Miopes y en combate
Luis Cino
LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - A la mayoría de los
vecinos de Parcelación Moderna y el Reparto Eléctrico, en Arroyo
Naranjo, si les preguntan quien es Odelin Alfonso, responderán que es un
buen técnico de televisión y otros equipos electrónicos. Abundarán que
es buena gente y serio con su trabajo.
Por prudencia y por miedo, que en Cuba son casi la misma cosa, los
vecinos prefieren no saber que Odelin es también periodista
independiente. Sólo recuerdan ese peligroso detalle cuando ven las motos
Suzuki de la Seguridad del Estado rondando su puerta.
Entonces, los transeúntes, bajando la vista a los charcos del suelo y
mirando de reojo, como si con ellos no fuera, evitan pasar por su calle.
Se olvidan de que Odelin existe. Es más, se olvidan que algo llamado
revolución, y sus resultados, existe. Es más saludable así.
Los que no olvidan quien es Odelin Alfonso son los patéticos chivatos
del barrio. Periódicamente, algún oficial de la policía política los
convoca para que lo vigilen. Para que no le pierdan pie ni pisada. Para
que le impidan salir de su casa a reportar una actividad de las Damas de
Blanco o a conmemorar el natalicio de José Martí.
Volvió a ocurrir, como el año pasado, este 28 de enero. Dos días antes,
a la hora de la telenovela, habían venido cuatro militantes del Partido
Comunista a advertirle con ceños foscos y amenazas engoladas que no le
permitirían asistir de ningún modo a la conmemoración martiana. ¿Quién
le dijo a Odelin Alfonso que Martí es de todos los cubanos?
La insípida y lastimosa brigada de respuesta rápida del barrio amaneció
apostada el día 28 frente a la casa de Odelin. Bajo el frío y la
llovizna, ataviados con capas de agua vietnamitas, impermeables y boinas
verde olivos. Una vez más, en combate por la revolución.
Todos estaban allí. Todos lo que son. Apartados por un domingo de la
venta de pienso para cerdos, café adulterado y cigarros al menudeo.
Flora, Adolfo, Leberta, Guerrero, Marrero y dos o tres ancianos más. Con
reuma pero leales al amo. Como el perro frente al gramófono de la RCA.
Llueva, truene o relampaguee.
Ellos adoptaron poses. Atisbaron los huecos, los basureros, las azoteas
y los matorrales. Escudriñaron la cerca de alambres y se enfangaron.
Patrullaron la zanja que corre al fondo de la casa para impedir que el
peligroso Odelin se escabullera.
Para no dormirse, los seniles brigadistas cambiaban de puesto de
vigilancia, mientras los jóvenes de las Suzuki eran relevados.
Un mensajero en bicicleta repartió la merienda al mediodía a los
guardianes de la revolución. Estuvieron atentos y vigilantes hasta las
seis de la tarde. A esa hora, el alto mando tocó retirada. Los asnos
miopes se retiraron disciplinados, escurriendo las capas y arrastrando
los pies.
Los vecinos volvieron a olvidar que Odelin es uno de los disidentes del
barrio. Prefieren creer que es un tipo serio y buena gente que repara
videos y televisores.
Luicino2004@yahoo.com
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