Tuesday, April 04, 2006

Cuando Usted Es Uno de los Derechos Humanos

Cuando Usted Es: Uno de los Derechos Humanos.
2006-04-04 Panorama de Nuevos Horizontes*

Uno de los derechos humanos. La expresión la escuche por primera vez
cuando hacia fila en el comedor del Hospital donde trabajaba, hacia unos
pocos meses que había sido detenido, y la posibilidad de que me hicieran
un acto de repudio y me expulsaran del centro de trabajo eran hechos
inminentes.

Una enfermera, detrás de mí me preguntan si era cierto que yo era, “uno
de los derechos humanos” a lo cual asentí mientras le pregunté de igual
forma: ¿qué hay con eso? En más de una ocasión escuche a mis espaldas
esa expresión que califica o descalifica según como se interprete.

Uno de los derechos humanos si es que entienden, es una persona en este
caso en Cuba, que hace causa común con aquellos que le han sido
conculcados sus derechos, vale decir la población cubana en su
totalidad. Conoce y distribuye la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, lo cual es un delito en Cuba, y está siempre dispuesto no sólo
a darla a conocer sino a demandar su aplicación y respeto. Muchos
aseguran que esto en Cuba no tiene sentido, como no lo tiene en otros
muchos lugares. No se puede demandar el respeto por los derechos humanos
, donde no hay derechos humanos, argumentan.

Uno de los derechos humanos, es aquel que se cruza en el camino de los
que violan el derecho y hacen caso omiso de los desprotegidos,
vilipendiados y pisoteados; y de esos hay muchos. Su causa es la
observancia de los derechos , pero el cuidado que pone en el trato con
sus semejantes y su dedicación lo hace transitar, sin quererlo, por los
difíciles caminos de la santidad y el martirologio. No exagero.

Uno de los derechos humanos, sacrifica su situación social y laboral,
crea una situación de incertidumbre y temores en su familia. Pierde su
empleo y su profesión, siente la presión sobre sus familiares más
cercanos y ve alejarse a amigos y familiares por igual; mientras
aparecen de forma sospechosa e inesperada viejas amistades y familiares
siempre dispuestos a hablar de política.

Uno de los derechos humanos, puede recibir un ataque verbal en la parada
de un autobús por una mujer histérica que le recuerda, sin usted
esperarlo, las bondades de la Revolución, que usted desecho humano no
puede entender. También puede ser atacado y recibir un golpe cuando va
por la calle y cuando se vira ve un joven o una joven que se da vuelta
caminado de forma apresurada, sin llegar a responder cuando usted le
pregunta: ¿Por que lo haces?.

Uno de los derechos humanos, puede ser citado a un acto de repudio que
se convierte en un juicio popular; y ver como se encuentra con una
colega médico en medio de aquel público avergonzada y tal vez
preguntándose que hace allí. Entonces usted se encuentra que más que uno
de los derechos humanos, el que presidente el tribunal le recalifica
como: “un religioso pacifista”.

Uno de los derechos humanos, es aquel que siente como las pedradas
golpean su casa y trata de disimular para no inquietar más a sus familiares.

Uno de los derechos humanos, ve con sorpresa como una vecina, siempre
que pasa por el frente de su puerta que da a la calle, escupe sin
miramientos y sobre todo a sabiendas de que los presentes se percatan de
su asqueroso acto. Disfruta el hacerlo, sobre todo cuando nos
encontramos en la sala y trata sin éxito, de proyectar su sucio
escupitajo entre las rejillas de la ventana. Diestra en el lanzamiento
del gargajo, debía establecer algún record Guinnes, en tan sucio proceder.

Uno de los derechos humanos, comprueba que la ropa recién lavada que su
hacendosa esposa ha colgado en el estrecho patio lateral de su casa,
aparece sucia y embarrada de heces. Entonces es que, uno de los derechos
humanos, ni tonto ni perezoso, vigila en distintos horarios por tres
días hasta sorprender a una adolescente de apenas 13 años quien asustada
y temblorosa le dice que, “un hombre en la esquina le manda ha hacer
eso”. Hay compasión en éste, uno de los derechos humanos, como para
soltar a la niña, advirtiéndole que no lo haga más. ¡Cuán miserable
pueden ser los esbirros de un régimen que se valen de una niña para
hostigar a un disidente , manchado sus ropas recién lavadas con
excrementos ¡

Uno de los derechos humanos, ve aparecer hombres como fantasmas que te
hablan en bisbiseos, o una mujer cruel que acecha en los caminos
polvorientos a sus familiares que ya tienen bastante con llevar las
pesadas cargas de los años y las tristezas. Familiares que escuchan
detrás de las mamparas. Rostros tristes y compasivos que nada logran
entender pero que algo saben.

Uno de los derechos humanos, alcanza a escuchar al agente insidioso que
le sorprende en su casa, para reforzarle su impotencia y recordarle cuán
vulnerable es. Entonces, sólo entonces, el de los derechos humanos,
despojándose de la compasión que le caracteriza y del cuidado que pone
en su trato amable, le recuerda al jenízaro que ya no quedan más
mejillas que golpear.

Uno de los derechos humanos, no anda en caminos de culpa, ni de perdón;
menos en caminos de maldad que puedan descalificarlo. Hace lo que tiene
que hacer conforme a sus principios, gana en libertad aunque a veces la
pierda.

Uno de los derechos humanos, toma el camino del Exilio, cuando se
aproxima el quebranto del hogar y los sucesos sobresaltan y socavan las
más caras esperanzas de sus familiares más queridos.

Entonces es que alcanza el lento caminar por las calles desiertas de
este Exilio pavoroso , ve la tonalidad gris del precario lago y
comprueba que ya no hay un mirar a los lados mientras se camina sin
enemigos; y ahora se duele de tanto pasado, para sufrir este dolor en el
presente. ¿Qué cómo es este dolor?, es un dolor sin sombras, casi de muerte.

*Panorama de Nuevos Horizontes, Semanario de Fort Worth, TX. 01 de abril
de 2006

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=5099

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