Los mitos del engaño
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, Cuba - Junio (www.cubanet.org) - Es necesario casi siempre
contar una buena mentira para construir una historia creíble. Muchas
personas que hoy no pasan de los 40 años dan por sentado algunos mitos
sobre el pasado nacional. Mitos cuidadosamente elaborados y echados a
rodar con fines absolutamente políticos, que han reconstruido una imagen
distorsionada de aquella Cuba.
Hace unos días, una joven de apenas veinte años afirmó delante de mí que
en la Cuba de antes del 59 se vivía del turismo, el juego y la
prostitución. Quien tenga hoy 60 años y quiera decir verdad, le
explicaría a la muchacha cómo se vivía en aquella época y romper el
cuento chino de que Cuba era un casino de los norteamericanos, un país
donde la mayoría de las mujeres tenían como única salida la
prostitución. Nada más alejado de la realidad.
En La Habana había casinos de juego, pero muchísimos menos que en París,
Montecarlo, Acapulco, Río de Janeiro. Y todavía no he escuchado decir
que Francia es un país de prostitutas, a pesar de la vida alegre de los
bulevares y de los sex shops de Pigalle. O que Mónaco se haya envilecido
mientras giraban las ruletas del Gran Casino.
Recibí un correo de propaganda de una pequeña editorial italiana que
publica libros de ciertos cubanos, donde se divulga el mismo cuento:
Cuba era un casino de los norteamericanos.
Esos vientos han traído estos lodos tormentas. En el presente, hay
quienes se especializan en pintar a los cubanos como seres dedicados al
sexo, a la promiscuidad, a la delincuencia, con el fin de combatir la
imagen que el gobierno cubano divulga. Y no acabamos de reconocernos. ¿A
quienes interesa tomarnos ahora mismo como seres incapaces? ¿Y por qué
no reconocer las virtudes? ¿Cuál es el peligro de reconocer la verdad
sobre la vida real en la República de antes del 59, sin los mitos del
hambre, la miseria, la necesidad de sobrevivir a un desastre nacional?
¿Hasta cuándo seguir con la cantinela de que los cubanos no llegan o se
pasan? ¿Por qué empañar la imagen del éxito y la inteligencia, en Cuba y
el exterior? ¿Cuánto se habría encumbrado el país si estos 50 años se
hubieran dedicado a desarrollar la inventiva personal, y a propiciar una
verdadera justicia social a nivel personal, manteniendo alejada la
política de la economía? La Isla está repleta de ciudadanos piensan lo
mismo, pero no tienen medios para comunicarlo a los demás.
No hace mucho, un chofer de taxi que me conducía a casa, me dijo:
-Si a los cubanos nos dieran la oportunidad de comerciar y vivir sin
tanta prohibición, y se acabara el burocratismo, Cuba sería uno de los
mejores países del mundo, porque mantendríamos nuestros códigos sociales.
¡Qué no me digan este hombre no quiere un cambio! Sin embargo, ahí están
los mitos y los estereotipos que entran en juego para detenerlo,
inmovilizarlo, coartar sus deseos.
No obstante, cada día la niebla del engaño pierde espesor, la retórica
se hace más frágil y los mitos se desvanecen. De esto, debemos también
ocuparnos. Entonces ya estaremos preparados para darle otro rumbo a
nuestras vidas.
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