La población cae en Cuba
Solo la reforma de derechos sociales y políticos puede hacer frente a la
crisis demográfica
RAFAEL ROJAS
21 MAY 2016 - 00:00 CEST
Un grupo de estudiantes asiste el pasado día 20 de mayo a una
conferencia durante la Primera Bienal Internacional de Diseño de La
Habana. ALEXANDRE MENEGHINI (REUTERS)
Fernand Braudel pensaba que en la demografía se cruzan los tiempos de la
larga y la corta duración de la historia. Demógrafos, economistas y
sociólogos cubanos alertan desde hace años sobre la grave crisis
poblacional que vive esa nación caribeña. En menos una década, para
2025, la población insular se habrá reducido a 10 millones de
habitantes. De ellos, el 30% se concentrará en ciudadanos mayores de 60
años y, por tanto, en edad de retiro. Si la emigración sigue el ritmo de
crecimiento que muestra desde mediados de los noventa, podría alcanzar
muy pronto más de tres millones, en su mayoría, menores de 50 años.
El argumento oficial de que el problema demográfico de Cuba es como el
de Europa es falaz. El alto índice de divorcios y abortos incide en ese
declive y la decisión de tener pocos o no tener hijos se debe más a la
incertidumbre económica que al desarrollo humano. Otra de las causas de
la reducción poblacional es la emigración joven, combinada con la
ausencia de inmigración. A pesar del ascenso de políticas xenófobas, en
Estados Unidos y Europa, la inmigración sigue siendo un elemento clave
del crecimiento demográfico. También lo es en países latinoamericanos
como Brasil, México o Argentina, que no han dejado de ser receptores de
inmigrantes.
Cuba fue hasta 1959 uno de los países latinoamericanos más abiertos a la
inmigración. Aquella lógica se invirtió y la isla se convirtió en una
emisora de emigrantes, cuyo potencial de éxodo joven y profesional crece
año con año. No es muy diferente esa tendencia en Centroamérica y el
Caribe, pero tanto en México como en esos países se reconocen los
derechos del emigrante. El Gobierno dice que el mayor incentivo a la
emigración es la Ley de Ajuste Cubano, que concede facilidades de
naturalización, pero podría sostenerse que las leyes restrictivas contra
la diáspora también pesan.
La reforma migratoria de 2013 fue pensada a favor de los residentes en
la isla con posibilidades de viaje y residencia en el exterior. Lejos de
contribuir a la retención, esa reforma fomentó aún más la emigración. A
la equivocada atribución de una responsabilidad exclusiva a la Ley de
Ajuste, el Gobierno ha sumado en los últimos meses la insólita demanda
de que Washington conceda más visas anuales, que contraigan la
emigración ilegal, que crece por la peligrosa ruta centroamericana.
Todavía hay miles de cubanos varados en Panamá, cuyo Gobierno tuvo que
cerrar la frontera con Colombia para evitar una crisis humana.
La contradicción de La Habana no podría ser más evidente: por un lado,
exige la derogación de la Ley de Ajuste y, por el otro, pide un
incremento de la emigración legal. En el pasado congreso del Partido
Comunista único, los líderes de la isla eludieron la crisis demográfica,
que podría legar a la nueva generación, que deberá asumir el poder tras
2018, un dilema mucho más costoso para el desarrollo y la soberanía de
ese país caribeño. La persistencia del partido único se atribuye a la
necesidad de mantener la independencia de la isla, pero las políticas
públicas del Gobierno son el mayor incentivo al tan temido "anexionismo".
Los dirigentes cubanos, moldeados en el nacionalismo y el comunismo de
la Guerra Fría, jamás han comprendido —y, por lo visto, ya no
comprenderán— que un mercado interno dinámico y un orden político
democrático, basado en la libertad de asociación y expresión, hacen más
soberanas a las naciones. Sólo una reforma profunda en materia de
derechos económicos, civiles y políticos, que no sacrifique la capacidad
de gasto público del Estado en garantías sociales básicas —sobre todo,
ante una población decreciente y envejecida—, puede hacer frente a la
grave crisis demográfica de la isla y crear mecanismos de reversión del
éxodo juvenil.
Es más. Si una reforma de ese tipo, que tan irresponsablemente se
posterga, no incluye una ampliación de derechos para los exiliados en
Cuba, tampoco logrará el objetivo de contener el colapso demográfico del
país. En el inmovilismo de la cúpula gobernante interviene el miedo a
que una mayor autonomía de la sociedad civil y una expansión de la clase
media presionen a favor de la democracia, pero también la pesadilla de
un futuro que conceda a la diáspora un rol protagónico en la
reconstrucción de la isla. Una racionalidad de corta duración para un
conflicto en que se juega la suerte Cuba en el siglo XXI.
Source: Demografía: La población cae en Cuba | Opinión | EL PAÍS -
http://elpais.com/elpais/2016/05/11/opinion/1462969900_867438.html
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