OLA REPRESIVA
Jorge Olivera: el peligro de escribir
Luis Cino
LA HABANA, Cuba - Marzo (www.cubanet.org) - Jorge Olivera no pretendía
convertirse en héroe. Era un tipo tranquilo con cuerpo de estibador, que
amaba la vida familiar, el jazz, el cine y la literatura. En condiciones
normales pudo haber sido escritor, músico o documentalista.
Sus represores lo convirtieron en héroe contra su voluntad. Olivera sólo
quería escribir libre y tener un piano.
El piano tuvo que esperar tiempos mejores. Lo más difícil, escribir
libre, lo consiguió cuando dejó su trabajo como editor en la televisión
cubana, a principios de los 90, para unirse al periodismo independiente.
Llegó a dirigir la agencia Habana Press.
Desde entonces, Olivera ha vivido en peligro. Primero fue el acoso de la
policía política contra él y su familia. A veces, alcanzó proporciones
kafkaianas. Durante la ola represiva de la primavera del 2003 lo
condenaron a 18 años de prisión.
Resistió apoyado en su fe religiosa y el amor de Nancy Alfaya, que nunca
le falló. No dejó de escribir. Tampoco dejaron de revolotear por su
mente las armonías de Chick Corea.
Un año y siete meses de atroz encarcelamiento bastaron para poner en
riesgo su vida. En noviembre de 2004 lo excarcelaron bajo las
condiciones de una ambigua licencia extrapenal. Le negaron el permiso de
salida del país. Creyeron, ilusos, que al fin lo habían doblegado.
Jorge Olivera Castillo corre ahora mismo el peligro de volver a la
cárcel. Su delito sigue siendo escribir libre. Lo hace mejor que
siempre. Toma el pulso de La Habana en calles, solares, hospitales y
mercados que refleja, con una peculiar vena poética, en artículos y
crónicas.
Un juez ejecutor de la Habana Vieja, con potestades de señor de horca y
cuchillo de la legalidad socialista, le comunicó lleno de odio al
periodista que el Partido, el Ministerio del Interior y "las
organizaciones de masas" lo tienen en la mirilla. Que no puede salir de
la ciudad. Que si no acepta el empleo humillante que le asigne el
tribunal, lo enviarán de nuevo a la cárcel.
Regresaría a las miasmas de la prisión provincial de Guantánamo. O lo
volverían a encerrar con los criminales endurecidos de la cárcel de
Aguica. Tal vez le deparen algo peor. Sólo por escribir.
Es probable que se vean obligados a cumplir sus amenazas. Jorge Olivera
confunde y da sorpresas. Nadie sospecha tanta nobleza y sensibilidad en
su enorme corpachón. Tampoco tamaña cantidad de determinación y amor a
la libertad.
Jorge Olivera conoce bien la Biblia. Sabe que todo tiene su momento bajo
el sol. Ya lo dijo el Eclesiastés: "Todo tiene su tiempo y todo lo que
se quiere debajo del cielo, tiene su hora".
Hoy, un hombre acechado que escribe libre en La Habana y corre peligro
por ello, sueña, entre otras cosas, con un piano.
El tiempo no lo paran jueces ejecutores, carceleros ni jaurías azuzadas.
Vendrán tiempos mejores para Cuba. Los merecemos. Olivera podrá escribir
sin represalias, amar a Nancy, reír con su rica franca de gigante y por
qué no, tener un piano.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/mar06/03a6.htm
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