Marzo 3, 2006
El miedo encontró un rival
Marilyn Díaz Fernández, Lux Info Press
CAMAGUEY, Cuba - Marzo (www.cubanet.org) - En los últimos días, mientras
caminaba por el pueblo donde vivo, hablé con varias personas que, en el
límite de la desesperación, tienen un tema único de conversación: ¡No
hay qué comer en Sibanicú!
Las autoridades de Sibanicú condenan a los habitantes de este municipio
camagueyano a la hambruna, persiguiendo y hostigando a todos los
ciudadanos que venden o vendían a la población algunos comestibles de
primera necesidad, en sus casas y en las calles, ante la incapacidad del
estado para resolver la crisis de alimentos.
Mientras la población en otras partes del mundo disfruta de una amplia
gama de ofertas comestibles, que escoge de acuerdo a sus posibilidades
económicas, los habitantes de Sibanicú y los cubanos en general están
obligados a comportarse como si no tuvieran bocas ni estómagos, debido a
las reducidas opciones alimenticias que tienen.
La libreta de racionamiento suministra alimentos mensualmente, limitados
a cinco libras de arroz, cinco de azúcar, diez o veinte onzas de granos,
unas onzas de sal y cuatro u ocho onzas de picadillo de soya.
Es desesperanzador que llegue la hora de comer y no haya nada que
servir. Esta situación se ha tornado crítica. El estado no realizó en
febrero la habitual feria del agro, que abastecía, aunque precariamente,
a los habitantes de Sibanicú. Las placitas están vacías. Soga es el
único producto que se encuentra en ellas, y ojalá que no se trate de una
sugerencia a la muerte por ahorcamiento antes que por hambre.
A los que vendían papas por las calles, los dúos del Partido Comunista y
los trabajadores sociales les "trancaron las ventas". Los vendedores de
carne de cerdo están vigilados e imposibilitados de hacerlo por decisión
de las autoridades. En las unidades gastronómicas estatales no hay
ofertas. Desde hace más de una semana falta el pan con croqueta porque
no hay materia prima en la panadería municipal. Los que vendían
rollitos, raspadura, dulce de maní y bocaditos de carne de cerdo por
cuenta propia, ya no lo hacen porque Pompa, el jefe de sector de la
policía se ha convertido en una sombra, día y noche, que vigila y
registra las casas, patrulla las calles, amenaza e impone multas,
manteniendo al pueblo en un estado de sitio imposible de violar. "El
pueblo no dice ni hace nada porque tiene miedo", me han dicho.
Es el hambre la que obliga a la gente a olvidar el miedo y a llamar las
cosas por su nombre. Porque soportar hambre no es sólo difícil. También
se convierte en una tortura física y psicológica. Y para que no haya
hambre tiene que haber alimentos. Y eso es precisamente lo que falta en
mi pueblo.
LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
E-mail: Fsindical@aol.com
http://www.cubanet.org/sindical/news/y06/03030601.html
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