El avispero de Raúl
La prohibición de un mandato extendido, no garantiza de por sí un
gobierno democrático
Alejandro Armengol, Miami | 17/04/2016 2:01 pm
Raúl Castro desató un avispero y abrió una ventana en la inauguración
del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). Y todo lo hizo a
lo largo de un discurso monótono, donde solo el cinismo despertó a veces
atención.
El avispero es la propuesta de que para ocupar cargos en la dirección
del PCC la máxima edad permitida son 70 años. Hay otros límites más: 60
años como edad tope para ingresar al Comité Central y dos mandatos para
las responsabilidades principales en el Partido y el Gobierno. La
ventana sirve para ver los recovecos con que llena cada posible o
ilusoria solución a los problemas.
Hay una confusión elemental de términos y categorías en sus propuestas.
Limitar los períodos en el poder de los cargos públicos es una medida
casi siempre necesaria —aunque algo mecánica— para evitar caudillismo,
anquilosamiento, despotismo y corrupción. Un principio mayormente
vigente en Estados Unidos —Franklin D. Roosevelt fue el único presidente
que sirvió por más de dos mandatos— y adoptado constitucionalmente a
finales del pasado siglo en varias naciones latinoamericanas, que hasta
entonces no o habían hecho, como fórmula y bandera del dejar atrás
dictaduras .
Sin embargo, la prohibición —incluso constitucional— de un mandato
extendido, no garantiza de por sí un gobierno democrático, como fue el
caso de México hasta fecha reciente. En cuanto a la edad, mucho menos
debe considerarse un factor decisivo. Dictadura y vejez no son
sinónimos, aunque a veces coinciden.
Es por ello que el establecimiento de normas al detalle, para la
sucesión a un cargo, denota en ocasiones —y eso en el mejor de los
casos— la inexistencia de mecanismos democráticos que faciliten el
balance y control.
Pero en el caso cubano —de largo gobierno de los hermanos Castro y los
mismos rostros de la elite al mando repetidos durante décadas—, la
propuesta tiene que haber despertado ambiciones y temores, dentro de un
sector acostumbrado a depender solo de la voluntad del gobernante y no
del calendario.
¿Y hasta que punto hay que creer que ahora el reloj resulta tan
determinante?
"A pesar de que seguimos promocionando a los jóvenes para puestos de
responsabilidad, no siempre han sido la mejor opción. Estamos pagando
las consecuencias de no haber tenido una reserva bien preparada", dijo
Raúl Castro en el anterior congreso, y ahora la declaración de no haber
sido "lo suficiente previsores ni ágiles" en aspectos tales como la
puesta en marcha de los "Lineamientos" suena más a justificación que a
reproche.
Por otra parte, los cambios que establecen los límites de edad requieren
reformar los estatutos del Partido. Al mismo tiempo, Castro considera
que su propuesta debería extenderse al sistema directivo estatal, las
diversas instancias de Gobierno y las llamadas "organizaciones de
masas". En todos esos casos, además, ser aprobadas en la Asamblea Nacional.
Como si tantos pasos e instancias no fueran suficientes, para esperar
más dilación que avance en las reformas, el gobernante también anunció
realizar en los próximos años un referendo constitucional para "ajustar
la Carta Magna y reflejar todos los cambios que vamos haciendo".
El simple anuncio de un referendo constitucional en Cuba servirá en
primer lugar no para que 100 flores florezcan, pero sí para que 100
grupos disidentes compitan. Aunque ya Castro aclaró que el carácter
"irrevocable" del socialismo no cambiará, la simple mención de un
referendo basta para destapar otro avispero.
Un referendo constitucional puede tratar muchos temas, y es posible que
entre ellos se encuentren los referidos a ciudadanía de origen,
residencia e incluso doble ciudadanía, pero es posible también que
establezca una nueva relación entre Gobierno y fuerzas armadas.
La Constitución de 1976 establece que la figura al frente de los
Consejos de Estado y Ministros es al mismo tiempo el jefe de las fuerzas
armadas. Pero si se aprueban los límites de edad propuestos por Castro,
cabría entonces la posibilidad de que un civil fuera "comandante en jefe".
Ello nunca ha ocurrido bajo la Constitución de 1976. Osvaldo Dorticós
Torrado dejó la presidencia precisamente en el momento en que entró en
vigencia, y entonces Fidel Castro asumió el cargo de mandatario.
Así que cabe especular que el referendo constitucional aborde el tema
del establecimiento de una fuerzas armadas autónomas, para añadir una
nueva semejanza entre los militares cubanos y birmanos.
Si en las propuestas del gobernante se confunden términos, en su
discurso las palabras surgen a veces como si estuvieran destinadas a
tapar agujeros, huecos que el propio orador ha abierto. De esta forma,
la solución a la doble moneda no está referida a "las calendas griegas",
pero tampoco al día de mañana; el número de militantes del Partido ha
disminuido, pero esta tendencia se ha detenido; los salarios y pensiones
siguen siendo insuficientes, aunque no hay planes inmediatos de
aumentarlos; se mantendrá la propiedad estatal sobre los medios
fundamentales de producción, pero la mediana y pequeña empresa privada
no son, por su esencia, antisocialistas.
Llama la atención que un gobernante catalogado de práctico y no
ideológico dedique tanto tiempo a observar los problemas sin
resolverlos. Y precisamente ese dilatador impenitente ahora propone
sacar del medio a los que como él se han hecho viejos en igual
ejercicio, inútil pero a veces conveniente y hasta lucrativo.
Source: El avispero de Raúl - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-avispero-de-raul-325337
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