Tuesday, April 11, 2006

El neohomo cubano

SOCIEDAD
El neohomo cubano
Alejandro Tur Valladares, Jagua Press

CIENFUEGOS, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - Cuando en la década de 1960
el actual régimen cubano comenzó a hablar de construir la sociedad
comunista, casi de inmediato, paralelo a ello, se mencionó por primera
vez la formación del hombre nuevo, el neohomo cubano, como paso previo e
imprescindible en la objetivización de la sociedad idílica de los
discípulos de Marx.

Este hombre nuevo estaba llamado a emerger en la sociedad totalmente
transmutado, poseedor de unas creencias, una cultura, e inclusive una
manera de comportarse que no mostrara nexos con el pasado. Por lo
contrario, que los negara. Estas serían el fruto de una nueva
concepción, sustentada y avalada por la visión "científica" de los
"iluminados" del comunismo.

El neohomo cubano debía llegar a ser un hombre convencido a cabalidad
del proyecto que defendía. Todas sus energías y tiempo estarían
destinados en lo fundamental a la construcción del comunismo. Por ello
debía renunciar a su individualidad, y como acto de sacrificio supremo o
último, dejar de ser la unidad para convertirse en la masa, el grupo, o
el todo.

Sería un patriota apasionado, dotado de una ciega aunque "voluntaria"
obediencia a las órdenes superiores, con plena disposición para
adaptarse a condiciones de vida infrahumanas, adulador del poder, de
comportamiento dócil, con facilidad para aceptar sacrificios y, lo más
importante, para forzar a otros a ser iguales que él.

Hasta 1980 los apologistas del régimen, sustentados por una poderosa
maquinaria de propaganda, hacían creer a los cubanos que la hornada del
hombre conciencia estaba a punto. Sin embargo, un acontecimiento
inesperado echó por tierra todos los fariseísmos doctrinales. Un grupo
de individuos penetró en la embajada del Perú y pidió asilo político.
Este cuento desembocaría en lo que se conoce como el puente marítimo del
Mariel, por medio del cual, y en un corto espacio de tiempo, más de cien
mil cubanos lograron abandonar el paraíso. Por primera vez se tuvo
noción de que el experimento social había fracasado.

Otros signos saltaban a la vista ya por aquel entonces, entre ellos la
presencia de la corrupción. Recordemos, por ejemplo, el escándalo de
aquél que fuera primer secretario nacional de la Unión de Jóvenes
comunistas (UJC), tuteado por el mismísimo doctor Castro, quien lo
nombraba Landi, diminutivo de Orlando, su verdadero nombre. Este, por
alguna razón que ignoramos, cae en desgracia y es acusado de vivir por
encima de las posibilidades de su cargo. Jerga oficial para decir que
era un corrupto.

El fracaso del cacareado estímulo moral presentado en su día por el
guerrillero argentino Ernesto Guevara como la panacea que lograría
activar los resortes de la conciencia individual, convirtiéndose en
estímulo interno del cubano y que alentaría en éste la ejecución de
verdaderas proezas laborales capaces de sacar al país del pozo en el que
desde el año 59 había caído, fue también un indicio de que alto estaba mal.

Pero para quienes aún dudaban de los planes totalitarios del
partido-estado habían fracasado, el surgimiento y posterior
fortalecimiento de la oposición política interna, que nació como
resultado de las propias contradicciones y deficiencias del sistema, fue
la pedrada que rompió el prisma distorsionador por donde éstos
intentaban interpretar la realidad cubana.

Esto demostró que la uniformidad que a manera de camisa de fuerza
querían ajustar al cuerpo de la nación cubana no era más que un
imposible. No sólo era algo antinatural, pues la manifestación en el
universo se expresa de manera diversa y plural, sino también por el
hecho de que el cubano, por idiosincrasia, no está apto ni clasifica
para actuar como mera marioneta.

Así las cosas, ya para nadie es noticia que el homo comunista cubano,
esa utopía creída por unos pocos y rechazada por la mayoría, ha
fracasado. Basta mirar a nuestro alrededor y ver cuántas decenas y
decenas de prisiones nuevas han sido creadas, cuánto ha crecido la
prostitución, el latrocinio, el alcoholismo, el suicidio, la emigración.

Del homo comunista derivó el homo socialista. Un hombre que confunde
patria con un partido, la nación con el proceso histórico que ha vivido
las últimas décadas, y la cultura con una ideología. Alguien que se
siente desarraigado, que aborrece lo nacional y sobrevalora lo
extranjero no se puede percatar, porque tiene embotada la mente, de que
la verdadera independencia, ésa que dice defender, debe brotar,
desarrollarse en su interior, en el marco de su persona humana, para que
luego se manifieste en la nación.

Para dicha nuestra, el proceso de idiotización que se experimentó en la
nación cubana está en pleno retroceso. Los últimos vestigios de hombres
conciencia, homos conciencia, homos socialistas se les puede aún ver en
los actos de repudio que la policía prepara regularmente contra los
opositores. Sin embargo, y gracias al cielo, ya se van acabando, y su
lugar es ocupado por el hombre natural, el cubano luchador, amoroso,
jaranero, ése que Dios puso sobre esta hermosa tierra.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/apr06/11a8.htm

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