El silencio de Fidel en el 50 aniversario de la revolución dispara los
rumores sobre su estado de salud
MAURICIO VICENT - La Habana - 02/01/2009
El riesgo de que el socialismo cubano se derrumbe y "autodestruya" es
real. Lo reconoció Raúl Castro en el 50 aniversario del triunfo de la
revolución, durante un acto celebrado en la ciudad de Santiago de Cuba.
El mensaje no pudo ser más inquietante para sus fieles: la generación
histórica se despide y los dirigentes del mañana "pudieran terminar
siendo impotentes ante los peligros externos e internos, e incapaces de
preservar la obra" de la revolución.
Para que no suceda "algo tan terrible", el presidente cubano pidió a los
que tomarán el relevo "que no se reblandezcan por los cantos de sirena
del enemigo". "Por su esencia", dijo, el Gobierno de Estados Unidos
"nunca dejará de ser agresivo, dominante y traicionero".
Antes había advertido que "todas las administraciones norteamericanas no
han cesado de intentar forzar un cambio de régimen en Cuba, empleando
una u otra vía, con mayor o menor agresividad". Sus palabras, medio
siglo después de la victoria de los barbudos sobre la dictadura de
Batista, sonaron premonitorias: dentro de 20 días llegará a la Casa
Blanca Barack Obama, que durante la campaña electoral se mostró a favor
de dialogar con Cuba y de flexibilizar el embargo.
Raúl Castro dio otros consejos a los futuros dirigentes cubanos:
mantener la unidad y no tolerar "intentos divisionistas"; nunca hacer
concesiones de principios ni "apartarse del pueblo"; y, muy importante,
que "la militancia impida que destruyan el Partido [Comunista]".
El discurso dejó un saborcillo a despedida y a testamento político.
Quizás era puro realismo... Raúl Castro tiene 77 años. El vicepresidente
primero de Cuba, José Ramón Machado Ventura, 78. Fidel - cuyo silencio
en este aniversario tan señalado ha hecho de nuevo que se disparen los
rumores sobre su estado de salud - va para 83.
Según Raúl, "corresponde a la dirección histórica de la Revolución
preparar a las nuevas generaciones para asumir la enorme responsabilidad
de continuar adelante". Afirmó que, tanto en lo político como en lo
económico, se avecinan tiempos duros y que los peligros "no han
disminuido". "Lo digo no para asustar a nadie, es la pura realidad".
Ante las 3.000 personas concentradas en el parque Céspedes de Santiago
de Cuba, Castro recordó el discurso de su hermano (en 2005) en el que
habló por primera vez del riesgo de implosión del sistema político.
"Este país puede autodestruirse por si mismo; esta revolución puede
destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos [Estados Unidos];
nosotros si podemos destruirla y sería culpa nuestra", dijo entonces Fidel.
La receta de Raúl para enfrentar los retos es similar a la defendida por
Fidel durante el último medio siglo. Se resume en una palabra: resistir.
"Resistir ha sido la palabra de orden y la clave de cada una de nuestras
victorias", afirmó, y agrego que si las nuevas generaciones son capaces
de mantener la misma línea política que los fundadores, entonces
"contarán siempre con el apoyo del pueblo, incluso cuando se equivoquen
en cuestiones que no violen principios esenciales".
Como era lógico en una efeméride tan señalada, las menciones a Fidel
Castro - una gran fotografía suya en la Sierra Maestra presidía la
celebración - fueron abundantes. Raúl Castro aseguró que "un individuo
no hace la historia", pero que era incontestable que "hay hombres
imprescindibles capaces de influir en su curso de manera decisiva".
"Fidel es uno de ellos, nadie lo duda, ni aún sus enemigos más
acérrimos", aseguro, con palabras que acentuaron el tono de despedida.
La revolución cubana entra en una nueva etapa, la de sus hijos y nietos,
y el reto es inmenso... Sólo eso le falto decir.
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