Tuesday, February 22, 2011

Jaque a la censura

Publicado el lunes, 02.21.11

Jaque a la censura
By GINA MONTANER

He tardado en comprender el alcance de las redes sociales cuando se
emplean para algo más que los chismes de patio de vecindad. Si los
indiscutibles atractivos de Facebook se me escapan (demasiada
promiscuidad compartida en el escaparate global), los trinos del pájaro
azul de Twitter han acabado por convencerme de que pueden ser muy útiles
para diseminar información rápida y concisa.

Ahí están los tuiteos urgentes de Yoani Sánchez y la tribu de blogueros
que desde Cuba cada día procuran sortear la estrecha vigilancia de los
policías cibernéticos, cuya misión es cortarle las alas al dulce pájaro
de una juventud que anhela cambios; y lo que finalmente me reconcilió
con las redes sociales y su capacidad de convocatoria frente a las
dictaduras, fue escuchar al egipcio Wael Ghomin relatar desde El Cairo
el papel que han jugado en su país Facebook, Twitter y los SMS a la hora
de aglutinar y animar a la gente a manifestarse. Es verdad que hay
escépticos como el autor Malcolm Gladwell en Estados Unidos y el
periodista bielorruso Evgeney Morazov, quienes afirman que se está
sobrestimando la fuerza de estas redes para echar abajo regímenes
autoritarios. Lo cierto es que, como en el caso de China, Cuba o Irán,
estos gobiernos intentan ejercer el control de la disidencia valiéndose,
precisamente, de la vulnerabilidad de unos medios que están a la vista
de todos y que pueden ser ``penetrados''. No es casualidad que en Cuba y
China están invirtiendo millones en centralizar el acceso a Internet y
las telefonías móviles. Es la única forma de seguir de cerca un
movimiento escurridizo y virtual.

Bien. Los gobiernos, incluido el de Estados Unidos, ahora empeñado en
perseguir criminalmente a Julian Assange y su WikiLeaks, no descansan en
su afán por controlar el flujo de información que no les conviene a sus
intereses. Y es en este ajedrez donde, por un lado, el poder mueve sus
fichas y en el otro extremo, los ciberutópicos (así los califica Morazov
en su libro El engaño de la red), mueven las suyas. De lo que se trata
es de darle jaque mate al otro antes de que elimine tus caballos de
batalla. Así ha sucedido en Egipto, donde, cuando Mubarak entendió que
la rebelión iba en serio, el pasado 28 de enero los genios informáticos
al servicio de la represión consiguieron activar un Kill switch que
interrumpió temporalmente el acceso a Internet. Fueron cinco días en los
que los jóvenes no pudieron tuitear ni ``colgar'' en el muro de Facebook
invitaciones a protestas. Al fin, gracias al ingenio y la solidaridad de
los internautas que se movieron como anguilas en busca de alternativas
tecnológicas, la luz se hizo de nuevo en el ciberespacio. Lo demás es
historia. El que fuera hombre fuerte durante tres décadas hoy se lame
las heridas de la derrota a orillas del Mar Rojo.

Toda revolución tiene su contrarrevolución. Si desde la jefatura se
hacen con un Kill switch o modos de (contra) hackear a los díscolos
hackers que operan al estilo de la Lisbeth Salander del novelista Stieg
Larson, éstos, a su vez, no se dejan comer el terreno. Un profesor de la
Universidad de Columbia, en Nueva York, está sacando adelante el Freedom
Box, un aparato del tamaño del cargador de un móvil, que podría
desactivar el bloqueo de los Kill switch institucionales. La cruzada por
la libertad se está librando en la blogosfera.

Puede que, como apunta con pesimismo el bielorruso Morazov, se estén
depositando demasiadas esperanzas en las redes sociales para derrocar
las autocracias que plagan el mundo. Pero es indudable que para las
nuevas generaciones el vértigo de la inmediatez y lo efímero incita a la
movilización espontánea y contagiosa. De ser axioma la insoportable
levedad de estas herramientas virtuales, los (des)gobiernos no se
molestarían en contraatacar con sus Kill Switch. Si no, que se lo
pregunten a Mubarak.

Twitter: @ginamontaner

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http://www.elnuevoherald.com/2011/02/21/890412/gina-montaner-jaque-a-la-censura.html

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