Friday, April 09, 2010

CIEGO Y SORDO

CIEGO Y SORDO
2010-04-09.
Elías Amor, Economista ULC

(www.miscelaneasdecuba.net).- El castrismo no se mantiene ciego y sordo
ante las protestas que emergen de la sociedad civil o en los distintos
países del mundo. No sólo están atentos a la situación interna en la
Isla, sino también a la reacción internacional de las democracias, sobre
todo la Unión Europea, hacia los atropellos cometidos con los presos
políticos, los disidentes y las Damas de Blanco.

Que nadie piense que, un régimen que ha dado muestras más que
suficientes de su capacidad para sortear momentos especialmente
complicados a lo largo de tantos años de existencia, no tiene capacidad
para escuchar, analizar y desentrañar el estado de la opinión pública, y
aplicar los métodos más convenientes para garantizar su único objetivo:
permanecer en el poder.

Quienes piensen que el castrismo no escucha ni ve lo que sucede a su
alrededor, está sencillamente, equivocado.

El castrismo sabe muy bien lo que sucede en Cuba. Y actúa de la forma
que considera más conveniente para sus objetivos. Desde hace años, los
sistemas de análisis sociológico y de evaluación de la opinión pública
dentro de la Isla se han ido especializando y adquiriendo cada vez más
capacidad y sofisticación, con estrechos vínculos con la cúpula de poder
que dirige el país. El castrismo ha mostrado una extraordinaria
habilidad para escudriñar, perseguir, acosar e intimidar a cualquier
sector de la sociedad que levantaba su voz, y ha sido capaz de ello,
porque previamente contaba con la información necesaria para
cortocircuitar cualquier movimiento adverso.

Por ese motivo, no ceden. Y acusan a los presos políticos de
mercenarios, y a los disidentes de lacayos al servicio del Imperio. Y
atacan a las Damas de Blanco con impunidad en sus protestas pacíficas en
las calles de la Habana. Y sacan a los batallones de respuesta rápida
para intimidar a los miembros de una familia de opositores. Y mantienen
una situación de tensión en la Isla para atemorizar a los sectores de la
población, la iglesia, los defensores de derechos humanos, las
cooperativas independientes, los profesionales organizados, dispuestos a
protestar porque ya no aguantan más al régimen.

Represión, control y vigilancia, uso del miedo sin límites, son las
armas que utiliza la dictadura castrista para enfrentarse a un enemigo
peligroso que tiene dentro de la Isla, un enemigo al que, menosprecia,
teme y qué duda cabe, pretende extinguir de cualquier modo.

A nivel internacional, las embajadas del régimen han actuado como focos
de investigación y análisis continuo de la opinión pública
internacional, desplegando iniciativas de forma directa o indirecta, vía
apoyo económico a entidades y personas más o menos afines, para
reivindicar la gestión de la "revolución", y en un buen número de casos,
recurriendo a la extorsión y el chantaje como medio de doblegar
voluntades. Todavía se recuerda la existencia de cámaras de televisión
en las calles de La Habana y en los hoteles para grabar escenas de
turistas y personajes de cierta relevancia con el objetivo de silenciar
sus voces de crítica o protesta.

Por ese motivo, la reacción internacional del régimen es "acusar al
Imperio" de poner en marcha una campaña sin precedentes contra la Isla.
El embargo se queda pequeño. Ahora se trata de una campaña de
aislamiento, hostigamiento y de marcado carácter belicista para acabar
con la "revolución". Y se pide el apoyo expreso de aquellos pocos que
todavía defienden el castrismo, como Willy Toledo o Santiago Carrillo,
que compara a los presos políticos cubanos con las muertes en
Afganistán. Y sin quebrar la voz, se ataca a la Unión Europea, a
cualquier país del mundo que se mantiene ético y digno hacia la barbarie
del comunismo en Cuba. Ya lo creo que escuchan y actúan.

El dominio de los medios de comunicación social, la prensa, radio y
televisión únicas, vinculadas al partido único, al mensaje único que
emana directamente del poder omnímodo de los Castro, ha servido para
centralizar el pensamiento, la acción y reacción de todos los sectores
sociales de la Isla, en torno al régimen. Ese es el gran reto que tienen
los disidentes y opositores al régimen dentro de Cuba. No va a resultar
fácil actuar contra esa barrera, si previamente no se producen
movimientos de transformación. Raúl Castro lo sabe, y por eso, niega de
forma sistemática cualquier apertura informativa en la Isla. A la prensa
independiente se la criminaliza, a los blogueros simplemente se les
considera enemigos de Cuba y se les aplica la legislación penal.

Por todo ello, no conviene pensar que el régimen castrista está ciego o
sordo. Es responsable directo de todo lo que está ocurriendo, y de lo
que ya ha sucedido, como la muerte en prisión de Orlando Zapata Tamayo.
Es culpable de que Fariñas, y otros siete presos y disidentes se
mantengan en una huelga de hambre que pone en peligro sus vidas. Pero
que han mostrado al mundo, y sobre todo a Moratinos, que sigue
convencido de que es necesario hablar con el castrismo para ayudar a los
presos políticos, que están firmes en sus convicciones, que son
personajes que ya han pasado a la historia de Cuba, y que con su gesta
heroica están arrastrando a muchos a una posición en la que nos hemos
mantenido durante años: el castrismo no sirve, y hace falta sustituirlo
ya por la democracia.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=27060

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