En el velorio
Entre las modalidades de hoy, están las muchachas preparadas que se
casan con maridos pescados en funerales de muertos importantes que ellas
no conocían.
Rafael Alcides, La Habana
viernes 21 de septiembre de 2007 6:00:00
Había un habanero anterior al año 1959 que fue embajador durante la
mayor parte de su vida. Su táctica era muy sencilla. Jamás pasaba por
alto un velorio de marca. Fuera el difunto importante por sí mismo o lo
fuera por sus deudos, perteneciera a las filas del gobierno o a las de
la oposición, reverente a la hora pico hallaríamos en el velorio a Su
Excelencia inclinándose ante los dolientes con sentidas muecas de no
somos nada y un cálido apretón de manos.
Estricto en este ceremonial, cuya preparación le llevaba horas, escogía
con esmero las ropas del velorio, las ponía sobre la cama, las
observaba, buscaba la corbata adecuada y, todavía en pijama, volvía a
ensayar ante el espejo el ceremonial de bocadillos y reverencias que, ya
vestido para salir hacia la funeraria, repetiría de nuevo sin quedar
satisfecho. Parecería que saliera a saludar en público por última vez en
un teatro muy lleno.
De ser el muerto la figura importante del velorio, acudirían al lugar
desde el presidente de la República hasta la vedette de moda. Pero de no
serlo, de ser su deudo el importante, Su Excelencia no se sentiría
frustrado. Sabía por experiencia que nadie olvida a quienes les
acompañaron en el duelo de sus seres queridos. En segundo lugar, siempre
se le pegarían nuevas amistades y actualizaría quién sabe cuántas de las
viejas.
En años posteriores me han hablado de muchachas preparadas,
universitarias por lo general, que se casaron bien casadas con maridos
pescados en velorios de muertos importantes que ellas no conocían. Una
de estas pescadoras, por lo que me cuentan, asistió al primero de sus
exitosos velorios con un vestido y unos zapatos prestados. En el
segundo, cuando honrando a sus benefactoras del pasado era ella quien le
prestaba vestidos y zapatos ilustres a sus amigas y las mandaba para la
funeraria, pescó al que sería su segundo importante marido (éste mucho
más importante que el primero y menos viejo) tan pronto el juez la divorció.
El viejo héroe
Muchas son las modalidades presentes en la composición del velorio. Por
cierto, en una de las tradicionales ha empezado a observarse un sensible
crecimiento. Es la que tiene por protagonista al héroe de otro tiempo, a
la figura que brilló en los primeros años de la Revolución y luego pasó
a un segundo plano, y después a un tercero y luego a un cuarto, y hoy
habría que ir a los periódicos viejos para probar que existió.
Ya no lo invitan a los actos de la tribuna en la Plaza de la Revolución
ni le envían a fin de año el poderoso pavo de Navidad que venía con la
cesta de frutas y las botellitas de algo acompañados de una tarjetita
con unas letras mágicas, pero él en el velorio regresará por un rato al
ayer. En el velorio estarán los que aún lo recuerdan, sus testigos de
los grandes días.
Muchos de ellos son ¿tronados? igual que él, descontinuados, gente sin
reciclaje posible, pero aún así, al sentirse abrazado por ellos, la
emoción que siente es tan grande que por un instante llega a creer que
el pasado no ha pasado, que todo sigue siendo como antes, que él es el
de entonces.
Sin contar con que puede que en el velorio los que no han dejado de ser
importantes reparen en él, recuerden que aún existe.
Por todo esto, como Su Excelencia en el pasado y hoy las jóvenes en
busca de un porvenir, cada vez que los periódicos anuncien la muerte de
alguien importante veremos el viejo héroe reaparecer. En silla de ruedas
o en angarillas si preciso fuere, pero a la hora pico estará él de todos
modos, puntual como un Rolex, entrando en el velorio.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/en-el-velorio/(gnews)/1190347200
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