'Los hijos de Obama'
VERÓNICA VEGA | La Habana | 26 Abr 2016 - 8:55 am.
"Los hijos de Obama", así se les dice subrepticiamente a quienes se
suman al proyecto Cuba Emprende, que, por iniciativa del Arzobispado de
la Habana, en el Centro Cultural Padre Félix Varela imparte cursos de
capacitación y asesoría en materia empresarial a quienes han decidido
iniciar una actividad económica por cuenta propia.
Evidentemente, "contribuir al desarrollo de la mentalidad económica, al
progreso social y mejorar la calidad de vida", es un eslógan
diametralmente opuesto al concepto de austeridad que se nos machacó por
décadas, mientras se distribuía la pobreza y se satanizaba la propiedad
privada.
El apelativo es la resaca del encuentro de Obama con representantes del
sector privado en la Fábrica del Arte, en ese clima de efervescente
libertad que duró solo las horas que el mandatario norteamericano
permaneció en la Isla.
La reflexión de Fidel publicada a continuación en el periódico Granma
fue el inicio de la contraofensiva para convertir la experiencia en
espejismo, seguida de una avalancha mediática y también, por supuesto
del recién finalizado VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, el
único autorizado a decidir el rumbo político y económico del país.
En ese evento, con la gigantografía de Fidel en primer plano, no podía
faltar el tema del sector privado, una de las contradicciones más
escandalosas cuando todavía se incita al repudio hacia los periodistas
independientes y activistas de la oposición, fermentándose la envidia
por pagos provenientes "del enemigo" y la acumulación de supuestas riquezas.
Cómo conciliar tantas contradicciones, cómo dar una forma coherente al
engendro que se insiste a toda costa en llamar "socialismo". Cómo
conjugar la prosperidad con la inculcada penalización del capital, la
independencia empresarial con la centralización del poder, la
reconciliación con el odio fomentado por más de medio siglo.
Mientras el sentido común se abre paso silenciosamente en la Isla, los
hipnotistas se niegan a perder terreno y gastan exorbitados recursos en
una desesperada campaña de reivindicación ideológica, alertando contra
el demonio del neoliberalismo. Una vez más engendrando confusión y
división desde el supremo sitial donde las necesidades reales de la
población jamás fueron (ni son) mencionadas.
Fieles al concepto de que las cosas no son lo que son sino como se les
llame, en el VII Congreso se habló de la ampliación del trabajo por
cuenta propia y la posibilidad de contratar asalariados por parte de
privados que ha derivado en la creación de medianas, pequeñas y
microempresas privadas en la Isla, siempre recalcando que ello "no
supondrá un retorno al capitalismo".
Sin embargo, desde que se iniciaron las reformas en el plan de
"actualización socialista", desde que se compartió la vieja
justificación del "bloqueo" con la irresponsabilidad del pueblo al
alegarse que no podían aumentarse los salarios hasta que no aumentara la
producción, desde que se eliminaron las "gratuidades innecesarias", la
dirección del país iba matizando el discurso con adjetivos más
contemporáneos: "socialismo próspero y sustentable", como si esta
aclaración no incluyera a su vez que admitían el descalabro económico en
que nos sumió el sueño marxista.
Cuando los cubanos que se cansaron de promesas y prórrogas se
amontonaron en la embajada de Perú en abril de 1980, admitiendo
públicamente que querían irse del país, fueron llamados por Fidel
"lumpen, escoria, gusano", fueron mezclados con presidiarios y
esquizofrénicos para desvirtuar la responsabilidad del Gobierno y para
corromper la población norteamericana.
"Los hijos de Obama", es un apelativo menos vejatorio, pero que una vez
más se sacude toda responsabilidad. Significa que "no son mis hijos, son
los hijos del otro", el extranjero que en dos días se ganó una
popularidad espontánea, incluso en una atmósfera de furtiva contención.
Los marielitos que fueron despedidos con ofensas y huevazos, cuando
volvieron como visitantes de "la Comunidad", fueron recibidos como los
triunfadores. La desmemoria histórica ha sido siempre un elemento a
favor de la injusticia, más en un país donde la inmensa mayoría está
atrapada en la convulsión por la supervivencia y la necesidad ha
desplazado a la dignidad.
Claro que ya no son los tiempos en que se puede incitar al "repudio" tan
visiblemente. Tampoco aquellos en que se podía prescindir de cualquiera
que no se plegara al discurso oficial, ya fuera un obrero, un gran
científico, un artista o intelectual famoso del que se prohibía la
exhibición o publicación de su obra.
"Los hijos de Obama" sugiere que el cuentapropismo es un mal inevitable,
cuando es un derecho y un componente indispensable para el progreso en
una sociedad moderna. Una vez más se intenta desvirtuar el mérito y la
legitimidad del ciudadano empoderado económicamente. Una vez más el
Gobierno no admite que el verdadero mal (y evitable) ha sido su errada
administración, y que es el único que acepta a regañadientes un cambio
natural.
Los que aspiran a vivir de su trabajo y no de la adulteración de los
productos destinados a sus propios coterráneos o del desvío de recursos
con la zozobra de ser descubiertos y canjeando migajas por moral, los
que se niegan a aceptar bienestar material a cambio de simulación y bajo
coacción perenne, no son hijos de Obama, son hijos de Cuba. Una Cuba que
va saliendo del letargo, de la disfuncionalidad y el absurdo. Una Cuba
que quiere ser parte activa del mundo.
Source: 'Los hijos de Obama' | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1461597680_21917.html
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