SOCIEDAD
Alto a la violencia
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - La escalada en la
crispación de la sociedad cubana ha tomado impulso en los últimos
tiempos. Después de 15 años de crisis, desde hace tiempo se viene
observando un constante incremento de la violencia. Ómnibus, tiendas,
colas y otros lugares públicos -y algunas veces privados- son testigos
de un incremento constante de encontronazos entre los ciudadanos y, en
ocasiones, de éstos con la fuerza pública.
En los tradicionalmente pacíficos pueblos y ciudades, donde siempre ha
florecido una significativa amabilidad hacia los forasteros, ahora se
repiten con cierta frecuencia los ataques contra extranjeros, llegándose
a hechos de sangre.
En los últimos meses los actos de violencia han llegado a los estadios y
otros centros deportivos, con tal frecuencia que hasta la dócil y
adocenada prensa cubana ha tenido que llamar la atención sobre la
situación. El miércoles 25 de enero, en un juego de béisbol entre los
equipos Industriales y Santiago de Cuba, que se efectuaba en el Estadio
Latinoamericano, miles de aficionados invadieron el terreno de juego, en
una peligrosa confrontación que obligó a decretar un forfeit a favor de
la selección oriental. Según asistentes al partido, el problema pudo ser
controlado por la actuación de destacamentos de Tropas Especiales.
Indudablemente, el panorama social cubano se ha calentado. El gobierno
ha decretado una lucha contra los enormes niveles de corrupción
existentes, sin atacar las raíces del problema. Nadie esta en contra de
que se liquide la enorme corrupción imperante. El dato oficial de que
después de aplicadas medidas correctoras se han incrementado las ventas
de combustible en casi tres veces a nivel nacional, o cinco veces en la
ciudad de Santiago de Cuba, son pruebas elocuentes de la magnitud del
descontrol y los delitos existentes.
Todo el mundo sabe que en las tiendas, hoteles, fábricas, escuelas y
otros centros se producen robos y variadas formas de corrupción. En la
educación y salud pública, actividades emblemáticas del gobierno, existe
la "privatización" por distintas vías de los recursos del Estado o el
cobro "disimulado" de los servicios prestados, cuestiones que han sido
reconocidas oficialmente.
Sin embargo, la ofensiva que se ha emprendido contra los cientos de
miles o quizás millones de ciudadanos que viven al margen de la ley no
va a resolver la situación prevaleciente, si al mismo tiempo no hay un
incremento de la venta de los productos básicos a la población, y si los
salarios siguen sin alcanzar niveles que permitan una vida digna a las
personas. Al mismo tiempo, tampoco habrá solución si no existen
controles y racionalidad económica en el país, y el Estado continúa con
su política de querer controlarlo todo y no controlar nada.
Ahora se persigue por sus actividades a muchos cubanos, pero no se les
brinda otra opción para ganarse el sustento decentemente. Peor aún, está
presente una campaña para liquidar el trabajo por cuenta propia, acción
manifiestamente contraria a lo que se viene haciendo en China y Viet
Nam, e incluso en Venezuela, o se propone Evo Morales realizar en
Bolivia, donde ha anunciado la creación de organismos financieros
especializados en créditos para favorecer la pequeña y mediana propiedad
privada.
En contraste, en Cuba se dan batidas contra los vendedores que se
aglutinan en torno a los centros de venta en divisas. Meses atrás se
atacó a los intermediarios que traen las mercancías del campo a la
ciudad, sin suplir los servicios correspondientes por parte del Estado.
Todo el contexto de un programa de recentralización de la economía y
remonopolización del comercio exterior, con consecuencias desastrosas
para la eficiencia productiva.
Paralelamente, desde hace meses se han aplicado gravámenes y una
reevaluación artificial del peso convertible cubano, minorándose
duramente las remesas enviadas desde el exterior. Quizás esta medida
pueda ser asimilada por algunos ciudadanos de altos ingresos, pero con
toda seguridad puede afirmarse que la mayoría de los receptores del
dinero son personas de bajos ingresos, ahora severamente afectadas.
A todo lo anterior se agrega el cierre de empresas extranjeras, pequeñas
y medianas, donde libraban su sustento un buen número de nacionales que
por ello quedaron sin empleo. Además, no puede soslayarse que suben
fuertemente los precios en productos básicos, de lo que es un ejemplo el
desmedido incremento en las tarifas eléctricas, y se espera que
próximamente aumenten en el transporte, los materiales de construcción y
otros productos y servicios.
Todo lo anterior ocasiona grandes preocupaciones al ciudadano corriente,
y activa la crispación en un ambiente también caldeado por la
agresividad gubernamental contra los opositores o disidentes pacíficos.
Así, han surgido los "mítines o actos de repudio", llegándose a
agresiones que han requerido la hospitalización de personas golpeadas
por grupos fascistoides, que hacen recordar a los "voluntarios" de la
colonia española o a los "porristas" de Gerardo Machado.
Adicionalmente, el discurso oficial cada día se hace más duro y
ofensivo. El gobierno tiene el derecho de defender sus posiciones y
presentar todos los argumentos que considere indispensables, pero es
necesario que se haga de forma racional, sin insultos ni
descalificaciones groseras. Este pésimo ejemplo en modo alguno puede
ayudar a una buena convivencia ciudadana. Al mismo tiempo, se debería
dar oportunidad a las personas con criterios divergentes a exponer sus
opiniones y expresarse libremente, para que de esa forma quede
establecido un debate civilizado, como ocurre en la mayor parte del mundo.
Como puede apreciarse, la situación existente en la sociedad cubana es
extremadamente peligrosa. A los ciudadanos se les está llevando a un
callejón sin salida, empujados hacia el delito y la violencia. La
disidencia, que en su inmensa mayoría aboga por soluciones pacíficas,
así como la reconciliación y la unidad de los cubanos en la diversidad,
desde hace tiempo ha alertado a las autoridades sobre las consecuencias
de su obstinación e inmovilismo.
Ojalá que los últimos acontecimientos acaecidos en los centros
deportivos sean atendidos con la seriedad que merecen, y el gobierno no
permanezca sordo, ciego y mudo ante las dificultades del pueblo, que
eventualmente podrían llevar a explosiones sociales con imprevisibles
consecuencias. Su renuencia a darle opciones legítimas a los cubanos, y
negarse a reformas radicales del sistema, siguiendo únicamente el camino
de la represión, pudiera conducir el país al desastre.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/02a10.htm
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