Friday, April 04, 2008

Añoranzas conservadoras

Sociedad
Añoranzas conservadoras

Divorcio, padres, hijos y educación: ¿Cuál es el futuro de la familia
cubana?

Luis David Pardo, Santiago de Cuba

viernes 4 de abril de 2008 6:00:00

Ana Laura es una niña algo "extraña". En el aula de cuarto grado, es la
única hija de padres no divorciados, por lo que carga con todas las
burlas en las conversaciones escolares sobre sexualidad y preparación
para la vida.

El chiste es todavía peor cuando Laurita, como la llaman sus abuelos,
comprueba que las costumbres de esperar la Navidad, dormirse con las
fábulas de príncipes y cerditos que le narra su papá, o de "no
interferir en las conversaciones de los mayores", no las observa en las
casas de sus amigos.

"La vida de mis compañeritas de aula es distinta, a muchas de ellas sus
madres les presentan un nuevo 'tío' a cada rato y hasta les dejan
comprar vídeos de perreo", dice. Ana Laura no entiende el tema y
pregunta a su madre desde los diez años: "¿Una tiene que tener siempre
el mismo papá?".

La cuerda rota

En Cuba ha aumentado la cifra de divorcios en más de un 300%, con
respecto a veinte años atrás. La preocupación ha transitado por los
pasillos de las oficialistas organizaciones de masas y los llamamientos
han sido contundentes: "se tienen que analizar las causas".

Los números rojos aparecieron a raíz del último Censo de Población y
Vivienda, organizado por el gobierno a principios de la década, donde se
conoció que la inmensa mayoría (se hablaba por aquel entonces de más de
la mitad de los casos registrados) de los matrimonios se divorciaban
antes de los diez años de haberse consumado.

A la tarea de investigar las posibles causas que lo ocasionaban se
sumaron la Universidad de La Habana, la Federación de Mujeres Cubanas
(FMC), la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y algunos trabajadores
sociales. Los resultados del análisis no se hicieron esperar. Aunque el
Estado no se ha publicado versiones completas, algunos números se han
filtrado.

"Es increíble el nivel de informalidad que han tomado las relaciones de
pareja", declaró a ENCUENTRO EN LA RED una activista en Santiago de Cuba
de la oficialista FMC, quien exigió no fuera revelada su identidad.

Al preguntársele por las posibles causas, aseguró: "La llegada del
período especial cambió el pensamiento y el accionar de los cubanos.
Antes uno se casaba por amor, porque le gustaba la persona. Ahora todo
ha cambiado, la búsqueda de soluciones económicas ha resquebrajado los
conceptos morales de muchas personas".

Sin embargo, el asunto se complejiza aún más cuando se comprueba que del
total de parejas que se unen, sólo el 35% lo hace por la vía oficial.
Conceptos como "juntarse" se convierten en cotidianos, pero también esa
inmensa mayoría recoge los mismos malos frutos y hacia ellos también van
dirigidos los estudios del gobierno.

Marla es madre de dos niñas, de ocho y once años, respectivamente. Vive
en el reparto Abel Santamaría: "Mis hijas son de distintos padres, pero
nunca me he casado oficialmente con ninguno". Sin vínculo laboral, vive
con el resto de su familia en un apartamento de dos habitaciones.
"Siempre quise formar un hogar, de esos que salen en Cuando una mujer
(programa de la televisión nacional que aborda temas relacionados con la
familia desde conceptos sociales idílicos), pero ningún hombre quiere
compromisos hoy en día", alega.

Ahora forma parte de las personas incluidas en los programas priorizados
por la oficialista Comisión de Prevención y Atención Social. "Quieren
ofrecerme trabajo y me preguntan constantemente cómo educo a mis hijas.
¿Cómo lo hago? Con el corazón, luchándola a cada instante, pero sola",
concluye.

Nuevos conceptos, ¿nuevos valores?

En un reciente artículo publicado por la revista Bohemia con el título
"Romeo y Julieta en tiempo de reguetón", se intenta dar un matiz
abstracto y poco peligroso al problema. La periodista fue a la caza de
la doctora Patricia Arés, presidenta de la Sociedad de Psicología de
Cuba. En sus declaraciones, la entrevistada asegura que, entre otros
factores, en los últimos años se han promovido nuevos métodos
matrimoniales que eran casi nulos en el país antes de los noventa.

Se trata de los llamados "noviazgos convivientes", una forma "de dilatar
el noviazgo, no siempre con miras al matrimonio, en una situación de
convivencia media con los padres", según Arés.

Para la población, la fórmula es más sencilla: casarse cuesta mucho hoy
en día y mantener el matrimonio, aún más. No en vano los problemas de
convivencia ocupan un lugar destacado entre los principales conflictos
de pareja, según estudios realizados por especialistas de la Sociedad de
Psicología.

"Nunca tuvimos la más mínima intimidad. La casa tiene dos cuartos y
viven diez personas, fueron complicándose las cosas y tuve que irme de
allí", asegura un joven de treinta años, divorciado hace poco tiempo.
"No me hubiera gustado dejarla, pero cuando tuvimos el niño, perdimos
todo tipo de contacto sexual y tuve que resolver mi problema en otro lado".

Sin embargo, las organizaciones oficialistas intentan ocultar un
problema, que es parte fundamental del descalabro matrimonial existente
en Cuba en estos momentos, según opina David, sociólogo consultado por
ENCUENTRO EN LA RED. "Los patrones de conducta impuestos por el régimen
han socavado la moral y la ética de la sociedad. Ahora los niños se
becan y comienzan a vivir en la más explícita promiscuidad, lejos de los
patrones familiares. El desapego de los padres incide en que crezcan sin
ataderos formales".

Desde su posición, ha intentado analizar otras posibles causas: "Este
gobierno se ha basado en el desarraigo y no en la entrega, aunque
parezca contradictorio con su discurso. Cuando los hijos comienzan a
entender la vida, deben ir a una escuela donde se habla más de sexología
y política que de valores éticos. No hay ni una página en los libros
escolares dedicada a exaltar los valores de las religiones universales,
de todos los patrones cívicos, como no sean acordes con el régimen",
concluye el especialista.

Ana es profesora de secundaria básica desde hace quince años, además de
ser una madre divorciada tres veces: "Tengo la vivencia de que en los
últimos siete años no he tenido ningún alumno hijo de padres casados.
Cuando intentas corregir alguna conducta negativa y le dices que traiga
a sus padres, en muchas ocasiones viene la madre o alguna tía, pero he
conocido a pocos representantes masculinos de la familia".

Por su parte, Yuslainis considera que la falta de su padre ha sido
fundamental: "Tengo catorce años y lo he visto un par de veces". Ella
intenta mejorar su rendimiento académico para poder estudiar una
carrera, pero "el apoyo en mi casa es casi nulo", añade.

Los abuelos se rebelan

Los patrones de la abnegada madre de familia hoy parecen ser parte del
anticuario cubano. Los ejemplos de las abuelas, con sus más de treinta,
cuarenta, cincuenta años de matrimonio, son historia antigua. La mujer
hoy tiene un nivel cada vez mayor de "entrega" a las responsabilidades
sociales, en detrimento de la atención a la familia.

"Mi ex esposa es abogada, dirige una comisión de prevención social, es
miembro de un comité del Partido (Comunista) y es la financista en el
CDR. El niño está creciendo en la calle y, como nos divorciamos, vivo
lejos y no puedo verlo todos los días". Este hombre ahora asiste a una
Iglesia Metodista en el santiaguero reparto Sueño. "No nos entendíamos.
Cuando le reclamé, decidió escoger su carrera política; ahora el
afectado es el niño, que crece sin mi presencia y con una madre casi
fantasma".

La incorporación de la mujer a tareas fundamentales de la vida económica
y política convierten la vida en familia en una asignatura pendiente.

"Veo con dolor la última y más delicada situación que enfrenta la
familia cubana", dice una especialista en Psicología que pidió el
anonimato. "Las misiones internacionalistas a Venezuela y otros países,
han terminado de destruir los pequeños lazos familiares que quedaban en
este país. Sobre todo, viajan mujeres, y me atrevo a decir que más de la
mitad regresan divorciadas".

La descarga de la vida

En la Ley 1289 (Código de Familia) existen muy pocos párrafos referidos
a la formación de valores en los hijos de padres divorciados. Sin
embargo, en el acápite 85, se mencionan los elementos de formación de
"sus hijos para la vida social. Inculcarles el amor a la patria, el
respeto a los símbolos (…) el espíritu internacionalista, las normas de
convivencia y de la moral socialista".

Estas deben ser las bases fundamentales, según la legislación, más allá
de la permanencia o no de sus progenitores en el hogar. Resulta
contradictorio que dicha ley prevea que los sentimientos deben ser
regidos por "la moral socialista", sin dar cabida a otras ideologías en
la formación de valores de los padres hacia los hijos.

Pero lo más preocupante es el nivel que han tomado las aguas en los
últimos tiempos, luego de tantos años de promiscuidad, intolerancia y
prepotencia.

"Mi nieto de trece años ha traído a dormir a la casa, varias veces, a su
novia de la misma edad", comenta Miguel, de setenta años. Para él, el
asunto ha tomado connotaciones escalofriantes, ya que "es una práctica
común entre los adolescentes de hoy en día. Como es varón, nos
preocupamos menos, pero uno piensa en el futuro de esos muchachos, que
se acuestan con sus novias antes de saber qué es el amor", comenta.

Otro tanto sucede con los padres que tienen sus hijos becados en el
campo. En reiteradas ocasiones, algunos han formalizado sus quejas ante
la Dirección de Educación en la provincia de Santiago de Cuba, por las
prácticas de poligamia, la perversión de los profesores y por las
enfermedades venéreas que pululan en esos lares.

Como es costumbre, se silencian los lamentos y se crean "comisiones" que
analizan los problemas, pero la vida sigue igual. "Nuestros hijos ya
tienen un nivel de independencia y de corrupción, que es improbable que
afloren en ellos sentimientos verdaderos algún día", se lamenta la madre
de un adolescente de 16 años. "Ellos son conminados a dormir con varias
muchachitas, hacen esas descarguitas, donde se intercambian las parejas…
es una perversión total", concluye.

Los problemas en torno a la familia y la formación de las nuevas
generaciones no son privativos de la Isla. La peculiaridad radica en un
sistema que no admite soluciones individuales, ni diferentes visiones
ideológicas para interpretar los casos. Tampoco un debate público serio
y desprejuiciado sobre el tema. Mucho menos que los padres elijan el
tipo de educación que quieren para sus hijos.

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