Gracias, Moratinos
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, Cuba / Abril (www.cubanet.org) - El lateral izquierdo, la
parte que da hacia la iglesia del Cristo del edificio de ocho plantas de
la calle Lamparilla la Habana Vieja, lo pintaron el lunes pasado.
Me encontraba en el inmueble en horas del mediodía cuando llegó un joven
fornido de pelo castaño, con una tanqueta de treinta litros de pintura
sobre su hombro. La vestimenta del joven estaba limpia. Ni una gota de
pintura la manchaba. Nunca hubiera imaginado que era un pintor de brocha
gorda.
Me preguntó si el ascensor funcionaba. Le respondí que sí, pero que sólo
llegaba al séptimo piso. Me dijo entonces que para él era una ayuda
porque iba para la azotea.
De pasajeros ambos en el elevador, comenté que me había percatado que
habían comenzado a pintar, que eso era magnífico porque en más de
cuarenta años, según mi madre, el edificio nunca había sido tocado por
el vinil.
Una hora después, dos jóvenes pintores, sobre el andamio, se encontraban
frente a las ventanas abiertas del apartamento de mi madre. Una de mis
hermanas preguntó a uno de ellos si eran de la gente de Eusebio Leal, el
historiador de la ciudad. El joven respondió que no.
Este edificio era el único que se estaba pintado en toda la zona. Desde
aquí se pueden observar las demás edificaciones de la Habana Vieja. Está
situado a cuatro cuadras del Museo de Arte Universal, centro que visitó
la tarde de ese lunes el canciller español Miguel Ángel Moratinos.
Pero ese día, además de iniciarse los trabajos de pintura de un edificio
que hacía cerca de medio siglo no recibía una mano, hubo otro hecho que
llamó la atención de los habitantes de la Habana Vieja. Y es que algo
cambió abruptamente. Todas las tardes, y desde hace varios años, en los
alrededores del Parque de la Fraternidad, sobre todo en el área de la
calle Monte, puede verse a cientos de personas tratando de subir a un
transporte público.
El espectáculo es desesperante. A veces hay que estar horas esperando
para salir de allí, aunque sea (si la suerte nos acompaña) en un taxi
colectivo. Pues, el lunes, milagro de los milagros, había tanto
transporte que parecía que estábamos en un país normal. En pocos minutos
la gente, feliz y contenta, podía abordar un ómnibus, un "camello", un
taxi o un taxi-bus.
Ante estas maravillas hay que darle las gracias a Moratinos. Vaya, que
los socialistas españoles, en estos momentos, parece que son la Madre
Patria. ¡Y olé!
fornarisjo@yahoo.com
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