Saturday, January 21, 2017

Exagerar la realidad cubana

Exagerar la realidad cubana
WENDY GUERRA

La exageración en la narrativa es uno de los vicios más comunes en el
universo de los autores contemporáneos. Encontrar una medida en la dosis
del alimento narrativo de las historias es la verdadera clave para la
credibilidad dramática.

El problema de lo verosímil en el cubano es que, para nosotros el
superlativo es parte de nuestra sangre y nuestra idiosincrasia. El
desprendimiento, la nostalgia y el abandono crean un efecto de distancia
que, a la postre, nos ha hecho desmedidos en la manera de repensar
nuestras vidas.

Me he preguntado muchas veces si recordamos nuestras vidas como en
realidad han sido. Enmendar la plana, zurcir los agujeros e inventarnos
un pasado para justificar o limpiar nuestros actos habla de esa otra
literatura, la ficción de nuestra realidad personal.

La literatura de Europa del Este está bordada de autores que se
confiesan culpables o conscientes de sus roles en las sociedades
cerradas del siglo XX. Me pregunto si los cubanos ya estamos listos para
abrir descarnadamente las puertas al drama que nos narra y trascender
con rigor los límites del miedo para llegar a la autoficción.

Informe contra mí mismo, de Eliseo Alberto Diego es, sin duda alguna,
una pieza esencial en la revisión rigurosa de nuestra memoria.

Por más que uno trate de edulcorar sus vivencias, lo que se deja atrás
late como una amenaza bordada de testigos. Nuestros pasados son bombas
que pueden explotar de un momento a otro ante el liviano paso de un niño
rastreando el origen de sus padres.

Una isla es demasiado pequeña para esconder la evocación de quienes nos
saben espectadores o protagonistas.

Detrás de las reacciones desmedidas en las entrevistas, los insultos
irrespetuosos en los medios, la vulgaridad en los calificativos públicos
se esconde siempre un culpable.

La verdad individual mirada en pasado se matiza generalmente por un
efecto traicionero: la memoria emotiva. Adaptación de un pasado
dramático en busca de una aceptación en el presente, acomodo de nuestras
antiguas acciones hacia un futuro más ajustado a cómo queremos ser
recordados.

Para una autora cubana como yo es complejo traducir a sus editores las
claves de una sociedad tan particular como la nuestra, y es que la
verosimilitud de los actos y personajes no tiene sustento en los códigos
tradicionales por los que los lectores occidentales están acostumbrados
a transitar. Lo que aquí se vive no solo tiene bases ancladas en el
realismo mágico o en lo real maravilloso. Nuestra existencia se ve
acosada por el aislamiento y la autofagia, es por eso que nuestros
gestos, vistos desde afuera, resultan absurdos, desproporcionados,
indescifrables o exóticos.

La sexualidad, el conflictivo nexo con nuestras costumbres endémicas y
tradiciones, la brujería, la vigilancia, la escasez, la delación, el
desapego, el drama doméstico cubano y las vivencias interpersonales
fundidas en estos años de resistencia son muy complicadas de transcribir.

La relación endogámica con el poder, la política que decide tu vida
entera, la censura, la música y el ron como droga cotidiana para
aguantar la imposibilidad de tomar las riendas de tu existencia, la
conciencia de ser una criatura propiedad del estado necesitan una
estructura específica para, desde allí, ser decodificada.

El acto de exagerar nuestro diario acontecer le ha costado la
credibilidad a muchos escritores del patio que, en realidad, no
necesitan agrandar –para bien o para mal– lo que aquí sucede. Nuestra
realidad es ya desmedida, surreal e incoherente y encontrar esa medida
es el gran valor de la literatura cubana actual.

Mantener el sentido común en un contexto tan absurdo como único es el
ejercicio más difícil que atravesamos diariamente.

Viendo las imágenes de la frontera entre Estados Unidos y México, donde,
a punto de lograr su objetivo, padres, hijos, hermanos y esposos son
expulsados del camino final, asomados ante el increíble desenlace del
intríngulis "Pies secos, pies mojados", me pregunto: ¿Existirá entre
ellos algún escritor que logre captar con verosimilitud la gravedad de
esta tragedia humana?

Necesitamos contar nuestra realidad de manera virtuosa. Es esa la mejor
ofrenda que podemos legar a nuestros lectores cubanos y extranjeros de
hoy y a quienes nos lean en varias décadas buscando reconstruir lo que
hasta ahora no explica la memoria histórica.

Señoras y señores, esto es muy fuerte: no hay que exagerar.

Escritora. Reside en Cuba.

Source: Exagerar la realidad cubana | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article127834909.html

No comments: