Las difíciles relaciones con Cuba
Las siempre difíciles y tensas relaciones entre Cuba y Estados Unidos
súbitamente han salido del estado de hibernación para colocarse en el
primer plano.
El último incidente fue la decisión del gobierno cubano de hostigar a la
Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, la cual se encarga
de las relaciones entre los dos países.
Perturbar a los diplomáticos norteamericanos en La Habana no es nada
nuevo. Aquellos que se atreven a sostener encuentros con los disidentes
de la Isla o a distribuir literatura considerada inapropiada, se han
quejado durante meses de haber sufrido pinchaduras de neumáticos, o la
intrusión de desconocidos que penetran en sus moradas y dejan detrás
orinas y heces fecales.
Ahora, Cuba ha incrementado sus ataques. Cortó por una semana el
suministro de energía eléctrica a la Sección de Intereses de Estados
Unidos, reducido significativamente la provisión de agua, e impedido el
transporte de combustible para los generadores que funcionan en la
delegación diplomática. El gobierno cubano niega las acusaciones.
Ninguno de estos inconvenientes logró interrumpir el trabajo que
desempeña la Sección de Intereses. Las oficinas funcionaron con su
propio generador y una planta de desalinización de agua. El personal
prosigue revisando solicitudes de visas.
Funcionarios cubanos explican que las relaciones empezaron a
deteriorarse a principios de este año cuando la Sección de Intereses, en
el día que se celebraba el nacimiento de Martin Luther King Jr. comenzó
a difundir consignas en pro de los derechos humanos y noticias en un
panel iluminado ubicado frente al edificio. Fidel Castro contraatacó
erigiendo muros y un bosque de banderas alrededor del edificio para
evitar que los cubanos vieran esos mensajes sediciosos.
El gobierno cubano también acusa a los diplomáticos extranjeros de haber
repartido libros prohibidos en Cuba. Entre esos textos, figura en primer
lugar, una pequeña biografía escrita por Vincent Roussel titulada:
“Martin Luther King: Contra todas las exclusiones”.
Castro no puede permitir la distribución en Cuba de un libro que habla
de cómo no se permitía a los negros acceso igual al de los blancos en
restaurantes, playas y clubes en los Estados Unidos. Eso recordaría a
los cubanos sobre su propia política turística de segregación, la cual
les prohíbe el ingreso a sitios construidos para extranjeros.
Ciertamente, en el exilio existen muchos que quieren que se adopten
medidas drásticas e, incluso, abogan por la ruptura total de todos los
nexos diplomáticos entre los dos países, en otras palabras, un retorno a
los días en que Suiza se encargaba de los asuntos de Estados Unidos en
La Habana y la República Checa representaba a Cuba en Washington antes
de 1977. Otros, en la comunidad, articulan una respuesta más sensata.
Frank Calzon, Director Ejecutivo del Centro para una Cuba Libre, con
sede en Washington D.C., pide a Estados Unidos que piense bien las cosas
antes de reaccionar.
Calzón sugiere que Estados Unidos contacte a sus aliados en Europa y
América Latina para pedirles que llamen a los embajadores cubanos para
entregarles un simple mensaje: “Si quieren romper las relaciones
diplomáticas con Estados Unidos, ese es su derecho y privilegio”. “Pero
hasta que decidan hacerlo, la legislación internacional establece que
ustedes deben someterse a las normas de la Convención de Viena en lo que
concierne al tratamiento de diplomáticos extranjeros en su territorio”.
¿Cuándo podrán los cubanos puedan leer una biografía de Martin Luther
King? ¿Cuándo se les permitirá a los cubanos disfrutar playas, hoteles y
restaurantes en su propia patria?
Guimar123@gmail.com.
http://www.eldiariony.com/noticias/columnistasdetail.aspx?sectionid=61&txtid=1408945
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