POLITICA
Grandes tragedias de julio
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Julio (www.cubanet.org) - Julio es mes de aciagos
acontecimientos. Un mes en que se han tomado vidas, a veces por pasión y
siempre por egoísmo. En Cuba, el 13 de julio de 1994, se produjo una de
las más abominables: El hundimiento del remolcador "13 de marzo".
Como el crimen político del 18 de julio de 1918 en Rusia, en Cuba el
crimen del remolcador fue un crimen contra la familia. Si en el primero
una orden criminal asesinó a la familia real de los Romanov, en 1994 el
crimen apuntó al corazón de varias familias cubanas. En ambos se mató a
mujeres, hombres y niños. Detrás de cada horrendo hecho hubo voluntad
política y los viles de siempre que la ejecutaron.
En ambos casos, el crimen se concibió para evitar "males mayores". Ambos
crímenes supuestamente preservarían modelos políticos salvadores. Uno
preservó a Rusia para el leninismo primero y para el estalinismo
después. El otro pretendió sofocar la estampida del pueblo cubano hacia
la libertad.
La misma voluntad criminal se escondió detrás de cada uno de aquellos
terribles sucesos. Se puede percibir el mismo odio trasmutándose a
través del tiempo y el espacio. Tan negra fue la noche siberiana de
Ekaterinesburg, como las aguas del tibio Caribe en esas jornadas negras
de julio.
Iguales en su esencia los comunicados oficiales de los gobiernos de
Lenin y del -¡que casualidad!- Gobierno Revolucionario. A iguales
horrores, iguales justificaciones.
El crimen de Siberia asesinó a la familia rusa real, el crimen de La
Habana a varias familias humildes habaneras, ahí está la coincidencia.
El primero se yergue como estigma terrible que enarbolan los rusos
contra su pesadilla, el segundo, verdad restallante como una bofetada
para toda una clase gobernante.
En ambos casos se asesinó para gobernar. Después, nada puede detener la
espiral. En Rusia se continuó asesinando y en La Habana, años después,
se fusiló a tres infelices negros que lo volvieron a intentar. ¿Las
razones? Las de costumbre.
A doce años del hundimiento del remolcador "13 de marzo", aún no se hace
justicia. La Isla se encuentra gobernada por el mismo gobierno bajo cuya
autoridad se produjo la tragedia. El pueblo de Cuba se debate bajo las
mismas circunstancias agónicas que padecía el aciago mes de julio de 1994.
Para algunos, los hechos clasifican bajo el benévolo azar de la mala
fortuna, otros simplemente ven un crimen. Los crímenes son punibles y
evitables bajo un estado de derecho. En Rusia, bajo un estado de derecho
ni Lenin ni ningún otro asesino hubiera podido dar órdenes para eliminar
a una familia.
En Cuba, bajo una república democrática hubiera sido impensable un
episodio como el del 13 de julio de 1994.
Algunos de los crímenes más significativos que han conmocionado a la
humanidad han sido políticos. En unos casos los han perpetrado
revolucionarios o Mesías en pos de sus utopías. En otros, autócratas
perpetuando sus privilegios. Para que el crimen florezca, sólo es
necesaria la ausencia de leyes y de un estado de derecho.
La democracia no es perfecta, pero al menos, no asesina. Esta parece ser
la mejor lección sobre las grandes tragedias de julio.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jul06/12a4.htm
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