Tuesday, April 19, 2016

Una isla asolada

Una isla asolada
Si Obama es el "flautista de Hamelín", no hay que olvidar que "no
importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es
un buen gato"
Alejandro Armengol, Miami | 19/04/2016 10:23 am

Sin conocerse los detalles en la práctica de la tan mencionada
"conceptualización" del modelo cubano, que el VII Congreso del Partido
Comunista de Cuba (PCC) intenta dilucidar, hay un aspecto fundamental
que por lo que se conoce de las discusiones en el evento, y el discurso
inaugural de Raúl Castro, lleva a un callejón sin salida en la forma en
que se plantea. Es el que tiene que ver con la acumulación de riqueza y
la pequeña y mediana propiedad privada.
Castro mencionó en su discurso que había que hablar claro y mencionar
por su nombre a la pequeña y mediana empresa privada, y que estas formas
de producción no eran ni contrarrevolucionarias ni antisocialistas.
"Las cooperativas, el trabajo por cuenta propia y la mediana y pequeña
empresa privada no son, por su esencia, antisocialistas ni
contrarrevolucionarias", afirmó Castro.
Formulado en esos términos, el planteamiento es un paso de avance. No
solo descarta todo lo realizado —o mejor, destruido— durante la llamada
"ofensiva revolucionaria", algo que por otra parte se lleva a cabo desde
hace algún tiempo, sino que enmienda un principio básico de la
interpretación marxista bajo el enfoque soviético, que consideraba a la
pequeña propiedad generaba la mediana empresa, y que esta a su vez se
desarrollaba en gran empresa hasta llegar al monopolio.
De acuerdo al marxismo tradicional, la propiedad privada crea las
diferencias de clase, más allá de cualquier cuantificación de esta. Los
propietarios de negocios reducidos desarrollan lo que se conoce como
pequeña burguesía, que por su naturaleza aspira a convertirse en
burguesía a secas y gran burguesía.
Castro quiere fijar límites para que ello no ocurra, tanto para evitar
una marcada diferencia de clases como las desigualdades que ello
implica. Más allá de ese planteamiento hay por supuesto una razón mayor,
y es la pérdida de control social y económico que implica la existencia
de un grupo social con suficiente poder monetario como para intervenir
—o al menos participar de forma determinante— en la sociedad.
Por supuesto que la forma más fácil —y mecánica— de llevar a cabo este
objetivo es imponer un control fiscal que impida o desaliente la
acumulación de riqueza. La existencia de dichos controles no es, de por
sí, un elemento negativo y tampoco propio de los fracasados gobiernos
comunistas. Con diferencias de matices existe en las sociedades
democráticas. Pero en el caso cubano, sin la existencia de un Estado de
derecho y una separación de poderes, dichos controlen amenazan con
convertirse en fuente de expolio de controladores, burócratas y
funcionarios de todo tipo, así como en motor impulsor para el
establecimiento de trabas de todo tipo, necesarias e inútiles.
Castro alertó sobre las pretensiones de "poderosas fuerzas externas" que
apuestan al "empoderamiento" de las formas no estatales de gestión en
Cuba ,con el fin de "generar agentes de cambio" para acabar con la
revolución y el socialismo. A su vez, el canciller Bruno Rodríguez
afirmó que en la reciente visita del presidente estadounidense Barack
Obama a Cuba se trató de "encandilar al sector no estatal de la
economía, como si el presidente de EEUU fuera, no el defensor de las
grandes corporaciones, sino de los que venden perros calientes, de los
pequeños negocios en ese país".
El VII Congreso del PCC, por lo tanto, modificará uno de los
"lineamientos", en lo que se refiere a las formas de gestión no estatal,
cuya actual redacción indica: "no se permitirá la concentración de la
propiedad en personas jurídicas o naturales". Según lo adelantado por
Castro, al texto se añadirá que tampoco se permitirá la concentración
"de la riqueza".
"La empresa privada actuará en límites bien definidos y constituirá un
elemento complementario del entramado económico del país", señala el
Informe Central del VII Congreso del PCC.
Complemento, no eje principal. La categoría de producción privada
limitada al simple "timbiriche" o algo más.
La "actualización" cubana declara entonces, como rasgo fundamental, un
rechazo no solo al "enriquecerse es glorioso", la frase atribuida a Deng
Xiaoping, sino a otra que sí se sabe que el dirigente pronunció durante
un encuentro del secretariado del Partido Comunista Chino: "No importa
que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen
gato".
En Cuba, los gatos "rojos" o "extranjeros" son los que cuentan. Para
cazar ratones está el Estado, y no hace falta que venga flautista
alguno, a menos que cuente con el beneplácito de La Habana, cobre su
dinero y deje a los niños tranquilos, sin inculcarles ideas de un futuro
mejor.
La negativa al enriquecimiento de los cubanos no únicamente implica un
factor discriminador, al permitirle a los inversionistas extranjeros ese
beneficio que se niega a los nacionales, sino que a la larga resultará
nocivo para el país.
Desde el comienzo del proceso para tratar de sacar a la nación del
agujero creado durante la época conocida como "Período Especial" —que
aún subsiste—, la estrategia fue permitir cierta participación reducida
del productor privado cubano, bajo la denominación general de
"cuentapropista". Esta esfera ha ido ampliándose y en la actualidad se
han añadido diversas posibilidades de cooperativas. La estrategia, al
mismo tiempo, ha tenido dos víctimas fundamentales: el propio
cuentapropista y el pequeño empresario extranjero.
La estrecha colaboración con el Gobierno venezolano fue un factor clave
en lograr ese objetivo. Con la crisis económica en el país sudamericano,
se intenta buscar en el inversionista extranjero —tanto europeo como
estadounidense— un sustituto adecuado para llevar a cabo igual plan.
Sin embargo, es precisamente aquí donde radica el talón de Aquiles de la
estrategia gubernamental, ya que por una parte no permite una
disminución de aparato burocrático —una de las metas formuladas e
incluso anticipada en cierta forma por el propio Fidel Castro— y por la
otra se pierde un incentivo necesario para el desarrollo económico. Al
verse amenazado ante la posibilidad de acumular riqueza, el
cuentapropista no lleva a cabo la necesaria "acumulación original",
enunciada por el marxismo, sino dedica su dinero a mantener, dentro de
lo permitido, una "vida de lujo" y si es posible a sacarlo al extranjero.
El incremento del tráfico de dinero entre Cuba y Miami y la aparición de
"nuevos ricos" en la Isla son dos indicadores de este proceso.
En la práctica cada vez más se desarrollan dos modelos de supervivencia
en competencia dentro de Cuba. El fenómeno no es nuevo, y por él pasaron
diversos gobiernos comunistas antes de su desaparición.
Las economías socialistas prereformistas combinan la propiedad estatal
con la coordinación burocrática, mientras las economías capitalistas
clásicas mezclan la propiedad privada con una coordinación de mercado.
Uno de los aspectos negativos de la presencia de ambos sistemas en una
misma nación es el aumento del desperdicio de recursos. Mientras que un
sector privado vive constantemente amenazado en un sistema socialista,
al mismo tiempo se beneficia de un aumento relativo de ingresos, al
poder fácilmente satisfacer necesidades que sector estatal no cubre.
Pero esos artesanos o propietarios de restaurantes se ven amenazados
ante el "peligro" de acumular riqueza y darles un uso productivo, debido
a que la existencia prolongada de su empresa es bastante incierta y la
vigilancia y espolio se incrementa a medida que son más exitosos. Así
que la mayoría emplea sus ingresos en un mejoramiento de su nivel de
vida mediante un consumo exagerado.
Esta actitud y conducta no difiere de la del burócrata, que sabe que sus
privilegios y acceso a bienes y servicios escasos dependen de su cargo.
Si bien la propiedad estatal y privada pueden coexistir dentro de la
misma sociedad, en el ambiente político, social e ideológico de los
países de socialismo reformista se trata de una simbiosis incómoda,
plagada de aspectos imprácticos y hasta potencialmente dañinos para el
futuro y la vida del empresario que se destaque demasiado en su labor.
Es por ello que tanto el limitado sector privado como el amplio sector
de economía estatal están en manos de personas que conspiran contra esa
eficiencia por razones de supervivencia. La fragilidad de un socialismo
de mercado es que su sector privado, si bien en parte está regulado por
el mercado, en igual o mayor medida obedece a un control burocrático.
Por su parte, ese control burocrático lleva a cabo muchas de sus
decisiones a partir de factores extraeconómicos: políticos y
supuestamente ideológicos; en especial en el caso de Cuba, donde la
ideología ha abandonado el canon para caer en la incertidumbre.
Una solución parcial a este dilema sería aumentar el papel del mercado y
concederle mayor espacio a las actividades productivas privadas, de
forma legal y dejando la vía abierta a la competencia y la iniciativa
individual, sin una carga impositiva exagerada y sin el peligro de la
arbitrariedad y el soborno. Solo que entonces, el éxito en el mercado
tendría un valor superior a la burocracia y en última instancia
conspiraría —aunque no de forma declarada— contra el poder político.
Nada hasta el momento indica que ello vaya a ocurrir en fecha cercana,
todo lo contrario según se deduce hasta el momento del desarrollo del
encuentro partidista.
Uno de los espías cubanos miembros de la Red Avispa, René González,
comparó a Obama con el "flautista de Hamelín", durante una de las
discusiones del Congreso.
"Aquí estuvo el 'flautista de Hamelín' hace 15 días y vino a tocarle a
nuestros hijos, para llevarse sus corazones. Tocó muy bien la flauta,
porque tiene especialistas que le dicen cómo tocarla", dijo González.
Quizá el agente y quienes lo escuchaban no supieron —o no se atrevieron—
a captar el profundo alcance "contrarrevolucionario" de la frase y la
comparación. Porque el flautista no llegó al pueblo por gusto, sino por
la presencia, molesta y dañina, de los ratones.

Source: Una isla asolada - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/una-isla-asolada-325363

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