Monday, February 25, 2008

Quién manda en Cuba?

Carlos Raúl Hernández // ¿Quién manda en Cuba?

Lo que está cuajado de incógnitas no son las inclusiones sino las
exclusiones

Los videos donde vemos a los estudiantes criticar de manera inédita a
Ricardo Alarcón y al régimen, revelan varias cosas que se agitan en el
cráneo de Fidel Castro, tal como nos cuenta la novela de Fuentes, la
memoria torturaba al moribundo Artemio Cruz.

La primera, que el dique está agrietado, las aguas rugen y él no tiene
fuerzas para remendarlo. Y lo más grave¿ ¿quién filtró eso a los medios
de comunicación internacionales en una sociedad mega represiva y
espiada? Fidel sabe que tiene que haber sido gente de Raúl Castro, los
mismos que se vienen reuniendo en secreto con funcionarios del Gobierno
norteamericano. Si hay una disputa en la cúpula del poder, si Raúl y
Lage se enfrentan, si hay diferencias entre el Ejército y el partido,
et.al., resultan asuntos irrelevantes frente a la inexorable marcha de
un proceso de cambios aperturistas. Lo improbable es que el régimen
sobreviva intacto.

Un caudillo de esas dimensiones de Fidel Castro, que conjugue en todas
las propiedades maquiavélicas del poder a volonté (carisma, falta de
escrúpulos, habilidad política, flexibilidad, inhumanidad, crueldad,
inteligencia, valor) es insustituible y una vez ido, el sistema tiende a
implotar, entre otras cosas porque nadie puede infundir miedo suficiente
como para mantener la miseria, la desolación, la rabia (y las
ambiciones) en sus envases.

Para aterrar a los adversarios Castro condenó personalmente a un
disidente a morir de sed y no tuvo empacho en fusilar a Arnaldo Ochoa,
cuyo delito fue únicamente cumplir sus órdenes al pie de la letra, sólo
para demostrarle a Estados Unidos que luchaba contra las drogas.
¿Un titán?

Se necesitaría un hombre distinto a Raúl y a cualquiera de los 12 pares
para preservar el castrismo tal como él es en medio de la marejada
postfidel, pero ese titán no existe. Apenas en noviembre de 2005 un
Fidel sentencioso dijo que (a su muerte) "en Cuba podría retornar el
capitalismo" y se recuerdan las veleidades perestroikas y sinófilas de
Raúl -carente de carisma y retórica estremecedora- pero eficaz como
pocos, quien una vez llegó a decir que "necesitaban más frijoles y menos
cañones".

Luego de la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética, parecía
que el desenlace estaba cercano. El régimen cubano no podría sobrevivir
-se decía- no sólo por la pérdida del subsidio de cinco millones de
dólares al día de la URSS, sino por la del subsidio espiritual. ¿Cómo
mantener un modelo de vida cuyas bases habían demostrado ser inservibles
y que se había desmoronado con un estruendo histórico inenarrable? Si
los chinos estaban construyendo una economía de mercado y los países ex
comunistas llamaban inversiones extranjeras¿ ¿qué quedaba para esa
pequeña isla sufriente y empobrecida que no fuera seguir el camino?
El paquete neoliberal

Y en efecto, el incremento de la miseria, obligó a un cierto recodo en
el árido estatismo y comenzó una tímida privatización que permitió la
inversión de capitales europeos en la industria hotelera y turística, el
surgimiento de los "paladares" y la libre circulación del dólar.

El paquete de reformas, dirigido por el hoy consagrado Carlos Lage
-monitoreado por Raúl- operó por un tiempo, el "período especial", hasta
que el propio Castro lo desactivó en 1994. A partir de esa fecha de
retroceso, los cubanos se apretaron de nuevo el cinturón y vieron como
la sociedad se hundía cada vez más profundamente en la degradación y la
miseria. Se deshacían las nunca demasiado claras maravillas sociales que
daban argumentos a los defensores de "la revolución". Cuba era un país
desnutrido, con unos rudimentos de seguridad social y atención médica
muy inferiores a los de Costa Rica, Chile o Venezuela. Pero para Castro,
quien veía que la apertura económica minaba su poder, la opción apareció
claramente: aumentar la represión y la ferocidad.

Cuba ya se había convertido en el totalitarismo más terrible del siglo
XX, el más desalmado que pudiera alguien imaginarse. Castro demostró que
era superior a Hitler, Stalin, Mao, Ho Chi Minh, Pol Pot. No en vano
protagonizó la dictadura más larga del siglo XX. A eso lo ayudó, sin
duda, la torpeza de los gobiernos norteamericanos, que cuando tuvieron
la ocasión de ayudar a tumbarlo lo apoyaron, cuando debían quedarse
quietos lo agredieron y han mantenido en ambas circunstancias la torpeza
del embargo comercial.

La estructura de poder actual se formó hace año y medio. Hasta el día
antes del pabellón quirúrgico de Fidel, en julio de 2006, había unas
figuras que lucían con más poder del que realmente tenían.

Según algunos analistas, ya funcionaba un triunvirato designado por
Fidel, en el que aparecían Felipe Pérez Roque, Ricardo Alarcón (dos de
las principales estrellas mediáticas del régimen) y Carlos Lage. Esas
eran -decían- la figuras sucesorales y Fidel habría decidido quedarse en
su papel mítico nada más.
Anatomía de la nomenclatura

Pero las tres fuerzas reales de la supercúpula las tenían, (naturalmente
Raúl), Carlos Lage, y José Ramón Machado Ventura, aunque ninguno de
ellos individualmente acumulaba las condiciones suficientes para
remplazar a Fidel. Poco antes Raúl había dicho en un discurso que "Fidel
sólo podría ser sustituido por el liderazgo colectivo del Partido
Comunista" y que no había ningún dirigente individual para esa tarea.
Tres figuras con tan enorme respaldo en el aparato de poder (Partido
Comunista y Fuerzas Armadas) requerían una delicada negociación entre
ellos para armar la trama sucesoral y la sobrevivencia de sus intocables
poderes personales.

Por eso son designados en la quinteta sucesoral, Raúl, Lage, José Ramón
Machado y José Ramón Balaguer, pero también un batacazo: Esteban Lazo,
un dirigente de base, miembro del Buró Político (lo llaman "el
gori¿lazo"), típico "cuadro medio" o apparatick. Lo que está cuajado de
inquietantes incógnitas no son las inclusiones sino las exclusiones de
los dos más cercanos a Fidel, Pérez Roque (relegado a miembro de una
comisión) y Alarcón, relumbrantes e internacionalmente conocidos, que
fácilmente le quitarían cancha al gris Raúl, mientras los que clasifican
son discretos como él.
"El delfín"

Aunque eso se pone a prueba el domingo 24 de febrero, la quinteta es
mayoritariamente de Raúl, el delfín oficial, natural, "constitucional"
en esta monarquía y al que le quedan, entre otras, las funciones de
mando político militar en la distribución.

Raúl es un burócrata militar que fue agente de la KGB, trabajador y
metódico, también gris, capaz y alcohólico, pero al final vacío de
"duende" en el sentido andaluz. Después de él, Lage el segundo a bordo,
con un sólido currículum profesional y revolucionario, sin mácula hasta
ahora, pues se ha mantenido muy lejos de las pequeñas conspiraciones y
luchas intestinas que anularon a Alarcón.

Tanto Raúl como Lage tienen fama de "neoliberales" en el lunfardo de los
intelectuales de izquierda. El primero, partidario del socialismo de
mercado estilo chino vietnamita y el segundo aperturista del pasado,
como ya relatamos y tal vez el más vinculado a la comunidad económica
internacional.

carlosraulhernandez@gmail.com

http://www.eluniversal.com/2008/02/23/opi_35127_art_quien-manda-en-cuba_722949.shtml

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