Posted on Fri, Nov. 03, 2006
La marioneta de un tirano
Las recientes imágenes de Fidel Castro, visiblemente deteriorado, no
hacen más que confirmar que la salud del tirano va de mal en peor y que
las optimistas declaraciones de su hermano Raúl y su más ferviente
émulo, Hugo Chávez, son sólo plegarias ciegas elevadas ante un ídolo de
barro.
Por más movimientos mediáticos que haga el régimen castrista para
demoler rumores y sostener la casi eternidad de Fidel y su franca
mejoría, es claro que el dictador muestra mayores dificultades para
hablar que en su última aparición televisiva de hace poco más de un mes
y se le nota más delgado que entonces.
Otro momento triste para Castro en el video difundido por el programa
Mesa Redonda es cuando camina agitando los brazos torpemente como una
marioneta tratando de mostrarse como si se ejercitara físicamente en su
proceso de recuperación.
Fidel pretende convencer a la audiencia mundial de que está aún al
control de Cuba a través de un teléfono --que también mostró en el
video-- en un pobre alarde de omnipresencia, pero con muy débil poder
persuasivo.
Castro no es más el gobernante de Cuba, ha transmutado en un personaje,
en una caricatura de sí mismo. Ya no es la figura principal de la novela
llamada ''revolución cubana''; hoy es víctima de su propio protagonismo
de casi medio siglo y se ha convertido en un mero cartel propagandístico
que la maquinaria del régimen exhibe cada vez que se corren los rumores
de su muerte.
Y esto porque en las entrañas de la cúpula castrista se sabe que no hay
un mañana después del fallecimiento del tirano, a quien muchos ya
califican con certeza como un muerto en vida, un zombi traído
artificialmente a la vida desde el panteón de las más terribles dictaduras.
Desde donde se le mire, el cáncer --que se dice tiene Castro-- ha
afectado todas las estructuras de su propio régimen, que se consume
junto a él, en una suerte de metástasis.
Si no hay mayores cambios en el funcionamiento político de Cuba desde
que Raúl Castro asumió las funciones de su hermano, es por el
enquistamiento de un sistema de casi cincuenta años. Pero hoy más que
nunca, el régimen de la isla está acéfalo y, como su mentor, sufre un
progresivo desgaste, que culminará, sin duda alguna, con la muerte de
Fidel Castro.
José M. Andreu
Aventura
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/15914372.htm
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