17-12-2010.
José Luis García Paneque
Ex Prisionero de Conciencia de la Causa de los 75 desterrado a España y
Colaborador de Lainformacion.com
José Luis García Paneque escribiendo en el Centro de Acogida en Cullera
de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.
(www.miscelaneasde
cuba.net).- Después de permanecer confinado en prisión 7 años y 4 meses,
tiempo en que fui trasladado por 5 provincias distintas y recorrí 9
prisiones, de las 400 con que cuenta el Sistema Penitenciario en Cuba,
sufrir más de 17 meses continuos de régimen de aislamiento en solitario
y cargar sobre mi cuerpo las devastadoras consecuencias de un método de
castigo cruel e inhumano, donde el reo es privado de todo vínculo de
interacción social, pudiera estar en condiciones de conocer y comprender
ese mundo de penalidades añadidas a la privación de libertad, pero nada
más lejos de la realidad.
La prisión sigue siendo para mí un mundo subrealista, un lugar donde una
persona depende de sus propias fuerzas, que por un refinamiento de
crueldad, los que estructuran el Sistema Penal Cubano hacen (a pesar de
negarlo) todo lo posible por cortar toda relación del preso con la
sociedad, más en el caso de los presos políticos, que fuimos sometidos a
un régimen celular por dos años en celdas de 3 metros cuadrados,
aislados, confinados durante 23 horas al día, con una hora para tomar
sol, visita familiar cada 3 meses, conyugal cada 5, una llamada
telefónica una vez al mes censurada por un oficial de prisiones al igual
que la correspondencia y literatura que pudiéramos recibir, con el único
objetivo de anularnos psicológicamente e intentar un lavado de cerebro,
sometiéndonos a una forma de vida sombría, sin emoción ni sentimientos;
del equilibrio que fuimos capaces de lograr dependió la cuota de
consecuencias negativas sobre nuestro cuerpo y la vida futura en lo
personal, familiar y social. Es la causa efectiva del aspecto físico que
hemos tenido que presentar al mundo a nuestra llegada al exilio, después
de ser desterrado de nuestra Patria.
En lo personal te vez sometido todo el tiempo a un estado de tensión
máxima, que conlleva a un castigo sobreañadido de forma injusta,
supuestamente rechazado por la sociedad a la que quiere servir, por una
propaganda de descredito cruel y enfermiza del régimen que inculca el
miedo como forma de dominación social, algunos al llegar se ven
arrastrado y esto hace más dura la prueba, que ante la falta de
esperanzas y la pérdida de proyectos en camino puede llevar al reo a la
pérdida de valores.
La familia es el foco de mayor atención y más vulnerable de toda persona
privada de libertad, único contacto y puente con el mundo real, mucho
más cuando ésta también es blanco de ataques, separada de ésta en
prisiones distantes del lugar de residencia, que pudieran derivar en
algún momento en la separación definitiva, el consecuente aislamiento
social.
El desarraigo mayor se sufre en el ámbito social, con la pérdida del
vínculo profesional y laboral, el entorno social donde se desarrollaba,
las amistades atemorizadas o incluso indiferentes al drama que lo
envuelve a uno, que por lo general provoca un daño permanente de cara a
la posterior reinserción social, mucho más cuando se ve deportado,
forzado al exilio en una sociedad ajena, que por encima de la cordial
acogida, sigue siendo dramática, se ve uno como un árbol sin raíces.
La cárcel vista como un método reeducativo es solo un espejismo y a mí
me tocó vivirlo, el que ingresa a prisión no solo es castigado por
determinada conducta vista por el régimen o la sociedad como negativa,
es además martirizado por los diabólicos y anárquicos códigos
carcelarios, que intentan degradarte hasta el nivel más bajo que llega
incluso a la violencia y el daño a los demás como forma de realización
personal de muchos en este ámbito cerrado, los carceleros hacen todo lo
posible para matar la voluntad del hombre, para esto toda la vida del
reo está regulada y ordenada de una forma arbitraria, solo tiene que
seguir la corriente, obedecer o sufrir grandes castigos.
Los más rebeldes la sufren más, si verse requisado constantemente le
resulta humillante, si la comida le resulta repugnante y manifiesta su
disgusto, si le incomoda la corrupción oficial, si ante pequeñas
intrigas trata de sublevarse la cárcel será un infierno.
El confinamiento en celda de castigo y a la más leve infracción de la
disciplina significará un desproporcionado castigo y cada castigo
llevará a otro, y puedes considerarte afortunado si no dejas la cárcel
en un sarcófago, como sucedió con Orlando Zapata Tamayo.
En las prisiones cubanas nos vemos obligados durante los largos años de
condena en un espacio reducido, que jamás reconoceremos como nuestro,
hacinados con personas que no conocemos y que tienen conductas muy
distintas a las nuestras, con hábitos personales por lo general
deprobables y condiciones de vida denigrantes que con el tiempo nos
conducen a un estado de permanente tensión y estado de ansiedad, en un
mundo donde el consumo de drogas y psicofármacos es una vía de huir de
la realidad, este estado constante nos puede incluso llevar a la
negación de la realidad que se nos impone, la insensibilidad, el enojo
con facilidad, la tristeza, el miedo, la culpa, la soledad y la
ambivalencia de carácter (agradece a un compañero una buena acción y un
rato después lo rechaza por una simple frase).
El confinamiento en prisión provoca devastadoras consecuencias que por
lo general son permanentes:
1. La estructura arquitectónica heredada de la antigua Unión Soviética
provoca hacinamiento psicológico y físico, la calidad de espacio un
deterioro rápido y la despersonalización.
2. La relación con los carceleros, un repliegue entre dos personas con
intereses distintos, que puede llegar a considerarse peligrosa ante los
demás presos, la humillación y los malos tratos.
3. Los daños somáticos.
• Visión: Seguera temprana por ruptura de espacio y colores, por lo
general todo blanco, que provoca cefaleas (dolor de cabeza), deformación
de la percepción visual y un mundo en blanco u oscuridad-
• Audición: Sometido a alto nivel de ruidos, rumores y murmullo
permanente, que trae como consecuencia problemas auditivos, de
concentración y monotonía de sonidos con el consiguiente daño psicológico.
• Gusto y olfato: Las comidas insípidas, muchas veces en mal estado, sin
diversidad y la inadecuada higiene trae empobrecimiento de los dos sentidos.
• Higiene personal y ambiental: La falta de cuidados personales daña
físicamente la piel, el pelo y las uñas, y se adquieren hábitos
higiénicos que despersonalizan al hombre.
4. Consecuencias psicosociales:
• Toda la vida del sancionado gira alrededor de la prisión.
• Exageración de la situación, supe proyectos de futuro totalmente
irrealizables que lo lleva a la apatía.
• Exacerbación de los sentimientos evasivos ante el más mínimo estímulo
exterior.
• Exageración y pobreza sexual, llegando a convertirlo en un mito.
• Exageración del egocentrismo, lenguaje y jerga propia de la prisión.
• Enajenación con tendencia a la autoagresión, llegando a la
automutilación de miembros.
5. Daños psicosomáticos permanentes:
• Digestivos: Síndrome de mala absorción intestinal, gastritis, úlceras
y sangramientos digestivos.
• Cardiovasculares: Taquicardia, hipertensión arterial, Infarto del
miocardio.
• Cutáneos: Vitíligo, Soriasis, Alopecias.
6. En libertad la mayor dificultad está en el restablecimiento de las
relaciones interpersonales.
Esta es mi experiencia personal dentro del régimen penitenciario cubano,
considerado por los que lo hemos sufrido un verdadero infierno, entre
los presos se dice que las prisiones cubanas son "cementerios de hombres
vivos".
***************
Nota: El artículo anterior fue publicado en la sección Editorial del No.
3, Año VI, Mayo - Junio de 2010, de Misceláneas de Cuba, Revista de
Asignaturas Cubanas.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=30794
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