Hillary y Los Aficionados
By ARMANDO GONZALEZ
En mi ciudad natal, Cárdenas, Cuba, a principios de la década de 1950 el
recién construido Teatro Cárdenas presentaba todos los viernes el Show
de Aficionados. Esta versión provinciana y modesta de American Idol fue
un éxito desde el primer día. Los dueños del teatro contribuían con una
pequeña orquesta y los cardenenses que se creían con talento escénico se
inscribían, se sometían a un ensayo de calificación y, si eran
escogidos, se sometían entonces a la prueba de fuego de los viernes:
desplegar sus talentos ante cientos de sus vecinos que colmaban el teatro.
Un tribunal compuesto de tres distinguidos cardenenses juzgaba los
méritos de los artistas aficionados. Ese juicio incluía la potestad de
interrumpir cualquiera de las actuaciones si esta era considerada por
debajo de los límites de calidad artística deseables. A ese efecto cada
uno de los tres miembros tenía delante una campana de mano que no
vacilaban en usar cuando estimaban necesario. Muchas veces, el público
se adelantaba al tribunal cuando algún excitado miembro de la audiencia
les sugería, a toda capacidad de sus pulmones: ``¡Tócale la campana!''
Esto era duro para los artistas aficionados. Pero era el precio a pagar
por aspirar a ser lo que aún estaba fuera de su capacidad y talento.
El presidente Obama, la secretaria de Estado Hillary Clinton y su staff
de política exterior me recuerdan a los artistas aficionados de
Cárdenas, especialmente en el caso de Honduras. Claro que los artistas
aficionados de mi pueblo tenían, al menos, una excusa plausible: a ellos
no les pagaban por su actuación.
Pero el staff de Hillary no tiene esa excusa. Se supone que sean
profesionales expertos en su área. Y que se dediquen a crear,
desarrollar e implementar una política exterior que vele por los mejores
intereses de la nación y se adhiera a los más altos principios morales
que nuestra cultura propugna.
En su lugar, esta pandillita de aficionados, su jefa y el jefe de ella
han empantanado la nación en una ciénaga centroamericana donde
integramos el bando de Chávez, Correa, Morales y Ortega. Donde se niegan
a racionalizar la realidad hondureña a la luz de los hechos y se dejan
arrastrar por lo peor que América Latina ofrece.
Las instituciones de gobierno de Honduras procedieron, unánimemente, a
aplicar su constitución y sus leyes cuando un presidente
democráticamente electo trató de usar su poder para, disimuladamente,
filtrar el catecismo castrochavista en el gobierno hondureño. Hillary y
Los Aficionados ignoraron un reporte emitido por el Servicio de
Investigación del Congreso de Estados Unidos que, entre otras cosas
dice: La Corte Suprema de Honduras tiene la autoridad constitucional y
estatutaria para escuchar casos contra el Presidente de la República y
muchos otros altos funcionarios del Estado, para adjudicar y velar por
el cumplimiento de fallos, y de solicitar la asistencia de la fuerza
pública para hacer cumplir sus determinaciones.
Pero, a pesar de todo esto, Hillary y Los Aficionados más el director de
la orquesta continúan unidos en su posición hacia Honduras, acompañados
por los mismos personajes que, hace sólo unos días, se reunieron en Isla
Margarita, para entre otras cosas recibir calurosamente y codearse con
personajes como Robert Mugabe, el infame dictador de Zimbabwe.
Mientras tanto, el presidente depuesto de Honduras, Manuel Zelaya, con
la complicidad de la cancillería de Brasil, volvió a Tegucigalpa y se
acogió a la protección de la embajada de Brasil que, con esta acción, ha
cometido un acto imperdonable de injerencia en la política del gobierno
de Honduras. Pero Hillary y Los Aficionados no han abierto la boca para
denunciarlo. Y el presidente Obama mucho menos. El ha tenido las manos
llenas con su principal proyecto: conseguir la sede de las Olimpiadas
2016 para Chicago. Mientras tanto, en Honduras, el gobierno del
presidente Micheletti se apresta a hacerles frente a las protestas
callejeras incitadas por Zelaya desde su refugio en la embajada
brasilera y favorecido por la inacción de Hillary y Los Aficionados
(Obama estará en Dinamarca, muy ocupado para estos menesteres menores).
Va siendo hora que la opinión pública de Estados Unidos se dirija a
Hillary y Los Aficionados y, a toda capacidad de sus pulmones grite:
``¡Tóquenles la campana!''
ARMANDO GONZALEZ: Hillary y Los Aficionados - Opinión - El Nuevo Herald
(5 October 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/558786.html
No comments:
Post a Comment