Manuel Rojas Pérez
Lunes, 25 de Abril de 2011
Lo que ha sucedido en Cuba esta semana no tiene parangón. Después de
más de cincuenta años de una dictadura que tenía como signo fundamental
la regulación estatal total de la economía, se decidió anunciar una
especie de renovación y apertura al mercado, con el agregado del retiro
de Fidel Castro como primer secretario del Partido Comunista Cubano.
Estos cambios, hay que decirlos, no son para celebrar, ya que
realmente no significan mucho. Sí, ya Fidel, a sus ochenta y cuatro
años, no será el primer secretario, pero su hermano Raúl, con setenta y
nueve, asumirá el cargo. Y para quienes tengan dudas de los cambios,
José Ramón Machado Ventura, el octogenario compañero de lucha, ocupará
el cargo de segundo secretario del partido. El congreso del Partido
Comunista Cubano que terminó el pasado martes en La Habana, después de
más de diez años de no realizarse, demuestra que el régimen de los
Castro sigue siendo la misma foto de una pesadilla congelada en el tiempo.
Sin embargo, sí se anunció un cambio de rumbo del sector económico:
por primera vez se habló de mercado, de una ley que aprueba la compra y
venta de casas y vehículos entre cubanos -aunque éstos no tengan nada
que vender- cuando esto era prohibido expresamente por el régimen, de
abrir puertas a la inversión privada, de la posibilidad de despedir a
cientos de miles de empleados públicos, de fomentar el trabajo privado,
de eliminar parte de los subsidios sociales.
Así, el solo hecho de que se nombre la palabra renovación,
especialmente en el sector económico, demuestra que algo -quizás mucho-
ha cambiado desde la perspectiva política castrista.
El gobierno de Castro se basó siempre en la necesaria ayuda de otros
gobiernos más fuertes económicamente. Así, Cuba vivió de la Unión
Soviética durante décadas, hasta que esta cayó a principio de los años
ochenta. No es un secreto para nadie que Castro fue lo que fue gracias a
que tuvo detrás al poderío soviético, como lo afirma Ricardo Martín de
la Guardia en su obra La Unión Soviética: de la perestroika a la
desintegración. Al caer su antigua protectora, Cuba vivió sus peores
años, a la deriva. Hasta que llegó un pendejo a quien sacarle fácil la
plata.
Al llegar Hugo Chávez a la presidencia venezolana, Cuba volvió a tener
un país protector, que lo defendiera en los ámbitos internacionales, y
especialmente, de quien poder vivir. Así, desde el año 2000 se mandan de
Venezuela miles de barriles de petróleo diarios; se hicieron refinerías
en Cuba; se trajeron cualquier cantidad de profesionales cubanos para
darles el trabajo que correspondía a los profesionales venezolanos.
Pero, con la reunión del congreso del Partido Comunista Cubano
pareciera que se mandan algunos mensajes, o por lo menos, que se están
preparando para la debacle de su actual chuleado.
Si en los años noventa Fidel no se abrió al mercado económico hoy sí
lo hace ¿Por qué? ¿Debilidad? Si de algo no sufre Castro es de eso. Me
inclino a pensar que Fidel, el aún gran cerebro detrás del Partido
Cubano y todo lo que se mueva en la isla caribeña, está simplemente
preparando el terreno, porque nuevamente Cuba se quedará sin país que lo
proteja económicamente, y podría ser, esta vez, para siempre.
Ya Fidel no decide resistir como lo hizo luego de la caída de la Unión
Soviética, sino que prefiere cambiar (palabra que es un pecado en el
ámbito comunista). Prefiere caer en el reformismo Fidel, antes de vivir
otros años noventa.
Se prepara entonces Fidel para el cambio de Gobierno venezolano en el
2012, para que se corte el chorro de dinero a la isla. Ese es el gran
mensaje del congreso del Partido Comunista Cubano.
Pero hubo otro recado directo para Chávez: Raúl dijo que un mandatario
no podía pasar más de diez años en el poder. Esa es la real
justificación de los cambios cubanos. El conocimiento -y reconocimiento-
que el gobierno chavista no ganará las próximas elecciones del año 2012.
Fidel no es tonto. Y Chávez lo sabe. Los mensajes son claros.
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