La Habana Es un Mal Ejemplo
2006-11-08 LiberPress/ Hacer.Org
María zaldívar
8 de Noviembre, del 2006. La angustiosa y paupérrima existencia de los
sacrificados cubanos parece no tener fin. Ni la enfermedad de Fidel
Castro les ha deparado una brisa de libertad y esperanzas. Su hermano
Raúl representa la continuidad del régimen. Se aleja de la isla la
posibilidad de alivio para sus pobladores.
La persecución política sigue tan vigente como la pobreza extrema, el
canje de prostitución por comida y la desvalorización del ser humano en
grado superlativo.
La publicidad de una bebida internacionalmente famosa hizo popular la
frase: "No sos inservible. Al menos servís de mal ejemplo". Y arranca
una sonrisa siempre que no se la asocie con Cuba. Porque ese régimen que
los mantiene presos es sinónimo de mal ejemplo. El mundo civilizado ha
ido abandonando las prácticas autoritarias al tiempo que se incorpora a
una convivencia global, hechos ambos que son frenéticamente negados en Cuba.
Por eso resulta una broma de mal gusto el reciente anuncio sobre que La
Habana será sede de la "Feria Internacional del Libro" en febrero
próximo, cuando es sabido el riguroso control que las autoridades
ejercen para evitar la libre circulación de bibliografía y la expresa
prohibición que pesa sobre un largo listado de autores que van desde
Martí a Jorge Luís Borges, Václav Havel o Alexander Solzenitsen.
Aristóteles es tan repudiado por el comunismo cubano como el resto de
los clásicos y todos por la misma causa: el acceso al conocimiento hace
hombres libres y en Cuba es imprescindible que la gente no aprenda a
pensar para que no se rebele contra la última dictadura americana. Este
año, el historiador argentino José Ignacio García Hamilton fue echado de
la isla cuando llegó invitado a dictar algunas conferencias. El
prestigioso escritor no pudo pasar del aeropuerto simplemente, porque es
conocida su militancia contra las dictaduras.
El Movimiento de Bibliotecas Independientes de Cuba es otra respuesta a
las dificultades que padece la población para informarse. Se trata de
hombres comunes que ponen a disposición de sus vecinos los libros que
poseen y se ha convertido en la vía de acceso a autores rechazados por
el régimen. Al principio, las autoridades cubanas no dieron importancia
al circuito que nacía en las casas, pero la rápida multiplicación de
bibliotecarios independientes los hizo reaccionar y pronto se
transformaron, también ellos, en perseguidos políticos.
Muchos países, las Naciones Unidas y otras organizaciones
internacionales trabajan en favor de la población cubana, atrapada en un
modelo político perverso. Entre esos esfuerzos humanitarios no figura el
gobierno de Néstor Kirchner, que prefirió preservar sus buenas
relaciones con el dictador Fidel Castro y suspender los reclamos por la
libertad de la médica Hilda Molina, madre de un ciudadano argentino a la
que se le niega el derecho a salir de la isla. Argentina ha resignado
levantar su voz en defensa de la libertad y también calla frente a la
persecución política y al maltrato de los disidentes porque, en el fondo
de su filosofía política, para la actual administración –peronista al
fin- la libertad tampoco es un valor superior. Casi casi como en la Cuba
de Fidel.
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