2008-10-02.
Lázaro Rosa
(www.miscelaneasdecuba.net).- Red Deer, Canadá.- Para mí la única
diferencia que ha existido entre los dictadores de derecha y los de
izquierda es que han cambiado de manos para disparar a matar. Luego de
profundas lecturas sobre sus métodos y caprichos, no he observado
distinción alguna entre Stalin, Mobutu Sese Seko, Pinochet, Videla,
Trujillo, Fidel, Franco, Ceausescu, entre otros ejemplares de esta, casi
extinguida, especie salvaje y agravante de bípedos.
Hagamos ciertos viajes por los sucesos históricos para tener una mejor
comprensión de lo que digo.
Castro ha matado (sigue matando) a nombre de los basamentos ideológicos
que ha enarbolado su régimen dictatorial so pretexto de defender sus
"causas popularistas". Trujillo hacía lo mismo en República Dominicana,
sus crímenes, según él, siempre tenían una razón de ser.
Pero incluso el dictador dominicano (leamos La Fiesta del Chivo de Mario
Vargas Llosa) también se las daba de antiamericanista y defensor de la
supuesta soberanía nacional de su sufrida nación.
Estas actitudes han sido un denominador común en todos los sátrapas. El
hacer y deshacer como les ha dado el deseo poniendo siempre como
justificación sus abismales discrepancias con la mayor democracia
mundial, los EE.UU.
El mal nacido cubano, cuando la crisis de Octubre de 1962, llegó al
extremo de la soberbia al pedirle al líder soviético Jruschov que fuera
el primero en lanzar sus misiles atómicos contra los yanquis sin
importarle, ni pensar, en que iba a ser Cuba (y con ella todo su
enardecido y usado pueblo) la primera que desaparecería para siempre
tragada por las aguas del Caribe.
Todo lo que ha venido, partido, del señor Castro ha tenido buenos roces
con la demencia y el genocidio, esta ha sido una constante en todas esas
grandes recaídas históricas conocidas como dictaduras.
Stalin defendió también su macabro y espantoso acervo ideológico creando
los Gulags siberianos donde murieron miles, quizás hasta millones, de
inocentes soviéticos cuya única culpabilidad tal vez fuera la de haber
vivido dentro de las fronteras del comunismo.
Más acá en el tiempo, tras la caída del muro de Berlín y por
consiguiente de todo el patrimonio rojo de la Europa Oriental, La Habana
se sumergió en ese oscuro laberinto llamado Período Especial.
Esta fue la segunda ocasión en que Castro prefirió la desaparición total
de mujeres, niños, ancianos, hombres; en fin, de todo un país, antes de
ceder el poder político por defender, según la bestia, los logros
sociales (entiéndase antes que nada los pilares ideológicos) de su
maltrecha "revolución".
Hoy en día nos tropezamos con más de lo mismo. La proverbial ideología
marxista tiene mucho más peso, para este último representante de una
peligrosa especie casi extinguida de dinosaurios, que las necesidades
infrahumanas que padece en su generalidad el pueblo de Cuba.
¿Qué clase de revolución ha sido esta que ha demostrado, por encima de
todas las cosas, el estar dispuesta en conducir a toda una nación a su
desaparición física, en nombre de sus ridículos conceptos y panfletos
teóricos, antes de escuchar y comprender los verdaderos y asfixiados
reclamos populares?
Con este artículo he pretendido exponer la anatomía política de un viejo
y enfermo dinosaurio que por desgracia, hace de ello ochenta y dos años,
abriera sus ojos sobre el territorio cubano.
¿Cuánto tiempo seguiremos padeciendo tantas insoportables aberraciones?,
nadie sabe, sólo Dios.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=17407
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