraba y desaparecía a los militantes como él. Incluso
hacía simulacros de fuga para ejecutar a presos políticos. Pero en el
país socialista que su tío había ayudado a construir nada se decía sobre
ese régimen.
A las 8 de cada mañana, al comenzar las clases, recitaba: "Pioneros por
el comunismo, seremos como el Che". Pero sus compañeros de escuela no
entendían por qué estaba exiliado si era argentino.
-Porque hay dictadura -les explicaba.
-No puede ser. ¿En tu país? No pasa nada.
No se hablaba en contra. Veíamos películas argentinas...", recordó
Martín. "Como con [Francisco] Franco: siempre hubo un intercambio
económico muy vivo y nunca Fidel habló mal de Franco ni Franco de Fidel.
¡Franco, 40 años de dictadura en España! ¿Será el simple hecho de la
atracción por el poder?"
Martín Guevara denunció el hecho en un artículo que publicó el diario
The Miami Herald (ver nota relacionada).
La Junta Militar que el 24 de marzo de 1976 había asaltado el poder en
Argentina había logrado que la Unión Soviética se convirtiera en su
comprador privilegiado de cereales; ese vínculo económico, importante y
prolongado, condicionó a todos los países satélites de la ex potencia
socialista. Cuba no se distinguió. Su presidente, Fidel Castro, ignoró
las violaciones a los derechos humanos que dejaron miles de
desaparecidos en el país del Che Guevara, muchos de ellos militantes de
izquierda inspirados o influidos por la revolución que ambos realizaron.
La dictadura argentina se proclamaba anti-marxista pero se beneficiaba
del comercio con la Unión Soviética. El ex general Jorge Rafael Videla y
sus cómplices incluso rompieron el boicot económico que los Estados
Unidos, supuesto faro ideológico de Buenos Aires, habían dictado contra
Moscú luego de la invasión rusa de Afganistán en 1979.
A esa hipocresía se sumó la de la izquierda, según Martín Guevara. "Una
y otra vez, los exiliados argentinos en Cuba veíamos cómo su principal
dirigente, Fidel Castro Ruz, en sus extensos discursos, jamás denunció
las prácticas fascistas ni dictatoriales en la tierra de quien había
sido, según él, uno de sus mejores amigos, de sus grandes guerreros, el
Che Guevara."
¿Qué se decía sobre la Argentina en Cuba?
No se hablaba mal. Eso es todo y a la vez es muchísimo. La economía
soviética se había comprometido con el plan quinquenal a comprar granos
a la Argentina y la Argentina a venderle por cinco años, y la orden para
los Partidos Comunistas fue no hablar de dictadura. Fidel lo cumplió.
Quizá a regañadientes, pero lo cumplió. Él no apoyaba a Videla pero no
hizo la menor crítica. Fidel no denunció a Videla a cambio del dinero
soviético. Como hijo de preso político, me decepcionó que Fidel se
entrevistase con Nicanor Costa Méndez, el canciller del brutal general
[Leopoldo Fortunato] Galtieri, y decidiese al fin apoyar a la Argentina
en una maniobra de distracción del campo popular, como fue la Guerra de
las Malvinas.
¿Por qué cree que estos hechos son casi desconocidos?
Sería interesante analizar qué ha pasado durante tanto tiempo para que
nos hayan secuestrado una parte del criterio. Porque se nos ha trabado
la lengua, por el hecho de ser de izquierda -y yo lo soy, una izquierda
a favor de todas las libertades posibles y una más- a la hora de
criticar a una dictadura que no sea de derecha.
En su caso, ¿por qué decidió escribir sobre esto ahora?
Estoy escribiendo un libro [ver nota relacionada] en el que por primera
vez hablo en primera persona del exilio, de Cuba y el hemisferio
oriental metido en Latinoamérica; del poder de la izquierda, de la
guerrilla y de la exacerbación de la violencia; de la gracia de los
cubanos para sobrellevar un sistema anacrónico en el bullicioso Caribe,
pensado en y para la fría Europa nórdica; de la ternura, la paciencia
inagotable y el sentido del humor de ese pueblo. Las contradicciones y
los claroscuros de mi vida, que venían pujando dentro de mí, se unieron
a lo que sentí en el aniversario de la muerte de [el disidente cubano
Orlando] Zapata, cuando se acercaba el congreso del Partido Comunista en
el que anunciarían medidas drásticas para el pueblo. En esos días hice
el artículo.
¿Por qué en ese momento?
Porque los hermanos Castro crearon un montón de organismos estatales,
destruyeron la iniciativa privada y encarcelaron a todo el que se
propusiera cosas muchísimo menos avezadas que las que propuso Raúl. Y no
han hecho un mea culpa. Yo me crié con la consigna "Socialismo o
muerte". Si no va a haber socialismo, no digo que se maten, pero podrían
irse. ¿Todo era para esto, para estar 50 años en el poder? En lugar de
avanzar hacia el comunismo, el socialismo cubano va hacia una sociedad
capitalista donde no hay un sindicato que proteja a los trabajadores.
¿Cree que las reformas no representan más que un recurso del poder?
Creo que son un ajuste a la realidad de la crisis económica cubana pero
tratando de salvaguardar la parcela de poder que han conseguido. Aun si
entendemos que era bueno el sacrificio de cientos de miles de exiliados,
miles de presos políticos y cientos de fusilados, ya en el año 1988,
después de la caída de la Unión Soviética, cuando se vio que no habría
una moneda, los Castro tendrían que haber sacrificado su parcela de
poder. Pero antepusieron sus intereses personales.
¿Cuáles son los problemas principales que identifica en la isla?
Antes de la Revolución, Cuba tenía grandes capitales norteamericanos
abusando del monocultivo pero también una burguesía cubana. Ahora
existen grandes corporaciones internacionales, que trabajan en dólares,
con obreros a los que se les paga muy poquito, y el Estado garantiza que
no van a hacer huelga, que van a estar felices por un dólar, que hablan
tres idiomas... Es brutal. Cuba termina su aventura de transformación
social con el mismo monocultivo de caña de azúcar pero con muchos menos
campos trabajados, con un enorme pozo de prostitución (que era con lo
que querían acabar), con un desempleo brutal, con un atraso
tecnológico... Es muy triste, porque el 90 por ciento de los
revolucionarios que llevaron a buen término el proceso revolucionario
durante la época de [el dictador Fulgencio] Batista, hasta que se
alcanzó la revolución, eran reflejo fiel de sus intenciones. Deseaban
restablecer la Constitución de 1940, realizar una reforma agraria
distinta, sumar a todos los sectores sociales que no fuesen despóticos.
¿Cómo ve a Fidel Castro hoy?
Es un enigma. En las pequeñas batallas ha sido casi invencible y eso no
ha cambiado. Pero la vejez, como a todos, y la pérdida de fortaleza
física, por su enfermedad, lo llevan a una reflexión sobre la vida y lo
que se ha hecho bien y mal. Creo que a él le pertenece, antes de
morirse, expresar algo, como cuando pidió perdón por los abusos
cometidos con los homosexuales. Pero Fidel hizo enormes traiciones,
enormes movimientos maquiavélicos en el poder... y la realidad le
demostró que con voluntarismo no se llega a ningún lugar. Ha llevado al
país casi a la destrucción. Si a Fidel le resta un poquito de deseo de
quedar bien para la historia, no querer desaparecer entre la tragedia
que ha provocado, debería pensar en eso.
¿A qué se refiere con las traiciones de Fidel Castro?
Muchas personas le achacan haber traicionado la revolución, haberse
perdido una posibilidad de cambio verdadero. Yo en Argentina me sentía
igual a todos, quizá porque era un chico y desconocía los bolsones de
pobreza, pero cuando llegué a Cuba, donde se suponía que todos eran
iguales, me encontré favorecido. No lo vio el que no tuvo ganas de
verlo, porque era obvio. Yo veía que todo era una mentira y empecé a
sentirme mal. Porque muchos disfrutamos de una calidad de vida sabiendo
que era una sátira y que nos hacía formar parte de una corrupción.
¿Cómo manifestó su malestar con la revolución?
Como rebeldía con mi entorno. Y en Cuba lo establecido era la
revolución. Vi cómo generaciones de personas se tiraron al agua. Cuando
fue la emigración del Mariel, fui a ver la Embajada de Perú donde se
habían hacinado 10.000 personas y pensé que en Cuba debía estar pasando
algo realmente malo. Un país donde no había hambre todavía, donde todos
tenían estudio, ¡qué fuerte debía ser la persecución!
¿Qué conclusión sacó?
El estilo de represión que se dio en el campo socialista es muy distinto
del estilo de represión del capitalismo. ¿Por qué nunca se ven
manifestaciones como se dieron en Chile, en Argentina o en otros países
con dictaduras? Porque la represión entró muy profundo en cada persona.
Un mecanismo muy perverso. Quizá con menos muertos y torturados, pero
con una cantidad de locos y de alcohólicos y de suicidas y de ahogados
que supera a los africanos que se tiran al agua para venir a Europa. De
eso hablo en el libro. Eso muestro, narro como si fuera una novela.
"
http://america.infobae.com/notas/23784-Sobrino-del-Che-acusa-a-Fidel-de-silencio-complice-con-la-dic
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