Posted on Wed, Jun. 14, 2006
Cuba ante la desaparición de los clásicos
JUAN PABLO TORO
Associated Press
MEXICO - Una sensación de cementerio se apoderó de Cuba. Nicolás
Guillén, Alejo Carpentier, José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante
han muerto y ahora son ilustres fantasmas en el panteón cultural de la
nación caribeña.
Detrás de ellos sólo quedan los herederos y sobrevivientes de una
batalla que se libró con inusitada fuerza en uno de los campos
intelectuales más prolíficos de América Latina.
"Estamos en un momento de desaparición de los clásicos donde hay una
disputa por su legado", afirmó a la AP el historiador cubano Rafael
Rojas, ganador del Premio Anagrama de Ensayo 2006 por "Tumbas sin
sosiego", libro que se publicó este mes.
"Ahora hay una sensación de cementerio en la cultura que ha pasado por
una guerra civil y como en toda guerra quedan los muertos para
repartirse", agregó.
En "Tumbas sin Sosiego" el autor construyó un demoledor y exhaustivo
panorama de la historia cultural de Cuba desde el inicio de la
Revolución en 1959 hasta nuestros días con sus fracturas, debates y
personajes destacados.
Es así como en el libro conviven los escritores que en la isla
simpatizaron con el gobierno revolucionario y aquellos que se vieron en
la orilla del exilio.
"El objetivo del libro es reintegrar un campo intelectual fragmentado,
pero sin grandes ilusiones. No propongo una reconciliación donde se
resuelven los problemas", indicó Rojas, que tiene un doctorado en
Historia del Colegio de México.
"Es un intento de narrar la historia colocándose más allá de la
fractura", añadió.
Señaló que ya era momento de hacer una historia cultural no excluyente,
porque hasta ahora los intelectuales cubanos han escrito dos historias
sobre el drama de vivir en una nación dividida.
El mejor elemento para reunir a escritores arrinconados por bandos
políticos opuestos era apelar a la innegable calidad demostrada por unos
y otros.
"En el caso de Cuba se da una literatura altamente politizada, pero
siempre buena literatura que expresa un drama histórico muy intenso",
aseguró Rojas, de 41 años y académico del Centro de Investigación y
Docencia Económica de México.
Para el autor en las décadas de los años cincuenta y sesenta se produjo
una notable y singular conjunción de talento, que se vio enfrentada a la
disyuntiva que supuso la llegada de Fidel Castro al poder.
En un primer momento, la revolución se convierte en una plataforma de
lanzamiento para una nueva generación de intelectuales que es la de
Cabrera Infante, Lisandro Otero, Roberto Fernández Retamar y Ambrosio
Fornet, entre otros. Muchos de ellos incluso desempeñaron importantes
responsabilidades en la política cultural de la primera década del
gobierno de Castro.
Pero con el tiempo los disidentes de un régimen que se ha vuelto cada
vez menos tolerante no tardaron en aparecer, como el célebre caso del
Heberto Padilla, quien sufrió el arresto domiciliario por un poemario
crítico y cuya situación despertó una incómoda solidaridad internacional
para las autoridades cubanas.
Luego se llega la situación actual, cuando los clásicos han desaparecido
y nuevas generaciones con representantes como Pedro Juan Gutiérrez y
Antonio José Ponte en la isla o Zoé Valdés y Eliseo Alberto, por fuera,
se hacen cargo de la literatura cubana desde del punto de vista de las
motivaciones personales.
Rojas aseguró que la actual también es una literatura de calidad, pero
explicó que ya no tiene el ánimo o la ambición de cargar con el "drama
histórico" que abordaron escritores clásicos como Jesús Díaz o Reinaldo
Arenas, y por eso mismo quizás ahora sea el momento para dejar de lado
el poder como un parteaguas de la cultura en la isla.
http://www.miami.com/mld/elnuevo/14817014.htm
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