DISIDENCIA
Sobre cómo decir ¡Basta!
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Junio (www.cubanet.org) - Escribo motivado por
comentarios poco favorables al gesto de Fariñas. Más que poco
favorables, descubro mucha incomprensión e incluso algo de síndrome de
Estocolmo. Algunos dicen que Fariñas falló, ¡porque increpó directamente
al gobernante Fidel Castro! Otros, que poco puede hacerse frente a la
arrogante soberbia del gobierno. Algunos, que hay que esperar a que
Fidel Castro muera. Sin comentarios.
El caso es que se transita en camino empedrado con concesiones al
gobierno totalitario de La Habana. Los cubanos debemos tolerar que se
nos discrimine desde en la puerta de un hotel, hasta en la adquisición
de bienes integrados al diario vivir de todos los países civilizados de
Occidente.
Vivimos sometidos al capricho de la élite gobernante. La lista creciente
de derechos conculcados al pueblo de Cuba, mueve a preguntarse: ¿Cómo es
posible que la gente soporte tantas humillaciones en silencio? ¿Cómo es
posible que un gobierno prive a sus ciudadanos hasta del derecho a
residir en el espacio del territorio de la patria, en que desean
residir? ¿Cómo es posible que la gente acepte enfrentar tiburones en el
mar y tema hacerlo en tierra firme?
No dispongo de respuestas, pero creo sinceramente que las preguntas que
hay que hacerse son éstas, y no discurrir sobre si Fariñas escogió o no
la solución adecuada. Más allá del acceso a la red de redes, la cuestión
es aprender a decir basta, alto y claro.
Fariñas escogió un camino muy cuesta arriba. Cuesta mucho asimilar tales
costos como necesarios. Las dictaduras parecen ser las indicadas para
asignar cupos y tasar resonancias al hecho de ser libres o no.
Creo sinceramente que Fariñas encontró una entre muchas formas de decir
basta. Nadie logra disuadirlo, porque nadie dispone de una receta eficaz
sobre cómo lidiar con la dictadura de Fidel Castro. Nadie tiene escrita
la receta sobre cómo decir basta. Yo sinceramente no dispongo de algo de
ese calibre, con una carga tan grande de dignidad y desesperación.
En el plano interno, Fariñas ha hecho enmudecer muchos discursos. Si
muere, lo hará frente a la voluntad tozuda de la primera figura de una
dictadura militar personal. Si así fuere, Fidel Castro será el único
responsable. Ni los discursos más incondicionales podrán librarlo de esa
culpa.
La arrogancia de los opresores es en muchas ocasiones ridícula. Si la
dictadura retirara el apartheid turístico de los hoteles y los
establecimientos consagrados al turismo, estoy convencido de que en
éstos continuaría la ausencia de mis compatriotas, como en la
actualidad. No existe entre mis conocidos quien pueda costearse una
noche en alguno de los hoteles de primera consagrados al turismo.
Si la dictadura decidiera conceder a los cubanos el derecho a adquirir
un auto nuevo en igualdad de condiciones con los extranjeros, la
situación sería idéntica a la de los hoteles. Muy pocos o casi ninguno
podría hacerlo. En este sentido, la obcecación castrista es una
combinación arbitraria de prepotencia, estupidez y temor. Pero así matan
o dejan morir.
Quizás se trata de que para la dictadura, es cuestión de vida o muerte
la opresión total. Para que la gente no comprenda y pida cuentas. O para
que un día no se decidan a la acción decisiva que los borre de un
manotazo, como se hace con un recuerdo bochornoso y triste.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jun06/23a6.htm
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