Tuesday, February 02, 2016

Alcoholismo y juventud, una mezcla común en Cuba

Alcoholismo y juventud, una mezcla común en Cuba
Se trata de un problema creciente en la Isla
lunes, febrero 1, 2016 | Ana León

LA HABANA, Cuba.- Las más recientes noticias sobre Cuba hablan de un
país con elevado índice de envejecimiento poblacional, azotado por una
crisis migratoria que ha aumentado sustancialmente en los últimos años,
y una significativa desproporción entre los valores del mercado y los
ingresos de la población trabajadora. A este escenario poco prometedor
hace frente el gobierno de la Isla apoyándose en viejos discursos y
metas utópicas, con la única modificación de que el otrora "futuro
luminoso" ha sido sustituido por un "socialismo próspero y sostenible".

Para alcanzar este nuevo propósito, el presidente Raúl Castro cuenta con
los jóvenes, quienes tienen la responsabilidad –involuntaria– de ser la
vanguardia de la revolución. Ello conduce a la siguiente pregunta: ¿en
qué estado se halla la susodicha vanguardia? Según la Oficina Nacional
de Estadísticas, el 20 % de la población nacional ha cruzado el umbral
de los sesenta años de vida. A esta cifra hay que sumar la emigración
anual de miles de jóvenes en edad laboral, mientras un rápido vistazo a
los parques y esquinas de la capital revela un inquietante número de
hombres y mujeres –de edad estimada entre 18 y 35 años– desocupados o
viviendo, como se dice popularmente, del invento.

La certidumbre de que es absolutamente inútil perseverar en el estudio o
conservar un puesto de trabajo cuya remuneración mensual se esfuma en
tres días, ha causado la proliferación del ocio y la delincuencia.
Dichos males pueden, por sí solos, hacer naufragar cualquier sociedad;
pero en Cuba hay que sumarles el impacto del alcoholismo. A menudo es
esa conciencia de vivir en "la lucha", o el ambiente de eterna fiesta en
que pretenden derrochar las 24 horas del día, lo que lleva a muchos
cubanos a salir a la calle desde temprano, con una caneca de ron, una
cerveza o un "Planchao" (cajita de cartón que contiene 200 ml de ron)
para "cargar las pilas" y hacer frente "a lo que aparezca".

La cultura etílica del cubano, sustentada en la condicionante histórica
de vivir en una sociedad patriarcal y productora de uno de los mejores
rones del mundo, se ha convertido en una cualidad de presumir, un
pasatiempo sin horario predeterminado e incluso una muestra de status
económico y refinamiento, en dependencia de la botella elegida. "Dime
qué bebes y te diré quién eres". En un país donde la comida escasea
–tanto en los mercados agropecuarios como en las tiendas de recaudación
de divisas– y cuyo presidente no habla de otra cosa que no sea la
sustitución de importaciones, es sorprendente la variedad de bebidas
alcohólicas que se ofrece en las tiendas, lo mismo en pesos cubanos que
en CUC. Paradójicamente, las neveras destinadas a productos cárnicos
permanecen vacías; pero en los estantes se alinean diversas marcas de
cervezas importadas que los cubanos adquieren, ora por la insuficiente
producción nacional, ora por el ánimo de ostentar típico de quienes han
sufrido toda clase de penurias.

Las fotos que aparecen en este artículo fueron tomadas el jueves 21 de
enero de 2016, entre las dos y las tres de la tarde. En ese intervalo
fue posible presenciar un verdadero desfile de bebedores ocasionales,
que se entregaban a su placer con fruición anunciadora de futura
dependencia crónica. Cualquier persona que no conozca la realidad
nacional podría pensar que estos ciudadanos están en su tiempo libre;
pero en Cuba no es nada raro percibir aliento etílico en un enfermero o
un dependiente farmacéutico, ni que un trabajador por cuenta propia se
arrogue el derecho de beber mientras realiza su oficio, toda vez que no
tiene la obligación de responder ante un jefe.

Otra de las terribles consecuencias del alcoholismo cubano contemporáneo
es que no se limita a defenestrados insalvables, sino que se ha
extendido al sector estudiantil. Se ha hecho habitual que alumnos de
preuniversitario acudan a clases bajo los efectos directos del alcohol o
de la resaca. Pero lo más alarmante es que al preguntarles el porqué de
beber a cualquier hora del día, la respuesta sea: "porque no hay más
ná". Si bien estos casos reproducen un patrón de conducta social
aprendido en la familia, también constituyen una elocuente muestra de la
desilusión que embarga a los adolescentes cubanos, cuyas expectativas de
colmar anhelos materiales básicos se hallan muy distantes del bolsillo
filial.

Según el Departamento de Estadísticas de Salud Pública de La Habana
Vieja –uno de los municipios más densamente poblados del país–, se ha
detectado un progresivo aumento del consumo de bebidas alcohólicas en
los adolescentes de entre 15 y 19 años; práctica que se hace más
frecuente cuando arriban a las edades de entre 20 y 24 años, en las
cuales normalmente se registra un alza ligera del poder adquisitivo.
Esta negativa tendencia, manifestada por un segmento nada despreciable
de la juventud cubana, ha coincidido además con la creciente violencia
en los barrios marginales y en centros recreativos nocturnos, el consumo
de drogas duras y el rechazo –apreciable desde edades tempranas– a
alternativas educacionales.

La repercusión de este complejo problema podría resumirse en el
incidente registrado el propio día 21 de enero ante la emblemática
"Bodeguita del Medio", cuando una turista argentina, mojito en mano,
preguntó sorprendida: ¿Acá está permitido beber en la calle? La
respuesta salió de uno de los músicos del combo, que alegremente
aseguró: "Amiga, aquí usted puede beber dondequiera".

Source: Alcoholismo y juventud, una mezcla común en Cuba | Cubanet -
https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/alcoholismo-y-juventud-una-mezcla-comun-en-cuba/

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