CULTURA
Revolución sin sexo
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - Todavía me parece estar
viendo al poeta y amigo Fayad Jamís, entre molesto y apenado, tachar en
mi presencia palabras y versos eróticos de mi libro Todos me van a tener
que oír, para que se pudiera publicar en la editorial de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba, organismo que él representaba como
editor. Corría 1969. Al año siguiente salió el libro a la venta, pero
mutilado.
Eran los tiempos en que la revolución cubana hacía todo lo posible por
modelar al hombre nuevo, puro, sin máculas ni lunares; el mismo que
trataron de lograr Lenin, Stalin y Hitler sin resultado alguno.
Treinta años después del triunfo revolucionario el gobierno cubano, que
todo lo puede sin necesidad de apelar a varitas mágicas, abrió un
agujero y realizó el prodigio: permitir que penetrara el erotismo en la
literatura y las artes visuales; tema que las editoriales del país
tenían como tabú.
Actualmente en Cuba -un buen tanto que puede anotarse el régimen- hay
libertad sexual en lo concerniente a la creación artística. Pero, ¿quién
ha olvidado que en 1964 el gran pintor cubano Servando Cabrera Moreno se
vio obligado a esconderse en la casa de un amigo cuando trataron de
internarlo en un campo de concentración llamado UMAP, sólo porque sus
obras reflejaban el acto sexual con figuras de colores tenues y formas
hermosas?
Entre bambalinas se supo que la combatiente del cuartel Moncada y
directora de Casa de las Américas Haydée Santamaría intervino para que
Cabrera Moreno no fuera enviado junto a testigos de Jehová, homosexuales
y disidentes a realizar trabajos forzados en la provincia Camagüey.
Hoy, puede decirse que la libertad que poseen nuestros creadores es
amplia. Existen convocatorias para concursos de literatura erótica, se
montan con frecuencia exposiciones de pintura con este tema, y en las
telenovelas se presentan por primera vez personajes homosexuales,
tratados de forma respetuosa, además de fuertes escenas eróticas y
desnudos de ambos sexos.
Jóvenes pintores, como Rocío con sus dibujos gays, Tania Brugueras,
Eduardo Hernández, Reinol, Fabelo, y muchos otros, se han convertido en
excelentes relevos de aquéllos que durante largos años sufrieron
marginación, cuando el sexo en el arte revolucionario era negado como
consecuencia de una política cultural timorata que duró largos años, y
que perjudicó, por supuesto, el desarrollo artístico del país.
Pero es bueno aclarar que libertad plena no existe, por ejemplo, si nos
refiriéramos a las ideas políticas. Pobre de aquél que escriba una línea
elogiando las virtudes de la democracia, de la libertad económica y la
libertad de criterios.
De todas formas se ha abierto una buena brecha, sobre todo en
literatura. En 2001 el catálogo editorial cubano contaba con dos
cuadernos de cuentos eróticos: Irreverente Eros, y Eros-iones, ambos del
escritor Frank Padrón, donde se reflejan las fantasías eróticas durante
la adolescencia. Otro libro muy bien acogido por el público cubano es La
eterna danza, compilación de poesía erótica cubana, del siglo XVIII
hasta nuestros días, realizada por el joven escritor Víctor Fowler en el
año 2000.
En el prólogo, Fowler nos hace saber que "lo erótico trata del deseo, la
ardedura, implosión o explosión, sin importar demasiado si se cumple o
no, es decir, lo que interesa es ese movimiento en dirección al objeto
que, por un instante o para siempre, se manifiesta como imposible,
investido de atributos que hacen que lo imaginemos al modo de una puerta
hacia la totalidad".
En este libro no podía faltar la presencia de José Martí:
Mucho, señora, te diera
por desenredar el nudo
de tu roja cabellera
sobre tu cuerpo desnudo.
Muy despacio la esparciera,
hilo por hilo la abriera.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/apr06/07a6.htm
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