Thursday, November 16, 2006

La juventud cubana quiere mas comodidad material

Posted on Wed, Nov. 15, 2006

La juventud cubana quiere más comodidad material
VANESSA ARRINGTON
Associated Press

LA HABANA - Cuba afirma que la revolución de Fidel Castro será eterna.

Pero la camada envejecida de los líderes que dedicaron sus vidas a
construir una utopía comunista en esta isla del Caribe deberá
inevitablemente ceder su lugar a nuevas generaciones... y los jóvenes
cubanos no parecen compartir su celo revolucionario.

Existe una profunda desconexión entre el mundo de esta generación más
joven y la ideología que ven reflejada en la prensa oficial. Después de
47 años de gobierno de Castro, muchos jóvenes dicen que están cansados
de la política y que la retórica oficial no concuerda con su realidad.

Sueñan con menos propaganda y más comodidades materiales.

"Tenemos esperanza de que mejore... No siempre puede estar así", comentó
sobre la situación económica Israel Cuesta, de 24 años.

Uno de los muchos interrogantes que enfrenta Cuba es si el puñado de
líderes que reemplaza a Castro, de 80 años y enfermo, podrá superar esta
apatía.

Muchos cubanos jóvenes por cierto apoyan el sistema actual, participando
activamente en la Unión de Jóvenes Comunistas y respondiendo a los
esfuerzos del gobierno por nutrir una nueva generación de líderes.

Pero otros se resisten a la fórmula. Los límites a la libertad de
palabra se encuentran entre sus reclamaciones más insistentes. El
restringido acceso a la internet por lo general sólo es posible mediante
centros y universidades gubernamentales, y los cubanos se arriesgan a
enfrentar multas y confiscación de equipos si conectan ilegalmente las
bandejas de satélite para ver las transmisiones televisivas de MTV o CNN.

"Ciego me siento, y manipulado", dijo un hombre de 30 años que sólo
quiso identificarse como Luis por temor a perder su empleo en un
instituto de arte estatal.

El énfasis en la igualdad social y la autonomía de los Estados Unidos
son genuinamente populares entre los jóvenes. Aprecian además la red de
seguridad que impide que la mayoría de los cubanos pase hambre o viva
sin techo, al igual que un ambiente sociable en el que los extraños
interactúan constantemente y se ayudan mutuamente. Y han heredado el
profundo sentido de orgullo de sus padres y sus abuelos de ser cubanos.

Pero lo que más quieren parece ser el cambio.

"Quiero más tecnología, estar en un lugar que sea más avanzado", dijo
Tony, un productor musical de 20 años con cabello largo y brazalete de
cuero negro con tachuelas.

Al igual que muchos cubanos jóvenes no quiso dar su apellido, temiendo
retribución por hablar con franqueza. "Quiero abrir mi mente", dijo.

Si bien la generación mayor equipara la revolución castrista con
oportunidades, la gente más joven siente que carece de opciones, y no
puede concebir de qué modo serán capaces de ganar suficiente dinero como
para vivir bien.

Los cubanos más jóvenes pueden asistir a la universidad gratuitamente,
recibir una completa atención médica y escuchar conciertos de música de
categoría mundial a un costo mínimo. Pero también tienen pocas
oportunidades de alquilar o comprar sus propios departamentos, conseguir
un automóvil o ganar más de 15 dólares mensuales.

Cuesta, lavaplatos en un elegante hotel turístico de La Habana, recuerda
vívidamente la pobreza dramática durante el "período especial" en la
década del 90, cuando el desplome de la Unión Soviética y el fin de sus
subsidios precipitaron Cuba en una crisis económica.

Las bicicletas reemplazaron a los automóviles y los cubanos empezaron a
adelgazar mientras desaparecían la gasolina y los alimentos. Los
salarios perdieron su valor de la noche a la mañana. Eran comunes los
apagones de hasta 16 horas diarias.

"No había nada", dijo Cuesta. "Mucha gente empezó a decaer
monetariamente. Dejó de ser lo que era antes".

Ese período produjo "expectativas frustradas" para los jóvenes cubanos,
dijo Damián Fernández, un cubano-estadounidense que dirige el Instituto
de Investigación Cubana en la Universidad Internacional de la Florida.
"La escasez económica, y el cierre de oportunidades, han afectado
claramente a esta generación".

Cuesta dijo que la situación está mejorando, pero que muchos de sus
amigos se han ido de Cuba de todos modos. "Quieren adquirir más cosas
que aquí es difícil de encontrar, como un televisor de color, un DVD",
explicó.

Los que se van reflejan la brecha generacional: el 28% de los 2.150
cubanos repatriados en el 2005 después de haber sido interceptados en el
mar tenía menos de 25 años y la mayoría estaba en el rango de 25-45,
según la sección de intereses estadounidenses en La Habana. Apenas el 6%
tenía más de 45 años.

"Todos queremos irnos por la Yuma", dijo Eduardo, de 15 años, utilizando
el término popular cubano para designar Estados Unidos, citando desde la
mayor paga hasta la mayor cantidad de parques de diversiones. "Es mejor
allá".

Los cubanos más jóvenes han quedado expuestos cada vez más a las
culturas materialistas y estilos de vida alternativos desde que Cuba a
regañadientes abrió sus puertas a los turistas extranjeros para sacar a
la isla del pozo económico de la década del 90. Las divisiones
económicas también se profundizaron en la isla de 11 millones de
habitantes a medida que el turismo reemplazó al azúcar como la fuente
principal de divisas extranjeras.

Ahora, mientras los jóvenes más pobres tocan la guitarra cerca del
Malecón y bailan regatón durante horas en los parques, otros usan
prendas de vestir de marca y van a fiestas musicales de moda que cuestan
5 dólares, un tercio del salario mensual promedio. Estos "Mickies" _así
apodados como una combinación entre el ratón Mickey y la
superficialidad_ pueden formar parte de la reducida clase privilegiada
cubana, o recibir dinero de extranjeros o de familiares en el exterior.

Otros grupos "alternativos" se congregan en las calles de la ciudad o en
clubes nocturnos que cobran un dólar. Su estilo incluye corte de cabello
"mohawk", tatuajes y perforaciones corporales, aunque en una sala de
música tecno se vieron recientemente numerosas zapatillas
estadounidenses caras y aun una casaca de fútbol con el nombre de David
Beckham.

"Aquí realmente puedes desconectarte de toda la presión de afuera",
afirmó Luis, que tiene perforaciones en las cejas y un cabello teñido de
rubio y ceñido en punta. "Aquí en este sótano hay mucha tolerancia".

Luis dijo que frecuentemente es hostigado por la policía, pero también
reconoció que sus compañeros rebeldes pueden reunirse abiertamente: un
cambio real con respecto a décadas pasadas en las que el cabello largo
era motivo de reprensión y los cubanos eran enviados a campamentos de
trabajo por ser homosexuales.

Pero agregó que Cuba todavía tiene mucho camino por recorrer.

"Queremos libertad de expresión, libertad de hacer lo que nos da la
gana", dijo. "Y queremos más dólares".

Estos dólares suelen llegar ilegalmente, aunque trabajando
clandestinamente y mediante el "jineterismo", término cubano que puede
significar todo desde conseguir que un extranjero lo invite a almorzar
hasta prostituirse por dinero o por regalos.

La prostitución y el éxodo de los jóvenes preocupan a los "verdaderos
creyentes" de la revolución.

"Quieren tener lo que aquí sienten que no pueden obtener: si tienen
cinco quieren diez", comentó Reinalda Díaz Rojas, de 83 años. "Los
viejos, pues, estamos más conformes con lo que tenemos. Y sentimos que
hay que agradecer a la patria por todo".

Quienes recuerdan la vida bajo el dictador Fulgencio Batista alientan
temores más vívidos sobre un retorno al capitalismo. Díaz Rojas,
procedente de un pueblo de la costa, acredita a Castro haber abierto
puertas que estaban cerradas antes de la revolución de 1959,
permitiéndole estudiar en la capital y graduarse de maestra.

Muchos cubanos de mediana edad también confían en el actual modelo de
gobierno, parcialmente porque experimentaron una vida satisfactoria en
la década del 80 cuando los salarios eran más que suficientes bajo el
generoso apoyo de la Unión Soviética.

Ahora que Castro está marginado por una enfermedad, la posibilidad de
cambio está en el aire. Los cubanos jóvenes confían en que el actual
gobierno colectivo encabezado por Raúl, hermano de Castro, imponga menos
reglas y produzca una economía más vibrante.

Los que quieren quedarse en la isla dicen que los haría felices aun
cambios menores.

"Queremos ser más libres", afirmó Yoansy Herbaz, de 21 años. Y agregó
con una sonrisa "que las discotecas bajen sus precios".

http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/breaking_news/16018210.htm

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