Thursday, May 05, 2016

Topando precios… vendiendo el sofá

Topando precios… vendiendo el sofá
Una vez más, falsas soluciones de circo sin pan
Eugenio Yáñez, Miami | 05/05/2016 9:49 am

Difícil encontrar personas más torpes y testarudas que los comunistas
cubanos.
No les bastan cincuenta y siete años de fracaso para continuar
demostrando la definición de Albert Einstein de que locura es repetir lo
mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. A lo que,
en este caso, se podría añadir que así también se define la estupidez
política.
Si son medidas que podrían mejorar en algún sentido las condiciones de
vida de los cubanos de a pie, andan "sin prisas pero sin pausas", aunque
las pausas son siempre muchas más y mayores que las prisas. Sin embargo,
si son idioteces que afectarán a la población, entonces solamente
existen prisas, sin pausas, ni siquiera para pensar. Suponiendo, claro
está, que los "dirigentes" y sus burócratas piensen en algún momento.
Aunque aparentemente reconocen que "el factor primordial en el
crecimiento de los precios reside en un nivel de producción que no
satisface la demanda", trucan posibles soluciones alegando que "el
avance en esta materia está condicionado por factores objetivos y
subjetivos" (¿?), y recurren a demagogia de solar, diciendo que "no
podemos quedarnos con los brazos cruzados ante la irritación de los
ciudadanos por el manejo inescrupuloso de los precios por parte de
intermediarios que solo piensan en ganar cada vez más". Es decir, los
"malos" siempre son otros, nunca el régimen. Y para "solucionar" el
problema se decide vender el sofá, una vez más.
Así que un par de semanas después del patético congreso del partido,
reunión de neandertales en pleno siglo XXI, la Gaceta Oficial del
régimen publica las resoluciones 157-C y 162 del Ministerio de Financias
y Precios, estableciendo precio tope para 23 productos agropecuarios,
variables dependiendo de la temporada óptima de producción y del resto
del año, aclarando que los precios dictados son para productos de
primera calidad, y que a los de segunda se le aplicará un 20 % de
descuento, y a los de tercera un 40 %.
Con aritmética sencilla vemos 23 productos con precios diferentes en dos
temporadas del año, y tres niveles de calidad por cada producto, así que
multiplicando 23 x 2 x 3 resultarán 138 precios diferentes para esos
productos. A lo que habría que sumar los precios de productos no
regulados, como maíz, cebollinos, perejil, remolacha, ñame, aguacate,
anón, guanábana, mamey y muchos más. Entonces, ¿cuántos precios deberán
manejar vendedores y compradores para realizar transacciones reguladas y
no reguladas a partir de esa ahora? ¿Hasta que extremos se elevarán la
corrupción y el mercado negro?
Tal vez sea conveniente que especialistas de la NASA o Wall Street,
científicos de la Academia de Ciencias de la Federación Rusa, expertos
financieros de la City de Londres, o destacados innovadores de Japón o
Silicon Valley, viajen a La Habana para entrenar al menos a los
vendedores, porque sería imposible entrenar a tantos compradores. Y a
los inspectores estatales solamente les interesan técnicas de chantaje,
nada más.
¿Puede algún ser pensante normal explicar la diferencia entre una
"malanga xanthosoma" de segunda calidad fuera de su temporada óptima de
producción, y una "malanga colocasia" de tercera calidad en temporada
óptima? ¿O qué cosa es un "mango de clase"? Ni bromeo ni invento: así
dice las regulaciones firmadas por la ministra de Finanzas y Precios de
la dictadura.
Resoluciones obligatorias para mercados agropecuarios estatales del
país, pero no para trabajadores por cuenta propia autorizados a ejercer
esa actividad en la provincia de La Habana, ni para los mercados de
Oferta y Demanda en todo el país. De manera que los mercados estatales
de "venta libre" ofrecerán precios más bajos, aunque inmediatamente sus
productos serán menos y de menos calidad y surtido, y todo lo que se
desvíe al mercado negro aumentará de precio. Eso no le importa a la
nomenklatura: lo glorioso es que el partido enfrenta el problema, aunque
sea con medidas que vienen fracasando desde el Imperio Romano o antes,
establecidas por tarugos que ni saben cómo resolver el problema ni
sufren las limitaciones y dificultades de los cubanos de a pie.
Imaginemos por un instante que una civilización extraterrestre mucho más
avanzada que la nuestra llegara a nuestro planeta para conocer cómo
vivimos los homo sapiens. Y que, en algún momento, quisiera conocer qué
hace y cómo funciona un Ministerio de Finanzas o de Economía en un país.
Si averiguaran en Francia, Japón, Uruguay, Islandia, Australia, México,
Marruecos, India o Sudáfrica, escucharían hablar de tasas de cambio,
inflación, tipos de intereses, salarios y ganancias, impuestos,
devaluaciones, liquidez, y otros aspectos técnicos.
Sin embargo, durante su investigación en Cuba, mientras los cubanos se
desangran con la doble moneda, precios abusivos en las Tiendas
Recaudadoras de Divisas, y salarios y pensiones insuficientes para una
vida digna, los "cuadros" explicarían a los extraterrestres las
diferencias de precios de la calabaza entre enero-mayo o
junio-diciembre, cómo definir si un pepino entre octubre y mayo es de
primera, segunda o tercera calidad, o los requisitos de los
carretilleros en la provincia de La Habana para ser considerados
"autorizados a ejercer esta actividad".
Afortunadamente para los eventuales visitantes extraterrestres, después
de tal shock en La Habana no podrían viajar a Venezuela para continuar
investigando, porque podrían sufrir trastornos mentales irreversibles,
imposibles de superar aun por civilizaciones mucho más avanzadas que la
nuestra.
Pero todo sea por un socialismo próspero y sustentable navegando en un
mar de felicidad.

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