Wednesday, March 17, 2010

De que callada manera

De que callada manera
pablo_milanes

Caminar al borde y decir justo hasta el límite es práctica obligada para
ciertos artistas críticos que aún radican en Cuba. De vez en cuando nos
regalan una frase salpimentada de inconformidad que sale publicada en
los periódicos extranjeros, aunque los nacionales no se hagan eco de
ella. Con un pie fuera y el otro dentro de la Isla, debe ser difícil
pasar de expresarse en voz alta a hacerlo en un murmullo. Las largas
estadías en el extranjero se han convertido así en un catalizador de
opiniones para algunos representantes de nuestra cultura. Evidentemente,
la interacción con otras realidades-con sus logros y sus problemas-hace
que las consignas triunfalistas suenen muy lejanas y la intolerancia del
patio se torne insufrible.

La última entrevista de Pablo Milanés tiene, por un lado, la mesura que
le evita quemar las naves del retorno y por otro la osadía de quien está
muy preocupado con lo que ocurre en su país. Hay un riesgo enorme, sin
dudas, en clasificar como "reaccionario de sus propias ideas" a quienes
nos gobiernan y han censurado a tantos escritores, músicos y actores por
decir muchísimo menos. El autor de Yolanda transita así por el filo de
una hoja, sobre la que otros han terminado despedazados. Lo protege en
ese empeño de sinceridad su renombre internacional y la simpatía que le
profesa gente de todas partes y de múltiples generaciones. A un
desconocido trovador de barrio se la harían pagar muy cara, pero a Pablo
lo necesitan.

La emigración ha marcado demasiado el nivel artístico de nuestros
escenarios. No sólo se han ido en masas mis colegas de la universidad y
mis contemporáneos del barrio, sino que la cultura cubana tiene un
porciento de sus representantes –que algunos cuantifican y califican
como mayoritario– fuera de nuestras fronteras. Perder –ahora– esta voz
potente sería reconocer que quienes compusieron el fondo musical que
acompañaba la construcción de la utopía han dejado de creer en ella. Por
eso no van a publicar en la web de ninguna institución oficial una
diatriba agresiva y amenazante contra la franqueza del entrevistado.
Tampoco le dejarán saber en el consulado de Madrid que ya no es bien
recibido en su propia patria, ni lo acusarán de estar hablando con
palabras del "Amo del Norte". Ninguna de esas estrategias
estigmatizadoras será desplegada contra Pablo, pero en los conciliábulos
ministeriales y en los cerrados círculos del poder no le perdonarán
haberse comportado como un hombre libre.

http://www.desdecuba.com/generaciony/?p=3086

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