SOCIEDAD
¡Llegaron las jarras a crédito!
Guillermo Fariñas, Cubanacán Press
SANTA CLARA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - El 18 de octubre de
este año todo indicaba que iba a transcurrir como cualquier otra jornada
en el barrio La Chirusa, en Santa Clara: vendedores pregonando a media
lengua sus mercancías robadas, y los ancianos del Comité de Defensa de
la Revolución vigilándolo todo y a todos.
De pronto, la presidenta del CDR salió a tocar las puertas de las casas
de su cuadra para anunciar la buena nueva de que pronto llegarían los
trabajadores sociales para entregar las nuevas jarras para hervir el agua.
Al barrio lo invadió el bullicio. Curiosos, expectantes, los vecinos se
mantuvieron en las aceras, mientras los fidelistas recalcitrantes
aprovechaban para infundir optimismo a los incrédulos.
Se comentaba en voz baja que a la comunidad Consejo Popular Hospital no
le habían entregado los refrigeradores prometidos, ni los aires
acondicionados, y muchos menos los televisores chinos de 29 pulgadas.
Ya Rafelito "Chispa´e tren", connotado alcohólico del vecindario, se
había enfrascado en una etílica discusión con Petoya "El médico", otro
adicto a los licores, y el debate fue subiendo de tono hasta convertirse
en una franca gritería.
Rafelito alegaba, con voz de trueno, que nada de lo entregado por el
gobierno era regalado, que no usaran más el verbo entregar porque allí
nada era gratis. Por el contrario, todo era bastante caro para los ya
menguados bolsillos de los cubanos.
Petoya voceaba que esos eran regalos del Comandante Fidel Castro, que se
estaba muriendo, y al que no lo viera así no era otra cosa que un
desagradecido de la revolución, al que deberían golpear tras un
partidista y violento acto de repudio.
Alguien levantó un teléfono y llamó a la policía. A los pocos minutos se
personó el jefe de sector, conocido por "Baracoa mía", porque es oriundo
de esa ciudad del oriente cubano.
Los "contrincantes" se escondieron de prisa en sus respectivas
viviendas, al grito de ¡Agua!, que advierte a la población que se acerca
la policía. Ambos ya estaban amenazados por el uniformado debido a sus
constantes escándalos públicos.
El teniente "Baracoa mía" alzó su engolada voz para que todos lo
escucharan, dejó bien claro a los presentes que al primero que dijera
algo contra el gobierno se lo llevaría sin contemplaciones para la
unidad de la policía.
Por eso, cuando "El chino", un jubilado de 87 años, vio doblar en un
esquina al ómnibus Yutong, gritó alegremente:
-¡Ya llegaron las jarras a crédito!
Ni el mismo Chino sabe todavía cómo se vio sentado de pronto en un auto
de la policía, y pagando después 60 pesos de multa ¡por gracioso e
inconveniente! -según dijo el teniente.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/nov06/02a9.htm
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