VII Congreso, un jarro de agua fría
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 20 Abr 2016 - 10:17 am.
Sin sorprender a quienes no se hicieron ilusiones, el VII Congreso del
Partido Comunista de Cuba (PCC) fue un jarro de agua fría que cayó
sobre los cubanos y todos los que en otras partes del mundo esperaban
noticias de cambios importantes en la Isla.
El evento no solo no aportó nada para mejorar la vida de la gente de a
pie, sino que tomó decisiones que van a empeorar la devastadora crisis
nacional que asfixia al país.
Si me pidieran resumir en pocas palabras el balance final, diría que la
élite cívico-militar del único partido-Estado de Occidente marcó el
reforzamiento de las posiciones más inmovilistas, y constituyó la más
descarnada evidencia en 57 años del divorcio entre los jerarcas de la
dictadura y el pueblo cubano.
Además de aprobarse mayores restricciones a los cuentapropistas, el
Congreso decidió prohibir no solo la concentración de la propiedad
privada, sino de "riquezas", una palabra que no estaba incluida en los
Lineamientos del Congreso de 2011. Al igual que hizo su hermano Fidel
en 1968, ahora, en pleno siglo XXI, el general Castro acusó a los
emprendedores de tener "actitudes inescrupulosas" y de pensar "solo en
ganar cada vez más".
Tampoco se aprobó darle personalidad jurídica a los cuentapropistas y
reconocerlos como propietarios de pequeños negocios. El dueño de un
paladar, digamos, seguirá recibiendo una licencia a título personal como
"vendedor de alimentos". De propiedad privada, nada. Y ni hablar de
poder importar o exportar mercancías libremente o comerciar y hacer
negocios con empresas extranjeras.
El mensaje más claro que emitió el VII Congreso fue que mientras los
Castro ostenten el poder no habrá cambios verdaderos en la Isla. Y es
que ambos hermanos son el problema y no la solución. Ellos hundieron al
país y no lo van a salvar. Una cosa es pensar lo que ellos debieran
hacer para que el pueblo cubano progrese, y otra es lo que ellos hacen
y harán.
La experiencia histórica del "socialismo real" muestra que en ningún
país comunista la vieja guardia dirigente inició ningún proceso de
reformas profundas. En China fue solo después de la muerte de Mao Tse
Tung que comenzaron las reformas económicas. En la Unión Soviética no
fueron Brezhnev, Andropov, o Chernenko quienes lanzaron la
perestroika y la glasnot, sino Gorbachov, un líder más joven y sin las
ataduras al pasado estalinista que tenían sus antecesores. En Vietnam,
el Doi Moi (renovación) se produjo luego de que los ancianos dirigentes
de la época de Ho Chi Minh murieron o se retiraron por enfermedad. ¿Por
qué creer que en Cuba va a ser diferente?
Paralizado el "deshielo" Cuba-EEUU
Con respecto al "deshielo" y la normalización de las relaciones con
Estados Unidos, el Congreso ha paralizado de hecho todo el proceso, y
traído de vuelta la vieja retórica de plaza sitiada,al parecer por dos
motivos básicos.
En primer lugar, los Castro y toda la gerontocracia están muy
preocupados con el acercamiento de EEUU a Cuba, y encima se asustaron
mucho con la visita del presidente Barack Obama y su gran popularidad en
la Isla. Por eso le ordenaron al canciller Bruno Rodríguez que en el
Congreso calificara la visita del mandatario norteamericano de "ataque"
a Cuba. Y así lo hizo.
Además, como Obama aclaró que ya hizo todas las concesiones unilaterales
que podía hacer y ahora dependerá del Congreso de Washington el
levantamiento del embargo, la Junta Militar no puede seguir pidiendo
villas y castillas sin dar nada a cambio, que era la estrategia hasta
ahora. Es muy probable que en vista de las circunstancias el régimen
quiera ahora presionar a Washington con la posibilidad de desatar un
nuevo éxodo tipo Mariel o de los balseros de 1994, si no se pone fin al
embargo en un corto plazo.
Raúl Castro, líder de la "línea dura"
Por otra parte, la confirmación de los dinosaurios históricos en el Buró
Político (menos Abelardo Colomé) y en particular la ratificación de
Machado Ventura —cumple 86 años en octubre— como segundo secretario del
PCC y número dos del país, fue otra clara expresión de la vocación
jurásica de la élite partidista.
En cuanto a Raúl Castro, que no parece decidido a retirarse del PCC en
2018, es bueno aclarar que es falsa la imagen de hombre pragmático, y
más moderado que otros comandantes históricos de "línea dura". Al
contrario, es precisamente Raúl quien encabeza el ala más troglodita del
Buró Político y de toda la nomenklatura. Cumple cabalmente la misión que
le encargó su amantísimo hermano.
Algo que ha pasado casi inadvertido, pero es importante, es el anuncio
hecho por el general Castro de que al Comité Central del Partido
(columna vertebral político-administrativa de la dictadura) solo podrán
entrar personas con menos de 60 años, y que la edad máxima para tener
cargos de dirigente en el PCC será de 70 años.
Eso huele a un primer paso en la preparación institucional del terreno
para que Alejandro Castro Espín, de 50 años, sea el futuro dictador, al
frente del PCC, aunque no del Estado, cuando su padre considere que ha
llegado el momento. Si lo logra o no, está por ver, pero esa es la
intención del general.
Reforma constitucional, ¿para qué?
En igual sentido apunta la anunciada reforma de la Constitución, que
bien puede enfocarse en quitarle al presidente del Consejo de Estado
del cargo de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR), tal y como establece actualmente la Carta Magna socialista; y
también separar los cargos de presidente del Consejo de Estado y el de
presidente del Consejo de Ministros para que sean ocupados por personas
diferentes y no por una sola como hasta ahora.
Viendo al trasluz esa futura enmienda constitucional se van despejando
dudas acerca de que cuando Castro II deje su cargo de presidente del
país en 2018, lo podría sustituir Miguel Díaz-Canel como jefe del
Estado, pero ya sin ostentar el todopoderoso cargo de Comandante en Jefe
de las FAR y tal vez tampoco el de jefe de Gobierno, que sería el Primer
Ministro. O sea, dentro de dos años Díaz-Canel podría ser una versión
actualizada de Osvaldo Dorticós, o de Manuel Urrutia, los dos
presidentes de mentiritas que no tenían poder real alguno.
Por último, si algo evidenció la total desconexión del PCC con el pueblo
que dice representar fue que del VII Congreso no salió ni una sola
palabra de aliento y esperanza para los cada vez más frustrados jóvenes
cubanos, que ahora obviamente van a rechazar con más fuerza todo lo que
representa el castrismo.
Ahora tendrán más deseos de irse del país. Esa sangría dramática de
jóvenes cubanos que van a buscar en otras tierras las oportunidades de
una vida mejor que les niega una dictadura ostensiblemente anticubana,
es uno de los mayores crímenes de Fidel y Raúl Castro.
Source: VII Congreso, un jarro de agua fría | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1461143861_21801.html
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