Telenovela y turismo
Los familiares de los cinco espías detenidos en Estados Unidos no se
bajan del avión a costa del erario público.
Yodel Pérez Pulido, Camagüey
martes 3 de abril de 2007 6:00:00
Sólo después de la devolución del niño Elián González, el gobierno
decidió informarle a la opinión pública nacional que a cinco miembros de
la Seguridad del Estado se le habían impuesto severas condenas en
Estados Unidos por delitos de espionaje y atentados contra la seguridad
nacional de ese país. Sin embargo, no informó sobre los restantes
miembros de la Red Avispa, que llegaron a acuerdos con la Fiscalía y se
declararon culpables.
Pensaba La Habana, por aquel entonces, que las activas muestras de
solidaridad de importantes personalidades mundiales a favor del acto
humanitario de entregar un niño de seis años a su familia podían ser
utilizadas también para lograr la liberación de Gerardo Hernández, Ramón
Labañino, Antonio Guerrero, René González y Fernando González.
Tras la negativa real de muchas de estas personalidades a involucrarse
en un obvio caso político-judicial, comenzó una descomunal batalla
propagandística diseñada desde el Departamento Ideológico del Comité
Central del Partido.
Las primeras acciones
La primera acción desplegada fue hacer creer a la ciudadanía que los
espías no eran simples desconocidos, sino héroes de la patria, y que
sólo luchaban contra los grupos "terroristas" de Miami.
Lograr su excarcelación no sólo debía entenderse como una batalla
nacional, sino que su "injusta" prisión debía ser protestada por todos
los ciudadanos. Comenzaron a publicarse fotos, testimonios y hechos que
demostrasen su aún improbada inocencia. Los periódicos de la Isla
comenzaron a difundir diariamente artículos leguleyos donde se exponían
razones por las cuales exigir y luchar, clásico de toda campaña política
del gobierno.
Actos donde se proclamase la inconformidad del pueblo con sus arrestos y
condenas, marchas "populares", programas especiales de radio y
televisión para exigir su liberación, no sólo constituyen hechos ya
vistos, sino planes futuros.
La enorme cantidad de familiares de los convictos, muchos de ellos con
años de permanencia en Estados Unidos, y otros con excelentes
condiciones de vida en el interior del país, también se hicieron públicos.
El hotel del Vedado
Para la vigilancia absoluta del movimiento de cada uno de los
familiares, el gobierno decidió juntarlos en un lujoso edificio de la
calle 23, en la capital. Allí no sólo ocurren reuniones para elaborar
estrategias políticas, sino que se deciden los viajes trasatlánticos, el
vestuario de lujo, los discursos pertinentes, las fotos más
sentimentales y las apariciones cuidadosas en los medios de difusión.
Dentro de los diez apartamentos que ocupan existen hasta polémicas
discusiones. Allí se decide qué familia debe ir a Inglaterra y cuál a
Canadá, Suiza, España, a la sede de Naciones Unidas, etcétera. Pocos se
contentan con simples viajes interprovinciales. Una especie de agencia
de turismo, diligenciada por el gobierno, decide el destino pertinente,
con el propósito absurdo de convencer al mundo de que los espías sólo
defendían al pueblo de atentados terroristas.
Los viajes nacionales ocurren con la misma frecuencia. Casi semanalmente
se organizan fletes aéreos, y los recibimientos y las cenas lujosas
acontecen por doquier. Es un dispositivo montado que se debate entre
mostrar una imagen de sufrimiento obvia y un nivel de vida inaccesible
para la mayoría de los cubanos, sobre todo para aquellos que, lejos de
edificios lujosos, luchan por la libertad de los presos políticos en la
Isla.
El dramatismo
Evidencias de un montaje de novela rosa son testimoniadas casi a diario.
Las historias sentimentales y el dramatismo se derrochan.
Una historia de amor, digna de un best seller, es muy utilizada por la
propaganda e involucra a la esposa de Gerardo Hernández. Casi con
irreverente desenfado, Adriana llora ante las cámaras de televisión y
viaja hasta Inglaterra pidiendo que le devuelvan a su esposo, con el
cual ya no podrá tener descendencia, pues los años de prisión de su
marido sobrepasarán la edad fértil.
Dos madres, una más sentimental que otra, se disputan la valía de sus
hijos. Una confía claramente en el retorno y la otra, a todas luces,
llora incesantemente porque sabe que se morirá sin ver al suyo. La más
triste de la historias ocurre con la niña Ivette, protagonista de un
documental político que la declara huérfana y muestra sus evidentes
trastornos psicológicos.
Y la menos publicitada es la historia de la familia de Ramón Labañino,
cuyas hijas y esposa, todas con sobrepeso, apelan a la necesidad del
padre y el esposo amado.
Arleen Rodríguez Derivet, una de las periodistas ascendidas desde la
orfandad intelectual con la batalla de ideas, mezcla declaraciones y
argumentos en un programa de Radio Rebelde que, dice, llega al corazón
de "nuestros hermanos". La música de Silvio Rodríguez y de toda la Nueva
Trova, sirve de telón a un despiadado proceso de manipulación que no
escatima medios, predios ni aviones.
Las diferencias
La Habana apoya y financia esta suerte de turismo político, vedado y
absolutamente prohibido para las familias de los presos políticos en la
Isla, que para ver a sus familiares tienen que someterse a las brutales
tarifas del transporte interprovincial y aguantar la persecución y
vigilancia policial. ¿Tiene lógica tanta parafernalia en el país que
mantiene encerrados a más de 300 presos políticos en peores condiciones
que las que gozan los cinco espías?
Lo peor es el mordaz proceso propagandístico que ante los ojos de los
ciudadanos hace ver a héroes por un lado y a delincuentes por el otro.
En el informe 2007 de la organización Humans Right Watch, se deja claro
que Cuba sigue siendo el único país en América Latina que reprime casi
todas las formas de disidencia política y continúa ejerciendo un
estricto control mediante acciones penales, detenciones a corto y largo
plazo, agresiones violentas, advertencias políticas, vigilancia,
arrestos domiciliarios, restricciones de viaje y despidos laborales por
razones políticas.
Entonces, ¿qué razones tienen los ciudadanos para hacer suya esta
telenovela de cinco actores, supuestamente inocentes, cuya familia
navega en cruceros de lujo por la agreste aldea nacional? ¿Cómo
pretenden que el mundo la haga suya?
Aunque Fidel Castro aseguró hace algunos años en un discurso público,
que los "héroes" volverán muy pronto a la patria, la realidad confirma,
hasta ahora, que de regreso no hablan ni las golondrinas.
Dirección URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/telenovela-y-turismo
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