Ante el desastre nacional
OSCAR ESPINOSA CHEPE
Espeluznantes son las escenas mostradas por la televisión cubana sobre
los desastrosos efectos del huracán Gustav en la Isla de la Juventud y
la provincia de Pinar del Río. Según datos preliminares publicados, en
la última resultaron dañadas tantas viviendas como las provocadas por
los 14 eventos meteorológicos que azotaron sus territorios en los
últimos 8 años. Hasta la fecha, la contabilización arroja unas 90,000
viviendas afectadas, muchas de ellas derribadas totalmente, sin contar
todavía las del municipio de Bahía Honda.
Posiblemente cuando se conozcan las cifras definitivas, el fondo
habitacional dañado por los fuertes vientos de Gustav podría rebasar más
del 50% del existente en toda la provincia de Pinar del Río. Respecto a
la Isla de la Juventud, aunque no se ha divulgado el total de viviendas
afectadas, por las vistas de la televisión puede afirmarse que la
devastación sería mayor que en aquella provincia.
A esto se suma la destrucción de los sistemas eléctrico y telefónico,
con cientos de torres de alta tensión derribadas, miles de postes
eléctricos y telefónicos partidos o desplomados, y miles de kilómetros
de cables arrancados. Adicionalmente, los efectos sobre edificios
públicos han sido inmensos, con hospitales, muchas escuelas y almacenes
dañados, y la pérdida de gran cantidad de mercancías.
El huracán también causó daños en la provincia de La Habana, donde
arrasó con importantes cultivos agrícolas, en especial las plantaciones
de plátano, cítricos, arroz, viandas y vegetales, así como desbarató más
de 3,000 casas de curar tabaco, cuando el cultivo de la solanácea
debería comenzar dentro de unas semanas.
Hay que resaltar que la zona oriental de Pinar del Río y la provincia de
La Habana son de las regiones más fértiles en la agricultura cubana, por
lo que los daños tendrán grandes perjuicios para la economía del país,
en momentos en que los rendimientos en otras zonas resultan muy bajos y
se acrecienta la dependencia de las compras de alimentos en el exterior
para satisfacer las necesidades nacionales, coincidiendo con el
incremento de sus precios internacionalmente.
Este huracán, que todos señalan como el más poderoso en décadas, llegó
en instantes dramáticos para toda Cuba, porque en los casi 20 años de
crisis profunda en la sociedad se han acumulado problemas de todo tipo
hasta crear grandes carencias y estrecheces para el pueblo, ahora
incrementadas con este fenómeno natural. Situación difícil de enfrentar
por la falta de recursos nacionales y debido a la existencia de un
gobierno inmovilizado por sus múltiples contradicciones internas.
Hoy más que nunca se requiere la unidad de todos los cubanos, y dejar a
un lado los prejuicios doctrinales y los agravios del pasado, en aras de
reconstruir una nación que se desmorona. A la vez hay que movilizar
todas las fuerzas y el potencial del país, y dejar atrás concepciones
absurdas, para solicitar la solidaridad internacional. En primer lugar,
debe recibirse la ayuda que tiene el derecho de enviar la comunidad
cubana en el exterior.
Asimismo, es necesario dirigirse a las instancias de las Naciones
Unidas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales para recibir la
asistencia que merece el pueblo cubano en estos duros momentos. No hay
cabida para odios ni diferencias políticas. Si países vecinos desean
brindar su cooperación enviando ayuda, debe aceptarse.
En primer lugar debe pensarse con responsabilidad en los miles de
compatriotas que padecen el sufrimiento de perder sus pertenencias y
moradas, además de sufrir la miseria derivada de los efectos de este
terrible huracán. Por encima de diferencias y rencillas, la tragedia
nacional impone recordar que todos somos cubanos.
Economista y periodista independiente cubano.
No comments:
Post a Comment